MADRID, 14 Feb. (EDIZIONES) -
El profesor de Psicología y Neurociencia de la Universidad de Colorado Boulder Tor D. Wager realizó un estudio en el que descubrió que las zonas cerebrales que se activan cuando sufrimos un dolor físico son las mismas que cuando experimentamos un dolor emocional.
"Nuestro cerebro no sabe diferenciar entre un estado u otro, más bien le importa la intensidad de lo vivido y el sufrimiento resultante", menciona en una entrevista con Infosalus Gema Sánchez Cuevas, psicóloga y directora de la web 'La mente es maravillosa'.
Y es que, según defiende, nadie es inmune al sufrimiento y, aunque no lo creamos, todos llevamos dentro de nosotros una herida interna que no hemos logrado curar. Pero ojo, esto no es un signo de debilidad, de fracaso o de derrota, es una experiencia de vida, así como una oportunidad para aprender en nuestro día a día.
"Las heridas también configuran nuestra esencia, nos hacen ser quienes somos", subraya con motivo de la publicación de 'Pon corazón a tu cerebro. Entiende tus emociones para vivir mejor' (La Esfera de los Libros).
Si no conseguimos 'reconciliarnos' con nuestro dolor emocional podemos sufrir a la larga serios problemas, ya que todo organismo sufre las consecuencias hasta el punto de experimentar ciertas dolencias: desde migrañas, hasta mareos, sarpullidos en la piel, náuseas, dolor de estómago, o dificultades para dormir.
"Aunque no lo parezca, las emociones tienen cierto poder sobre el cuerpo, sobre todo cuando quedan atrapadas en el interior y no se expresan o no lo hacen de manera adecuada. ¿No te pasa que en épocas de más estrés te duele la cabeza o sientes malestar en el estómago?", se pregunta la experta.
En concreto, Sánchez subraya que "el cuerpo grita lo que la boca calla", es decir, somatiza ese dolor emocional. "Somatizar es la expresión física del malestar psicológico. Puede ocurrir en todas las edades y las mujeres tienen más probabilidades de somatizar que los hombres", remarca.
Aquí destaca que hay una característica que está muy ligada al proceso de somatización, el llamado 'estrés severo', aquellas personas que atraviesan momentos de grandes dificultades y que son poco hábiles en la gestión de sus emociones y tienden a presentar un mayor número de somatizaciones.
"Cuando experimentas una situación estresante, ya sea a nivel físico, emocional, o ambiental, de esas que sientes que ya no puedes más, tu organismo se pone en marcha. Se activan diferentes estructuras cerebrales como el hipotálamo o la amígdala, y un gran número de hormonas relacionadas con el estrés (como el cortisol) comienzan a recorrer tu cuerpo a través de la sangre y generan respuestas a todos los niveles, desde la modificación del estado cognitivo, hasta la forma en la que procesamos la información, o por ejemplo a la hora de determinar cómo vas a comportarte y cómo te sientes", describe la psicóloga de 'Una mente maravillosa'.
Por ello, Sánchez destaca que las emociones son importantes en nuestro día a día y no debemos descuidarlas porque cuando las experimentamos también segregamos hormonas o neurotransmisores que de alguna forma influyen en el cuerpo.
En este punto recuerda también que cuando una persona presenta un déficit de serotonina se encuentra más triste, más decaída, más apática. "Si estamos tristes impedimos que esta hormona se segregue y hace que nos encontremos peor y de alguna forma limitamos nuestro movimiento, hacemos menos tareas, tenemos más dificultad para desarrollar algunas actividades y nos influye a nivel corporal. Por ejemplo, se ha visto que las personas con depresión tienen menos serotonina", insiste la psicóloga.
EMOCIONES ENCAPSULADAS Y CÓMO RESOLVERLAS
Sobre las emociones encapsuladas, aquellas que están ocultas, y que nosotros mismos enterramos porque pensamos, por ejemplo, que no es bueno que nos vean tristes y nos lo guardamos, la experta advierte de que éstas pueden aflorar de alguna manera, como reaccionando de manera desmesurada ante determinadas personas o situaciones, por ejemplo, y nos ponemos a la defensiva a la mínima, por ejemplo ante un miedo al rechazo del pasado.
"Cuando hay una pérdida y muere alguien cercano, y somos incapaces de llorar, no nos permitimos estar mal porque somos muy exigentes con nosotros mismos, esto a la larga nos puede dar problemas", remarca la directora de 'La Mente es Maravillosa'.
Con todo ello, y para resolver 'eso interno que nos duele', Sánchez resalta que lo más importante es que de vez en cuando, aunque no estemos acostumbrados, nos preguntemos cómo estamos, cómo nos sentimos, hacernos un auto chequeo que nos aporte bastante información, un trabajo de conciencia corporal y emocional.
"Si nos sentimos mal, un poco desubicados, desorientados, que no estamos en nuestro sitio, debemos empezar a preocuparnos y ver qué está pasando. La mayor parte de veces solemos pensar que se debe a algo físico pero en muchos casos la angustia o la preocupaciones se deben a asuntos no resueltos, a problemas de pareja, o en el trabajo, que en última instancia pueden influir en las dolencias físicas", añade.
Meditar o hacer yoga, así como hacer deporte pueden ayudar, a juicio de Sánchez, si bien avisa de que no siempre un dolor físico está relacionado con un dolor emocional. "A veces hay causas orgánicas, por lo que también éstas deben descartarse con un experto. No todo está en las emociones ni se soluciona con terapia", sentencia.