MADRID 17 Ene. (EUROPA PRESS) -
Cuatro años después de que se declarara la pandemia, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos) han utilizado tecnología punta y un enfoque innovador para evaluar la efectividad de las medidas de prevención implementadas en el entorno de atención médica durante las últimas tres oleadas de la pandemia.
El estudio, publicado en 'Clinical Infectious Diseases' concluye que los parámetros de prevención de infecciones implementados en el entorno de atención médica, incluidos los estándares de ventilación de al menos cinco cambios de aire limpio por hora, combinados con el uso de mascarillas universales, previnieron la mayoría de las transmisiones de SARS-CoV-2. En los pacientes que dieron positivo por el virus, el equipo de protección personal (EPP) protegió y prácticamente eliminó la transmisión asociada a la atención médica.
Los investigadores adoptaron un enfoque innovador nunca antes utilizado para evaluar las diferentes variantes de las muestras e identificar si estaban temporal o físicamente cerca una de otra, lo que sugiere una transmisión sanitaria. Para clasificar, aislar y evaluar a las personas expuestas a cepas específicas del virus se utilizaron datos de los registros médicos electrónicos de los pacientes, cuyas identidades estuvieron protegidas durante todo el estudio, y metadatos sobre el acceso y el movimiento del personal a estos registros, acompañados por un sólido programa de rastreo de contactos.
"Si bien las cepas de virus eran muy distinguibles en la segunda y tercera ola de la pandemia, durante la explosiva y homogénea ola Omicron, descubrimos que no podíamos confiar únicamente en los datos genéticos", aclara Christopher Longhurst, coautor del estudio y director ejecutivo del Centro Jacobs para la Innovación en Salud y director médico y director digital de UC San Diego Health (EE.UU.).
"Tuvimos que profundizar en la documentación electrónica y el análisis de las redes sociales, como personas con cepas de virus similares, y considerar su interacción física en el hospital, para determinar qué sucedió realmente y cómo se estaba propagando el virus", afirma.
Los investigadores examinaron la composición genética del SARS-CoV-2 durante tres oleadas consecutivas y compararon qué tan estrechamente estaba relacionada la variante genética de una persona con la de otra. El estudio implicó la recolección de 12.933 muestras de virus de 35.666 pacientes y profesionales de la salud desde el 1 de noviembre de 2020 hasta el 27 de febrero de 2022.
"Incluso cuando cientos de trabajadores de la salud se infectaban cada semana durante el pico de la ola Omicron, descubrimos que no era más probable que contrajeran el virus en el sistema hospitalario", añade Joel Wertheim, coautor principal del estudio y profesor asociado de la Facultad de Medicina de UC San Diego. "Los resultados revelan los patrones ocultos de la transmisión viral", señala.
Así, los resultados del análisis tanto genético como de redes sociales mostraron que si bien el uso universal de mascarillas era clave para prevenir transmisiones, las salas de presión negativa en el aire, las mascarillas respiratorias universales N95 o incluso cerrar la puerta de la habitación de un paciente no eran elementos esenciales para proteger contra la transmisión en el ámbito sanitario en el entorno de atención.
De hecho, la mayoría de las transmisiones ocurrieron fuera del entorno de atención médica, el contacto físico en la comunidad, entre hogares o cuando no se siguió el uso universal de mascarillas en el contexto de una infección por SARS-CoV-2 no reconocida. Era más probable que la transmisión viral ocurriera en espacios compartidos, como salas de descanso o vestíbulos.
Finalmente, los investigadores concluyen que el tipo de enfoque tecnológico utilizado puede ser un modelo para estudios futuros y una herramienta implementada para epidemias de enfermedades infecciosas altamente contagiosas.