MADRID, 27 Dic. (EUROPA PRESS) -
Los microictus, aquellos que afectan a zonas muy pequeñas del cerebro y que suelen pasar desapercibidos, pueden provocar cambios en la personalidad, según ha avisado la directora médica de Vithas NeuroRHB, Belén Moliner.
Estos ictus leves se manifiestan en forma de malestar general, náuseas o mareos y, normalmente, remiten sin sintomatología neurológica y sin secuelas aparentes. Sin embargo, si se repiten en el tiempo, la zona dañada en el cerebro va aumentando y aparecen cambios cognitivos o conductuales que, incluso, pueden afectar a la marcha, provocar temblores o impedir la ingesta de líquidos.
"El cambio de personalidad se define como una alteración persistente de la personalidad que constituye un cambio con respecto al anterior patrón característico de comportamiento. Por ello, si un familiar nos advierte sobre alteraciones de comportamiento en un paciente, siempre tenemos que plantearnos la posibilidad de que haya algún daño cerebral que, probablemente, no haya dado síntomas físicos, pero que esté provocando un cambio de personalidad, ha dicho la doctora.
La personalidad es el conjunto de rasgos psíquicos que se desarrolla desde el nacimiento y que se mantienen de manera permanente manifestándose en todas las áreas de funcionamiento y comportamiento de forma automática. En este sentido, la doctora ha comentado que los microictus pueden provocar cambios en la personalidad de la persona, sobre todo, en su forma de actuar, en su iniciativa o, incluso, en su manera de expresar los afectos, ya que una de las zonas cerebrales que más suele verse afectada en esta enfermedad es la estructura subcortical, la cual provocará un enlentecimiento progresivo en la persona, y una tendencia a la apatía.
"El microictus puede provocar también alteraciones emocionales, tendencia a la irritabilidad o en algunos casos agresividad. También puede hacer que la persona tienda a estar menos prudente a la hora de relacionarse a nivel social. Este cambio de personalidad es muy lento y progresivo, por lo que es difícil de detectar en muchas ocasiones. Empieza con cambios sutiles y con el tiempo va acaparando de forma total el comportamiento de la persona", ha apostillado Moliner.
Dicho esto, la doctora ha subrayado la importancia de diagnosticar y tratar precozmente los microictus para minimizar los síntomas, mejorar la funcionalidad, aprender nuevas pautas de comportamiento y, sobre todo, conocer y comprender la enfermedad.
Hay que realizarse un chequeo anual que incluya una analítica general, para revisar la tensión arterial, el funcionamiento cardiaco y los parámetros analíticos. Evitar los hábitos tóxicos, como el tabaco, las sustancias de abuso y la comida grasa en grandes cantidades, ya que aumentan el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y hacer deporte moderado como caminar, ya que activa la circulación de todo el organismo, lo oxigena y alimenta, ha zanjado.