MADRID, 16 Ago. (EDIZIONES) -
José Ortega y Gasset, filósofo y ensayista español, decía que 'la política es la ciencia de la mentira', y el político profesional necesita muchas veces la mentira para cautivar a la gente y sobre todo al votante, pero también a veces para ocultar sus fallos y errores.
"Necesita también dar buena imagen y los políticos, de alguna manera, son seductores y necesitan que los demás los vean bien", afirma en una entrevista con Europa Press Infosalus José María Martínez Selva, catedrático de Psicobiología en la Universidad de Murcia, donde es profesor de Psicofisiología y Psicología Fisiológica, y gran estudioso de la materia, con la publicación de varios libros.
Acaba de publicar 'La nueva ciencia de la mentira' (Paidós), un manual en el que nos muestra qué dice la Neurociencia, la Psicología, y la Inteligencia Artificial sobre la mentira y su detección y, precisamente, le dedica al tema de la política y de las nuevas dictaduras un capítulo en el libro, sobre el que charlamos con él.
UN USO INSTRUMENTAL DE LA POLÍTICA
Cuenta este experto que, muchas veces, y en el largo plazo, algo habitual es que los políticos hagan uso de la mentira para ocultar cosas que están mal hechas porque deben mantener una cara frente a la sociedad.
Incide en que los políticos suelen hacer un "uso instrumental" de la mentira, aunque reseña este catedrático de Universidad que la literatura científica también habla de que los políticos "tienden a ser un poco narcisistas y a exagerar todo lo positivo que tienen": "También la Ciencia habla de que muchos políticos tienen rasgos de psicopatía, y de que mienten porque tienen que salir adelante y convencer, y demostrar que son mejores que los otros".
Además, remarca Martínez Selva de la mentira que los políticos tienen que hablar mucho, de manera que "cuanto más hablas, más mientes", porque tienes una mayor necesidad de tener que decir algo bueno y que cautive a sus seguidores. "Son situaciones en las que es más probable que se dé la mentira", agrega.
Subraya igualmente este estudioso que los políticos tienen un mayor acceso a los medios de comunicación, y esto hace que la repercusión de sus mentiras sea mayor que las mentiras de las personas de la calle; "lo que favorece, además, que se asocie la política con la mentira".
Ahora bien, sí pone de relevancia que, a pesar de que es común asociar la política con la mentira, muchos políticos son "mentirosos en potencia", capaces de desdecirse de un día para otro. "La forma de mentir de los políticos no es trivial. Las decisiones que se toman afectan a muchas personas, y el calibre de las mentiras y sus consecuencias pueden ser enormes. (...) Como la de George W. Bush al invocar las inexistentes armas de destrucción masiva para justificar la injustificable guerra de Irak, o las excusas inventadas por el genocida Vladimir Putin para invadir Ucrania, sin que en ninguno de los dos casos pueda decirse tampoco que haya habido una completa sinceridad por parte de sus oponentes.
EL EFECTO DE LAS REDES SOCIALES
Pero expone en el libro que se están dando ciertas circunstancias, como son Internet, o las redes sociales, así como nuevas formas de comunicación, "de manera que la política se está convirtiendo en un centro de innovación de la mentira".
"Cosas que antes no se veían, ahora se están empezando a ver en la política, antes se montaba un mitin en una plaza de toros y hoy en día hay detrás una escenografía donde se piensa que se va a transmitir por tv y aparece la telegenia, el dar bien en tv, el poner personas detrás político para que las vea el espectador; el uso del lenguaje y hay lenguajes detrás para la importancia de la narrativa. La política, aparte de ser de la creación de un entorno que lleva a mentir, es como una especie de incubadora de nuevas formas de mentir", añade.
Aquí alerta de que los nuevos dictadores no son tan sangrientos como lo eran en la época de Stalin o la China de Mao, sino que ahora se da un control exhaustivo de los medios de comunicación que no son afines, algo que sucede, según apunta, en la Rusia de Putin o en la Venezuela de Maduro.
"Se trata de países en los que se está produciendo la utilización de la mentira no con tanta violencia física, pero sí con una forma de influir de manera muy clara, y también muy efectiva en lo que ven y opinan las personas y las decisiones que toman", alerta Martínez Selva.
El problema está, a juicio de este catedrático de Psicobiología, en que esto va en paralelo con una democracia formal, en la que hay elecciones, partidos políticos que son tolerados, aunque al final el gobernante, por diversos sistemas, se asegura que va a salir.