Mentiroso compulsivo, radiografía de la mitomanía

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Actualizado: miércoles, 17 febrero 2016 16:49

   MADRID, 17 Feb. (EDIZIONES) -

   La mitomanía, que se podría definir como la tendencia patológica a mentir, es también conocida como pseudología fantástica o trastorno mentirosos compulsivos. Se trata de la invención consciente y demostrable de acontecimientos difícilmente comprobables y de falsedades desproporcionadas por cuya fabulación el protagonista no obtiene una ganancia aparente o se debe a un impulso a mentir para construir una falsa identidad.

   Según explica a Infosalus el doctor Edorta Elizagárate Zabala, psiquiatra del Hospital Universitario de Álava (HUA) y de la Unidad de Psicosis Refractaria de la Red de Salud Mental de esta provincia vasca, existen diversas manifestaciones del mentir compulsivo asociado a rasgos de personalidad entre quienes padecen trastornos de personalidad y trastornos antisociales o quienes no buscan beneficios personales sino inconscientes, no saben por qué lo hacen.

   Existen mitómanos muy conocidos como Enric Marco, que afirmó ser víctima del nazismo y haber estado en un campo de concentración, o el caso de Alicia Esteve que dijo estar en las torres gemelas en 2001 y llegó a representar a una asociación de víctimas de los atentados del 11 de septiembre.

   También es famoso el caso de quien se hizo pasar por médico e investigador de la Organización Mundial de la salud, Jean-Claude Romand, que tuvo un triste final pues cuando la familia parecía a punto de descubrir la verdad se convirtió en el asesino de su mujer, sus dos hijos y sus propios padres.

La mitomanía aunque tiende a encuadrarse dentro del trastorno de personalidad antisocial, no es una entidad aparte en la guía médica de patologías psiquiátricas de referencia a nivel internacional, el DSM-5. Es una patología que no está bien descrita pero que se caracteriza por crisis emocionales y rasgos de personalidad. Las personas con una personalidad antisocial ostentan una falta de empatía y culpa, una autoestima elevada y un encanto superficial con un cariz embaucador.

   "Las personalidades antisociales tienen una incapacidad para experimentar el dolor ajeno o culpa por las consecuencias dañinas de sus acciones", señala el psiquiatra.

MENTIROSOS COMPULSIVOS

   Estos rasgos de personalidad se presentan en mujeres y hombres por igual que relatan historias con atisbos de verdad, lo que explica que sea fácil caer en las trampas, mienten de forma compulsiva y presentan una tendencia duradera y sin beneficios aparentes.

   "Son muy importantes los rasgos de personalidad pero requieren tener cierta edad para su diagnóstico y por lo general han tenido una escolaridad deficiente, relaciones personales instrumentales, desde siempre provocan falta de confianza y están abocadas al fracaso, en algunos casos pueden mantenerse a flote. Algo avisa de un trastorno de personalidad, son personas seductoras, embaucadoras con cariz de instrumentalización", señala Elizagárate sobre los mentirosos compulsivos.

CONSTRUIR UNA IDENTIDAD FALSA

   Los casos de Alicia Esteve, Enric Marco o Jean-Claude Romand son los de personas que crearon una identidad de la nada a través de una pseudología fantástica: falsos recuerdos que en muchos casos llevan incluso al mismo fabulador a creer que tales fantasías han tenido lugar. Crearse esa identidad es su objetivo fundamental.

   "También existen personas que emplean una estrategia más consciente y mienten según las circunstancias para conseguir un beneficio inmediato e impedir que se les controle. Es en este aspecto donde la personalidad antisocial se muestra de forma más genuina", explica el psiquiatra.

   La búsqueda de tratamiento sólo la realizan si sale a la luz su conducta o les obligan o tienen otras patologías como la ansiedad y la depresión. No sienten culpa ni tampoco sufrimiento.

   Al ser desenmascarados, en la entrevista clínica de estas personas se pueden observar características antisociales, narcisistas e histriónicas. "No se pueden considerar enfermedades, son una forma de ser que puede o no crear sufrimiento pero más bien a través de los trastornos depresivos y eventualmente adaptativos que pueden ser concomitantes", concluye Elizagárate.