MADRID, 12 May. (EUROPA PRESS) -
Hay especialmente muchas mujeres que se quejan de estar hinchadas, incómodas, y desconocen el porqué; y sin obtener muchas veces una explicación muy claro, pero tampoco unas indicaciones a seguir. Hablamos con un referente en la materia que nos lo cuenta.
"La inflamación silenciosa es la enemiga invisible de un sistema inmunitario fuerte y resolutivo. Siguiendo una dieta antiinflamatoria se puede combatir una reacción inflamatoria larvada de forma casi definitiva, lo que significaría tener un sistema inmunológico competente, además de limitar el consumo de alimentos que pueden promover la inflamación", confirma en una entrevista con Infosalus el discípulo de Gregorio Marañón y especialista en Endocrionología, Metabolismo, Nutrición y Biopatología, el doctor Carlos E. Rodríguez Jiménez, quien resalta que podrían existir un par de explicaciones a por qué esa sensación de hinchazón.
"Se pueden diferenciar dos tipos de inflamaciones en el cuerpo: la inflamación silenciosa y la patente. Cada vez que tenemos un ataque el cuerpo se inflama. Es algo imperceptible, pero tiene lugar para que en ese caldo que se produce las células de defensa puedan segregar sus inmunoglobulinas, toda su maquinaria de defensa. Si la inflamación se hace caótica y los malos ganan, la inflamación es tremenda y las fronteras establecidas por las células de defensa pierden", reconoce, coincidiendo con la publicación de su libro 'Inmunonutrición y Bioestilo' (Almuzara).
Después, habla de esa inflamación que notan muchas mujeres, originada por una inflamación intestinal, imperceptible igualmente, y por la que muchas veces ni duele el intestino, aunque sí está edematoso, que al cronificarse interferirá en la digestión y en la producción de moléculas destinadas al sistema inmunometabólico y hormonal.
"Es debida a que los linfáticos, a las vías de drenaje del cuerpo, están atascadas, de forma que el espacio intersticial se hincha muchísimo, aquel tejido de relleno entre linfáticos, células y venas, y en el que se queda cantidad de líquido", explica el responsable de la unidad de Inmunometabolismo, Endocrinología y Nutrición del Hospital Beata María Ana de Madrid.
El doctor Rodríguez Jiménez resalta así que muchas veces, cuando hay trastornos fisiológicos en las mujeres, se producen estos "atascos" porque se producen moléculas enormes que el hígado no es capaz de eliminar y quedan estancadas en estos espacios intersticiales o linfáticos. "De ahí que se habla de drenaje linfático, aunque en estos casos no es lo más correcto porque es hambre para hoy y pan para mañana, porque vuelven a rellenarse", advierte.
En su opinión, en estos casos, aparte de la dieta antiiflamatoria, hay que realizar un tratamiento de drenaje linfático pero a nivel biológico como el meliloto, que ayuda mucho a drenar linfáticos, pero siempre, por supuesto, bajo prescripción médica. "Hay que cuidar esa hinchazón manifiesta y perjudicial y tratarla a tiempo porque si no se acumulan las células grasas, y no se debe dejar que se forme la lipoesclerosis (celulitis), un exceso de grasa y de detritus.
En este punto, el también fundador de la sección de Endocrinología experimental de la Clínica Puerta del Hierro (Madrid) mantiene que la lipoesclerosis es más difícil de tratar porque "son perdigones establecidos con tejido fibroso interno", si bien defiende que la grasa se puede 'combatir' con una pauta de alimentación drenante, "hasta casi inmunomoduladora".
"Dado que el organismo en sí está inflamado y sus sistemas de drenaje están dificultados, y tenemos que ayudar a drenar, no siempre debemos buscar una disculpa en una comida no regulada. Muchas veces la comida excesa en grasas, alcohol o dulces puede tener parte de culpa", añade el especialista.
LA DIETA ANTIINFLAMATORIA
Por eso, defiende que una dieta antiinflamatoria es un "importante auxiliar" en estos casos, para un sistema inmunológico eficiente, que sea capaz de compensar uno de los principales activadores del estrés oxidativo, un daño celular generado por exceso calórico; es decir, por comidas copiosas. "La hipernutrición y el hipersedentarismo son tan perjudiciales como una nutrición exageradamente sobria", apostilla.
En este contexto, destaca la idoneidad de un periodo de ayuno coherente, no absoluto sino relativo, siempre controlado por un especialista, incrementa las funciones cerebrales, reduce la posibilidad de que persistan retos de oxígeno no utilizado, que oxidan membranas celulares y las inflaman.
"Por ello el ayuno controlado puede considerarse terapeútico (12 horas con comidas frugales)", afirma, al tiempo que asegura que es importante un estilo de vida equilibrado, "que no aburrido", como base de una vida celular antiinflamatoria. "Lo beneficioso es reducir el consumo calórico propio de la toma de cantidades ingentes de alimento, que deterioran cualquier sistema biológico, entre los cuales se encuentra el sistema inmunológico", añade este referente nacional en inmunonutrición.
Para contrarrestar esta sensación recuerda que determinados alimentos ingeridos en exceso o no metabolizados tienen una mayor propensión a dañar las células por poseer una capacidad oxidante elevada:
Grasas Saturadas: origen animal contenidas en embutidos, quesos fermentados, mantequilla, margarinas; su uso excesivo favorece un estado proinflamatorio.
Cereales, harinas no integrales y sus derivados refinados: pastelería y bollería industrial, por exceso de calorías y el incremento de la producción de insulina, lo que induce a una sobrecarga del páncreas y a una exigencia metabólica proinflamatoria; para prevenir estos estados es importante el consumo de productos con bajo índice glucémico,
Tabaco, alcohol y otros tóxicos
Asados a la brasa: los efectos del fuego en exceso son altamente perjudiciales para la salud, al producir derivados que inducen al daño celular; mejor emplear cocción a fuego lento, al vapor o a la plancha, para mantener la calidad del producto; en caso de emplear la brasa evitar a toda costa las superficies carbonizadas, ni leventemente.
"Las mejores formas de reducir la inflamación de todo tipo no se encuentran en el botiquín, sino en la despensa y en el refrigerador. Algunos alimentos dificultan el proceso metabólico que originan las moléculas inmunitarias", agrega.
Entre estos apunta a los alimentos procesados como la comida rápida, ciertas comidas congeladas y los embutidos (consumirlos con moderación); los alimentos fritos y los aceites parcialmente hidrogenados, como las margarinas, contienen grasas trans, un tipo de ácido graso insaturado que también se ha relacionado con mayores niveles de inflamación; aparte de las bebidas azucaradas y los carbohidratos refinados promueven la inflamación.
A su vez, promueve este listado de alimentos que deberían evitarse en estas situaciones: "comida chatarra", como comida rápida; carbohidratos refinados tipo pan blanco, galletas, harinas blancas, pasta; alimentos fritos como patatas fritas, donuts o pollo frito; bebidas azucaradas, entre las que se encontrarían refrescos, té dulce, bebidas energéticas, bebdidas deportivas; carnes procesadas como tocino, carne enlatada, hot dogs, embutidos (el buen jamón no es un embutido, según aprecia); grasas trans como manteca, aceite vegetal, o margarina, entre otros.
Resaltando igualmente la recomendación de seguir una alimentación antiinflamatoria e inmunoprotectora rica en pescados, mariscos, huevos, lácteos frescos, frutas, verduras, nueces, cereales integrales, y aceite de oliva, carnes poco grasas, frutas del bosque, manzanas y verduras de hoja verde, el café, así como alimentos ricos en omega-3.
Otro punto sobre el que el doctor Rodríguez hace hincapié es que comemos más de lo que deberíamos, de ahí que se recomiende el ayuno intermitente: "Si bien la inflamación es buena cuando se requiere defensa y en un grado determinado, no es deseable cuando se produce por irritación inadecuada. Podemos decir que todo lo que sucede cuando hacemos grandes transgresiones dietéticas fomenta un proceso inflamatorio silencioso en todo el circuito intestinal, hepático y pancreático. De ahí, una sobre exigencia inmunometabólica evidente. El mero hecho de sentir nuestro cuerpo abotargado después de una comida es suficiente para saber que lo que hemos comido no resulta beneficioso".