MADRID, 10 Ene. (EDIZIONES) -
En las últimas décadas se ha disparado la publicación de estudios neurocientíficos, pero no siempre de manera rigurosa, y hoy en día estos representan una importante fuente de muchos de los neuromitos que debemos identificar, pero también borrarlos de nuestra mente, nunca mejor dicho, porque no son ciertos.
La doctora en Neurobiología Tiziana Cotrufo acaba de publicar 'En la Mente del Niño' (Shackleton Books), un manual en el que entre otros puntos explica cómo se forma el cerebro humano, cómo adquiere sus capacidades, aparte de dedicar un largo capítulo a desmitificar estos 'neuromitos' o creencias erróneas sobre el cerebro.
"Justo ayer una de mis estudiantes me dijo que 'usamos sólo el 10% de nuestro cerebro'", confiesa la neurocientífica en una entrevista con Infosalus, contestándole, según recuerda, que no llegamos ni a ese porcentaje al dormir. "Desconocemos el origen de este neuromito, pero hace años era muy difuso y la existencia de niños a los cuales se le había tenido que exportar grandes regiones del cerebro sin consecuencias gravísimas, lo había consolidado. Desde luego, muchas técnicas que analizan la actividad cerebral demuestran que ningún área cerebral es completamente inactiva, ni siquiera durante el sueño", agrega.
Otra creencia muy común, según apunta la neurocientífica, es que un hemisferio cerebral domina sobre el otro para determinadas funciones, recordando que de aquí surge la idea de que los niños con el hemisferio izquierdo dominante se pueden clasificar en racionales y matemáticos, mientras que aquellos con el hemisferio derecho dominante sean más artísticos y creativos.
"Aquí no hay que olvidar los talentos naturales individuales que cada pequeña persona puede mostrar, cada habilidad deriva de una integración de mensajes nerviosos que ocurre en ambas porciones del cerebro. Roger Sperry, premio Nobel que estudió muchos pacientes privados de la conexión entre los dos hemisferios decía que "el trabajo sobre cerebros cuyos hemisferios están separados muestra que los dos hemisferios son realmente competentes en muchas cosas, pero proporcionan dos instantáneas diferentes del mundo. Hemos de unirlas para tener una visión completa", añade.
A su vez, Cotrufo menciona que otro neuromito que le gustaría mucho desterrar es aquel según el cual la existencia de los periodos críticos limita la capacidad de aprender: "Algunos medios todavía difunden la noticia de que los niños básicamente aprenden de cero a tres años, el período de máxima plasticidad cerebral, y si no aprovechamos todos los minutos de estos preciosos años los niños habrán perdido sus posibilidades de éxito total. Las condiciones de vida y los estímulos que naturalmente tiene a disposición un niño pueden alargar el cierre de estas ventanas de tiempo, y hay algunos periodos críticos que permanecen abiertos durante toda la vida".
EL PAPEL DE LOS AMBIENTES ENRIQUECIDOS
Igualmente, la doctora en Neurobiología señala que otro mito relacionado con el anterior consiste en creer que los ambientes enriquecidos aumentan la capacidad de aprender del cerebro, y donde "enriquecido" se interpreta como un ambiente muy rico en estímulos para un niño. Cotrufo indica que, como consecuencia de esta creencia, los padres corren en búsqueda de mil actividades para los niños, pantallas interactivas, juegos sofisticados e incluso guarderías que prometen estimulaciones continuas.
"El mito deriva de las investigaciones que demuestran que ratones crecidos en un ambiente enriquecido son más plásticos, y responden mejor a test de memoria y aprendizaje. ¿Pero sabéis qué es un ambiente enriquecido para un ratón? Es una jaula más grande de lo habitual, donde nunca está solo y en la que no sólo puede interaccionar con naturalidad con los demás ratones, sino que también tiene a disposición juguetes de colores, una rueda que puede utilizar para correr, comida variada y donde las madres tienen la tranquilidad de cuidar sus hijos. ¿No os parece que sea una vida del todo normal?", valora la especialista.
Y la última creencia que espera desmitificar con este artículo Tiziana Cotrufo, también profesora en la Universidad de Barcelona, es que los niños están menos atentos después de haber tomado bebidas o 'snacks' azucarados. "El origen de este mito se encuentra en una investigación inicial sobre el consumo de azúcar y el síndrome de hiperactividad por déficit de atención. Según dos viejas teorías, una respuesta alérgica al azúcar refinado o a la hipoglucemia reactiva podría haber sido la causa del aumento de la actividad motora. Sin embargo, la investigación posterior que ha tratado de verificar estas asociaciones nunca ha apoyado estas teorías", sentencia la neurocientífica.