MADRID, 9 Ene. (EDIZIONES) -
Generalmente todos más o menos reconocemos nuestro físico, que miramos todos los días, cuando lo vemos en el espejo. No obstante, es rara la vez en la que nuestra voz nos gusta al oírla tras una grabación. No nos gusta nuestra voz, nos resulta desagradable, ¿por qué sucede esto?
En una entrevista con Infosalus, el presidente de la Comisión de Otología de la SEORL-CCC, el otorrino Luis Lassaletta subraya que esto se debe principalmente a dos componentes: el que no reconozcamos nuestra voz en una grabación tiene una explicación fisiológica, pero el que no nos guste también cuenta con un componente psicológico.
Para poder entender todo, el experto señala que es preciso comprender cómo es el proceso de audición. "No reconocemos nuestra voz cuando la oímos en una grabación porque sólo la oímos por la vía aérea. Cuando escuchamos de forma normal lo hacemos por vía aérea y por vía ósea", precisa el especialista de la SEORL-CCC.
Así, señala que la audición se produce después de la generación de una serie de ruidos o sonidos que provocan unas ondas sonoras. Éstas se recogen por el pabellón auditivo y hacen vibrar al tímpano y a la cadena de huesecillos. Estos, a su vez, hacen vibrar a los líquidos del oído interno o cóclea, donde se encuentran las células ciliadas, encargadas de transmitir la información a través del nervio auditivo hasta el cerebro. "En esencia es así como oímos", subraya.
Pero además, destaca que sobre esta forma de oír que todos tenemos hay un componente del que muchas veces no somos conscientes y es que oímos también por vía ósea, aparte de esta transmisión por vía área explicada en el párrafo anterior.
"También hay una transmisión que va desde el cráneo, donde está alojado el hueso del oído, hasta la cóclea o oído interno. Esto se puede experimentar tapándonos los oídos. Si sales a la calle por muy bien que te tapes los oídos e impidas esa audición aérea seguimos oyendo, y eso explica la audición por la vía ósea. Alguien que nos habla fuerte estimula directamente el hueso y esas vibraciones se transmiten directamente a la cóclea o oído interno", remarca el otorrino.
Por ello, se explica que cuando nosotros escuchamos nuestra propia voz estamos escuchándola de las dos maneras, por un lado generamos las ondas sonoras y nos llegan por la vía aérea, pero en el caso de hablar nosotros mismos también lo percibimos más claramente por la vía ósea. "Un ejemplo muy gráfico tiene lugar cuando alguien canta y necesita ver si está afinando bien o no la voz cuando hay mucha gente, ruido de fondo o instrumento ruidoso sonando a la vez. Se tapan los oídos porque se escucha mejor la propia voz para saber si se está en el tono adecuado y ésta es la vía ósea", apostilla el especialista.
Así con todo, Lassaletta insiste en que cuando hablamos normalmente percibimos nuestra voz tanto por vía aérea, como por la vía ósea. "La vía ósea le da una información más grave a nuestra voz, y es la que se pierde cuando la oímos en una grabación, momento que sólo la oiremos por vía aérea. Por ello perdemos esa vía ósea que sólo oímos nosotros", precisa el experto.