MADRID, 31 Dic. (EDIZIONES) -
A pesar de todo lo que se está diciendo, de la gran cantidad de información que se publica en esta pandemia, hay personas que siguen insistiendo en que la COVID-19 es lo mismo que una gripe, cuando la evidencia científica está demostrando más que de sobra que esto no es así. Esta creencia va y viene, y ahora parece volver ante la llegada de la nueva variante Ómicron que parece tener síntomas leves.
En una entrevista con Infosalus, el investigador y director de Cultura Científica del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa José Antonio López Guerrero explica que el SARS-CoV-2 y el virus influenza, responsable de la enfermedad de la gripe, son familias de virus diferentes. Sí dice que tienen en común la forma de transmisión, por vía aérea principalmente, especialmente en espacios cerrados, y con mayor facilidad en tiempos fríos y con poca luminosidad y radiación ultravioleta.
Señala que ambos virus son de ARN, pero el de la gripe tiene más capacidad de variabilidad porque su genoma lo tiene segmentado, son 8 pequeños cromosomas, mientras que el SARS-CoV-2 es una única molécula.
Igualmente, indica que en ambos los efectos clínicos "pueden ser fatales", recordando que la pandemia de gripe española de 1918 mató entre 50 y 100 millones personas. Además, López-Guerrero advierte de que la gripe puede convertirse en una enfermedad sistémica aún a día de hoy, al tiempo que alerta de que la gripe aviar cuando ha pasado a humanos tiene una mortalidad de 30%, "un peligro que sigue estando ahí".
"La gripe pensábamos que iba a ser la siguiente catástrofe y se ha adelantado el coronavirus. Pero la gripe sigue siendo una amenaza. Son virus distintos, tienen hoy por hoy características serológicas y clínicas diferentes, pero no sabría decir en la Historia de la humanidad qué virus sería el más peligroso de los dos. La gripe sigue matando más de 100.000 personas al año en todo el mundo, aún teniendo inmunidad de recuerdo de un año para otro, así como una vacuna y tratamientos. Sigue ahí, y sigue evolucionando y generando de vez en cuando pandemias", destaca.
Mientras, Ángela Domínguez, coordinadora del grupo de trabajo sobre vacunación de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) detalla en otra entrevista con Infosalus que la gripe y la COVID-19 son las dos infecciones respiratorias, que están causadas por virus, y con muchos síntomas comunes (tos, secreción nasal, dolor de garganta, fiebre, dolor de cabeza...), al tiempo que las dos se transmiten por secreciones respiratorias de las personas infectadas.
Resalta que tanto en la gripe como en la COVID-19 se pueden producir complicaciones como neumonía, insuficiencia respiratoria, afectaciones cardíacas y empeoramiento de enfermedades crónicas que ya se tenían antes de enfermar.
Eso sí, subraya que las principales diferencias son que el virus SARS-CoV-2 que causa la COVID-19 es más transmisible que los virus de la gripe; que el SARS-CoV-2 causa enfermedad grave a más personas que el virus de la gripe; que entre las complicaciones de la COVID-19 se pueden producir trombos en pulmones, corazón, extremidades o cerebro y también síndrome inflamatorio, que afecta a varios sistemas, mientras que en la gripe estas complicaciones no se dan.
VACUNACIÓN EN GRIPE Y EN LA COVID
Por otro lado, sobre las diferencias en la vacunación de la gripe y de la COVID-19, sobre la que todavía estamos aprendiendo, José Antonio López-Guerrero indica que las vacunas se deben cambiar cada año porque la gripe varía mucho, hay diferentes cepas circulando y anualmente se debe analizar cuál es la que se nos acerca para poder vacunarnos frente a ella.
En el caso del coronavirus, a pesar de que muta como estamos viendo, este científico dice que, de momento, están apareciendo variantes que no cepas: "La cepa es cuando se produce un cambio drástico y un efecto biológico diferente, se produce una serología diferente, algo que también repercutirá en la clínica".
Por tanto, insiste en que en el SARS-CoV-2 hablamos de 'variantes', con múltiples mutaciones en distintas partes del virus, si bien todavía los anticuerpos que se producen bien por pasar la infección o bien por la vacuna reconocen lo suficiente al virus como para intentar bloquearlo.
"Esto con las futuras variantes puede ir despareciendo porque la respuesta inmune en los mayores o en los sectores de población va recayendo y por eso se requieren las vacunas de refuerzo. ¿Va a ser periódica o circunstancial? Se irá viendo porque la relación con este virus es de 24 meses y es pronto para ver su relación en el largo plazo", sostiene López Guerrero.
En este sentido, África González, expresidenta de la Sociedad Española de Inmunología lamenta que la población aún siga pensando que la infección de COVID-19 sea como una gripe, cuando no lo es: "El SARS-CoV-2 muta menos que la gripe. Y la gripe lo que tenemos cada año son cepas diferentes, que tienen un cambio brutal de un año a otro, son cosas diferentes. Por eso nos tenemos que vacunar frente a la gripe cada año". Frente a las variantes del SARS-CoV-2, por mucho que cambien, dice que siempre seguiremos reconociéndolas.
A este respecto, la experta de la Sociedad Española de Epidemiología remarca que tanto los virus de la gripe como el SARS-CoV-2 mutan frecuentemente, pero los virus de la gripe lo hacen con mucha más frecuencia que el SARS-CoV-2: "Por ello para la gripe cada año las vacunas se preparan con los antígenos de los virus más recientes y la OMS determina cada año en febrero, a partir de la información que se tiene de las cepas que están circulando, la composición que deben tener las vacunas antigripales para la temporada siguiente".
Para la COVID-19 dice que las vacunas se elaboraron a partir de la variante de SARS-COV-2 que circulaba durante el año 2020, que no es la variante que más está circulando en la actualidad. "Los datos disponibles indican que las vacunas disponibles mantienen esencialmente la protección frente a la variante delta y los datos preliminares sugieren que también protegerían frente a la variante ómicron", destaca.
Así, la doctora Ángela Domínguez, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública, insiste en que la vacunación es fundamental frente a ambas infecciones porque estas pueden comportar gravedad, necesidad de cuidados intensivos y muerte; especialmente en las personas de 65 años y más y en las de cualquier edad que tienen enfermedades crónicas.
"También en las mujeres embarazadas se sabe que la infección por cualquiera de estos dos virus comporta un riesgo de complicaciones para ella y para el recién nacido. Con la vacunación la mayoría de las personas que tienen estas características se podrán evitar las formas graves de la enfermedad (tanto de gripe si están vacunados de gripe como de COVID-19 si están vacunados con vacuna contra la COVID-19). Y en las personas que a pesar de estar vacunadas enfermen (hay que recordar que las vacunas no protegen al 100% de los vacunados), la gravedad será menor", defiende.
OTRA DIFERENCIA: NO HAY GRIPE PERSISTENTE
Preguntada por las consecuencias de la COVID-19 y de la Gripe, así como sí existe una Covid persistente, cuya duración y efectos desconocemos, la especialista puntualiza que no se conoce la gripe persistente.
"La gripe es una enfermedad transmisible aguda que en la mayoría de las personas que no tienen otras enfermedades crónicas, ni tampoco edad avanzada, se resuelve en una semana habitualmente, aunque la tos puede durar un poco más. En las personas que tienen otras enfermedades crónicas y/o edad avanzada puede durar un poco más, y sobre todo, se pueden presentar las complicaciones mencionadas anteriormente, pero no se convierte en una enfermedad persistente", comenta la doctora Domínguez.
Con todo ello, frente a una persona que siga insistiendo en que la COVID-19 y la gripe son lo mismo, la miembro de la SEE resalta que los esfuerzos realizados por investigadores permitieron identificar en muestras de las personas afectadas de neumonía en Wuhan (China) un coronavirus que no se conocía hasta entonces y que se denominó SARS-CoV-2, que no tiene nada que ver con los virus de la gripe.
"Estamos en una pandemia y las vacunas frente a la COVID-19 constituyen una técnica de prevención muy importante, pero que las medidas de prevención no farmacológicas (mascarilla, distancia interpersonal, higiene de manos, ventilación de espacios cerrados) debemos seguir manteniéndolas todas las personas, tanto las completamente vacunadas como las que no lo están, porque contribuyen también a frenar la propagación del virus", sentencia.