MADRID, 5 Ago. (EDIZIONES) -
Aunque ahora es más frecuente porque estamos en primavera-verano, con una mayor exposición solar, es habitual que si miramos fijamente al sol o a un punto de luz se nos nuble la vista durante un rato, ¿por qué sucede esto? ¿En qué momento debemos emplear las gafas de sol, siempre que salimos a la calle y hay luz?
Nos echa una mano el doctor Andrés Fernández-Vega Cueto-Felgueroso, oftalmólogo de la Unidad de glaucoma del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, quien explica en una entrevista con Infosalus que, por lo general, este 'deslumbramiento' en la vista es debido a que cuando miramos fijamente a un punto, no realizamos correctamente el acto de parpadear, es decir, se nos olvida parpadear provocando cierta sequedad transitoria en los ojos que nos ocasiona esa visión borrosa.
"Además, la luz, una vez que se refleja en una superficie, se polariza en una sola dirección, provocando el efecto de los brillos o reflejos que también pueden hacer que no veamos del todo nítido si no llevamos puestas unas gafas de sol. De todos modos, dicha borrosidad no suele durar más allá de algunos segundos, aunque no es recomendable mirar directamente al sol", incide este especialista.
¿Hasta qué punto puede ser perjudicial para nuestra salud que se produzca este fenómeno de forma repetida o habitual? Este doctor insiste aquí en que "no es en absoluto recomendable" mirar fijamente al sol sin ningún tipo de protección pues, aparte de lo ya comentado, podría producirse algún traumatismo lumínico en la retina que podría ser irreversible.
Entonces le cuestionamos sobre cuándo es idóneo llevar gafas de sol, y si es necesario siempre que haya luz y salgamos a la calle: "El uso de gafas de sol es esencial. Todos estamos muy concienciados de la necesidad de proteger la piel cuando realizamos actividades al aire libre, especialmente en verano pero, sin embargo, el cuidado de los ojos todavía es una asignatura pendiente".
CUIDADO CON LAS QUERATITIS EN VERANO
Por eso, este oftalmólogo advierte sobre el hecho de que existen patologías oculares asociadas a esta época del año, como es el caso de la queratitis, que es una inflamación de la córnea, y que podría estar causada por una exposición prolongada a la radiación ultravioleta, y sin un filtro protector.
"Los síntomas de esta patología no son inmediatos y aparecen durante las siguientes horas de exposición a los rayos ultravioleta. Algunos de los síntomas asociados a la queratitis son: lagrimeo, disminución de la agudeza visual, fotofobia, irritación, escozor, dolor, u ojos rojos", detalla el especialista de la Unidad de glaucoma del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega.
Otra afección asociada al verano, según prosigue, es el síndrome del ojo seco: "Al encontrarnos en un ambiente de calor y con baja humedad se favorece la evaporación de la lágrima. El aire acondicionado también influye en dicha evaporación, puesto que el ambiente se reseca".
Además, dice el doctor Fernández-Vega Cueto-Felgueroso que en verano al ir a playas y a piscinas hay que tener en cuenta la importancia de proteger nuestros ojos en todo momento y con un filtro homologado. "El agua puede reflejar hasta un 30% de la luz del sol sobre la superficie provocando que los rayos ultravioletas reboten y puedan dañar a nuestros ojos", alerta.
¿CUÁLES SON LOS FACTORES DE RIESGO PARA LOS OJOS EN VERANO?
En última instancia, este oftalmólogo llama la atención sobre los diferentes factores de riesgo que influyen en nuestra salud ocular durante el periodo estival. "La mayoría de ellos son ambientales, pero también existen otros más diversos como la edad o los factores genéticos, como puede ser el color de ojos", puntualiza.
A continuación, enumera algunos de dichos factores:
- La altitud: cuanto mayor, menos atmósfera para protegernos y por tanto, más radiación.
- La latitud: cuanto más cerca del ecuador, mayor peligro.
- La hora: entre las 11.00 horas y las 16.00 horas se concentra el máximo de radiación solar.
- Reflexión de la luz: el agua es un elemento reflectante natural, capaz de potenciar la magnitud con la que los rayos ultravioleta alcanzan nuestros ojos o nuestra piel; esta reflexión es tres veces más en el mar que en la tierra, y nueve veces más en la nieve.
- La nubosidad: las nubes no nos protegen, dejan pasar el 90% de la radiación ultravioleta; es un error pensar que podemos prescindir de las gafas de sol solo porque está nublado.
- La edad: cuidado con los niños, cuyos ojos son especialmente vulnerables al sol; además, hacerlo desde los primeros meses de vida evitará futuras patologías oculares, ya que el ojo del niño es más sensible que el del adulto y también tiene memoria, como ocurre con las quemaduras solares en la piel.
- El color de los ojos: en general, todas las personas que sometan sus ojos de manera prolongada a los rayos solares pueden llegar a tener problemas oculares; no obstante, las personas con ojos claros presentan un mayor riesgo, ya que su capacidad de filtrar la luz del sol es menor.