MADRID, 20 Feb. (EDIZIONES) -
Muchas veces vamos a trabajar y nuestro entorno no es el idóneo. No hay buena iluminación, estamos muchas personas en muy poco espacio, no hay buena ventilación, ni tampoco humedad, a la par que suele haber mucho ruido. Esto en el largo plazo nos pasa factura a nuestro estado de salud.
Así lo manifiesta una especialista en esta materia, Elisabet Silvestre, doctora en Biología, máster en Biología Humana y máster en Bioconstrucción, quien actualmente trabaja en el campo de la salud ambiental y en cómo el ambiente interior de las casas y de los edificios afecta a la salud de las personas, tras trabajar muchos años en el campo de la genética en diferentes hospitales y centros sanitarios.
Precisamente acaba de publicar 'La oficina en casa' (Integral), un libro en el que aporta las pautas para conocer si nuestro lugar de trabajo se enmarca o no en un entorno saludable o no, y cómo lograrlo.
Confiesa que en España no todos las empresas u oficinas son saludables, y señala que por ejemplo en la prensa diaria de vez en cuando se encuentran ejemplos de edificios con la categoría del 'síndrome edificio enfermo'.
CÓMO SABER QUE NUESTRA OFICINA NOS ENFERMA
Silvestre apunta a que podemos intuir que nuestro lugar de trabajo nos enferma porque, normalmente, nos sentimos cansados, con fatiga, nos cuesta concentrarnos, nos pican los ojos, la piel, tenemos molestias. "Esto nos tiene que hacer pensar que hay algo porque vivir así de forma continuada no es normal. Lo que sí que es cierto es que hay que descartar otros problemas previamente porque estos síntomas pueden ser muy comunes en otras patologías. Entonces, una vez descartados otros problemas, hay que mirar el ambiente de trabajo", subraya esta experta en una entrevista con Infosalus.
Recuerda que, en gran parte de las ocasiones, cuando vamos a las oficinas de la empresa pasamos normalmente ocho horas, o incluso más, de forma que cualquier factor ambiental alterado afectará a nuestra salud, porque al fin y al cabo pasamos ahí muchas horas del día, de forma que se terminan por desequilibrar nuestros sistemas biológicos.
Eso sí, remarca que todo también depende de la persona y de sus hábitos, y de cómo es el estilo de vida de la persona, de cómo se cuida, si hace ejercicio, sigue una dieta saludable, descansa correctamente.
EL SÍNDROME DE LA OFICINA ENFERMA
Habla en este punto esta doctora en Biología del 'síndrome de la oficina enferma', catalogado desde los 80 por la OMS, y que describe estos síntomas adversos de salud en aquellas personas que trabajan en espacios de oficinas que no son saludables.
"No tienen que ver con el edificio en sí, sino con esos factores ambientales del interior, como la temperatura, con la humedad relativa, con los campos eléctricos, con la iluminación de la oficina, entre otros factores ambientales a analizar para que la persona se sienta bien. Hay que restaurar esas condiciones ambientales para que las personas se alejen de tener esos síntomas", insiste.
LA LIPOATROFIA SEMICIRCULAR
Es más, Elisabet Silvestre va más allá en sus afirmaciones y sostiene que, quizá, los casos descritos de empresas o de lugares de trabajo no saludables, siempre están más asociados con la patología de la lipoatrofia semicircular: "En estos casos, en el tejido de la piel, el adiposo más superficial, hay una pérdida derivada de estar en ambientes muy tecnificados, herméticamente cerrados, con una humedad relativa bastante baja, y con mucha tecnología o con mobiliario sintético. Esto hace que las personas que trabajan ahí puedan tener esa afectación en aquellas zonas más cercanas al mobiliario, como los muslos o al antebrazo", advierte.
Por ello, esta experta mantiene que el punto clave en estos casos es siempre garantizar por parte de las empresas, porque depende de ellas, la calidad del ambiente interior. "Cuando alguno se desajusta notamos disconfort, no nos sentimos bien, estamos más cansados, nos cuesta más centrarnos, o cuando la iluminación no es la adecuada, y al final pueden darse casos de estos", agrega.
Pone de ejemplo que cuando la iluminación es la adecuada, y por ejemplo en las oficinas se emplean las bombillas que más se asemejan a la luz natural, pero también hay más plantas, suele darse una mayor productividad y bienestar por parte de quienes trabajar ahí.
Señala que en España, en 2018, justo antes de la pandemia, se hizo el primer congreso de calidad del ambiente interior en Madrid, donde los expertos cifraron en 14 millones de euros lo que supone esta problemática, en cuanto a una baja productividad, absentismo laboral, y todos los problemas de salud derivados de ambientes poco saludables de trabajo.
"La máxima es que los edificios se puedan diseñar y a nivel interior que todos los parámetros estén ajustados a nuestra biología, fundamentalmente porque pasamos muchísimas horas al día ahí. El problema es cuando obligamos al organismo a adaptarnos en el largo plazo a esos ambientes poco saludables. Entonces será cuando se inicien esos síntomas de menor bienestar", advierte Elisabet Silvestre.
EL ELECTROCLIMA TAMBIÉN IMPORTA
Insiste en este punto que existen unos protocolos a seguir en esta materia, donde es importante tener en cuenta la humedad relativa, así como el electroclima, la tecnología y el cableado, que haya buena derivación a toma de tierra. "También, si todos los equipos están correctos, se minimiza mucho el disconfort ambiental que suele haber en las oficinas", añade.
Apunta que en los edificios de oficina normalmente los problemas que suelen darse en torno a la calidad del ambiente son porque la humedad relativa no se sitúa entre el 40 y 60%, que sería lo idóneo; esto especialmente tiene lugar en ambientes más tecnificados, y ahora con mucho frío y aire más seco.
También apunta a la electricidad estática, a unas descargas más frecuentes, y esto lo explica en que son ambientes donde hay mucha tecnología y está muy seco el ambiente. "En estos espacios las descargas eléctricas son más frecuentes y se podrían evitar si se emplearan en el entorno más materiales naturales, menos artificiales, y la humead relativa se pudiera mantener por encima del 40%. Entonces, esto ya no ocurriría y el ambiente sería más agradable", concluye Silvestre, experta en la materia.