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MADRID, 27 Ene. (EUROPA PRESS) -
Científicos de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos, han visto que las personas que son más impulsivas a la hora de tomar decisiones suelen mover los ojos a gran velocidad, según los resultados publicados en el 'Journal of Neuroscience'.
En su trabajo, el investigador Reza Shadmehr y su equipo buscaban saber por qué algunas personas están dispuestas a esperar a la hora de tomar decisiones y otros, en cambio, son más impulsivos. Para abordar la cuestión, midieron movimientos oculares muy simples, conocidos como movimientos sacádicos, que son los que hacen los ojos cuando nos centramos en una cosa y luego otra.
"Tales movimientos se dan en apenas unos milisegundos, y suelen ser más rápidos durante la adolescencia y posteriormente se va reduciendo la velocidad con la edad", ha reconocido.
En un trabajo previo, habían utilizado una teoría matemática para demostrar que, en principio, la velocidad a la que la gente se mueve podría ser un reflejo de la forma en que el cerebro deja pasar el tiempo a la hora de valorar una recompensa y tomar una decisión.
Y en el estudio actual, el equipo quería saber si la velocidad de tales movimientos oculares podía reflejar ciertas diferencias a la hora de decidir.
Para ello, buscaron voluntarios sanos para mirar una pantalla en la que varios puntos aparecían a la vez, primero en un lado de la pantalla y luego en el otro, y así sucesivamente. Una cámara grababa sus movimientos oculares sacádicos mientras miraban desde un punto al otro.
Los investigadores encontraron una gran variabilidad en la velocidad entre los individuos, pero muy poca variación dentro de cada uno por separado cuando se midió su rapidez en diferentes momentos y en diferentes días.
Por ello, Shadmehr y su equipo llegaron a la conclusión de que la velocidad sacádica parece ser un atributo que varía de persona a persona. "Hay personas que hacen movimientos sacádicos más rápidos", dice.
Para determinar si esta velocidad está correlacionada con la toma de decisiones y la impulsividad, se les pidió a los voluntarios que vieran la pantalla de nuevo y, en esta ocasión, les mostraron órdenes visuales para que miraran a izquierda y derecha mientras y, si fallaban mal, sonaba un timbre. Tras acostumbrarse a este proceso, les advirtieron de que, cuando fallaran, la orden obligaría a mirar al lado opuesto.
Cuando la velocidad de los movimientos sacádicos de los voluntarios se comparó con su impulsividad durante la prueba de paciencia, hubo una fuerte correlación.
"Parece que la gente que hace movimientos rápidos, al menos los movimientos oculares, tienden a estar menos dispuestos a esperar", dice Shadmehr.