MADRID, 7 Nov. (EUROPA PRESS) -
Se estima que al menos 15.000 personas han fallecido específicamente por el calor en Europa en 2022, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi 4.000 de ellas en España.
Además, las autoridades sanitarias han informado de más de 1.000 en Portugal, más de 3.200 en el Reino Unido y alrededor de 4.500 en Alemania durante los tres meses de verano. Así, el estrés térmico, cuando el cuerpo no puede enfriarse, es la principal causa de muerte relacionada con el clima en la región europea. Las temperaturas extremas también pueden agravar las enfermedades crónicas, como las cardiovasculares, respiratorias y cerebrovasculares, y las relacionadas con la diabetes.
La Región Europea acaba de arrastrar el verano más caluroso y el agosto más caluroso jamás registrado, según el Servicio de Cambio Climático Copernicus de la Unión Europea. "Además de las altas temperaturas, hemos luchado contra devastadores incendios forestales en toda la Región que han provocado las mayores emisiones de carbono desde 2007, han contaminado nuestro aire, han matado a muchas personas --incluyendo, en muchos casos, a los intervinientes de primera línea en los servicios de emergencia--, han desplazado a muchas más y han destruido grandes extensiones de terreno para varios años", afirman desde el organismo sanitario de las Naciones Unidas.
Se espera que esta estimación aumente a medida que más países informen sobre el exceso de muertes debidas al calor. Por ejemplo, el Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos (INSEE) de Francia informó de que entre el 1 de junio y el 22 de agosto de 2022 murieron más de 11.000 personas más que en el mismo periodo de 2019, el último año antes de la pandemia de COVID-19. El INSEE sugirió que estas cifras "probablemente se explican por la ola de calor que se produjo a mediados de julio, tras un episodio inicial de ola de calor ya a mediados de junio".
Las temperaturas en Europa se han calentado considerablemente durante el periodo 1961-2021, a un ritmo medio de unos 0,5 °C por década. Se trata de la región que más rápido se calienta, según un informe presentado esta semana por la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Las temperaturas extremas fueron la causa de la pérdida de más de 148.000 vidas en la región europea en los 50 años anteriores. En solo un año desde entonces, se han perdido al menos otras 15.000 vidas.
En 2021, los fenómenos meteorológicos y climáticos de gran impacto provocaron cientos de víctimas mortales y afectaron directamente a más de medio millón de personas. Alrededor del 84 por ciento de estos eventos fueron inundaciones o tormentas.
"Estos impactos en la salud que los habitantes están experimentando ahora con un aumento de 1,1°C en la temperatura media mundial son sólo una muestra de lo que podemos esperar si la temperatura aumenta 2°C o más en comparación con los niveles preindustriales", advierten. "Esto debería hacer sonar la alarma sobre nuestro futuro bajo un clima cambiante", añaden.
TODAVÍA ES POSIBLE ACTUAR
En las próximas décadas, la creciente exposición y vulnerabilidad a las olas de calor y otros fenómenos meteorológicos extremos provocará más enfermedades y muertes, a menos que los países adopten medidas de adaptación y mitigación verdaderamente drásticas para hacer frente al cambio climático.
La adaptación significa hacer que los sistemas sanitarios y las sociedades estén preparados para afrontar el futuro. Por ejemplo, los planes de acción en materia de salud por el calor son cruciales para la adaptación al cambio climático, protegiendo a las comunidades de las muertes y enfermedades relacionadas con el calor. Más de 20 países de la región cuentan con planes de salud frente al calor. "Aunque esto es alentador, no es suficiente. Para que los planes sean eficaces, necesitamos una fuerte coordinación y cooperación intersectorial. Si estamos mejor preparados para una Región más calurosa, salvaremos muchas vidas", explican desde la OMS.
La mitigación significa ir más allá de la preparación para los impactos del cambio climático y ser parte de la solución. Para la OMS, los sistemas de salud y las sociedades deben ser resistentes al clima, sostenibles y con bajas emisiones de carbono. "Podemos hacer nuestra parte garantizando que el cambio climático se integre, internalice e institucionalice plenamente en nuestros sistemas sanitarios, acelerando la prestación de una asistencia sanitaria sostenible y con cero emisiones para mejorar la salud individual, social y planetaria", proponen.
También sugieren abogar por políticas de mitigación que reduzcan las emisiones y produzcan múltiples beneficios para la salud y la sociedad, abordando simultáneamente el cambio climático y la contaminación atmosférica, que se calcula que mata a 550.000 personas al año en la región, de un total mundial estimado de 7 millones. "A nivel individual y comunitario, todos debemos reducir sustancialmente nuestras emisiones de carbono mediante modelos de producción y consumo más sostenibles, y adoptando una transición completa y rápida hacia energías limpias y renovables. Tenemos la tecnología, pero tenemos que encontrar la manera de que sea accesible a todos los países y de que se aplique rápidamente", finalizan.