MADRID, 26 Dic. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos) han utilizado organoides cultivados en laboratorio a partir de tumores de individuos con glioblastoma (GBM) para modelar con precisión la respuesta de un paciente a la terapia con células CAR-T en tiempo real.
La respuesta del organoide a la terapia reflejó la respuesta del tumor real en el cerebro del paciente. Es decir, si el organoide derivado del tumor se encogió después del tratamiento, también lo hizo el tumor real del paciente, según se publica en 'Cell Stem Cell'.
"Resulta difícil medir la respuesta de un paciente con GBM al tratamiento porque no podemos realizar biopsias cerebrales de forma regular y puede resultar complicado discernir el crecimiento del tumor de la inflamación relacionada con el tratamiento en las imágenes por resonancia magnética", comenta el doctor Hongjun Song , profesor de neurociencia de Perelman y coautor principal de la investigación.
"Estos organoides reflejan lo que sucede en el cerebro de un individuo con gran precisión y esperamos que puedan utilizarse en el futuro para 'conocer' el tumor complejo de cada paciente y determinar rápidamente qué terapias serían las más eficaces para ellos en el ámbito de la medicina personalizada".
A este idea se suma Guo-li Ming, coautor del estudio y profesor Perelman de Neurociencia y director asociado del Instituto de Medicina Regenerativa. "Una de las razones por las que el GBM es tan difícil de tratar es porque los tumores son increíblemente complejos, compuestos de varios tipos diferentes de células cancerosas, células inmunes, vasos sanguíneos y otros tejidos. Al cultivar el organoide a partir de pequeños trozos del tumor real de un paciente en lugar de un tipo de célula cancerosa, podemos reflejar cómo existe el tumor en el paciente, así como el 'microambiente' en el que crece, una limitación importante de otros modelos de GBM".
La primera línea de tratamiento para el GBM es la cirugía para extirpar la mayor cantidad posible del tumor. Para este estudio, los investigadores crearon organoides a partir de los tumores de seis pacientes con glioblastoma recurrente que participaban en un ensayo clínico de fase I para una terapia de células CAR-T de doble objetivo.
Puede llevar meses generar suficientes células cancerosas en el laboratorio para probar los tratamientos, pero se puede generar un organoide en 2 o 3 semanas, mientras los individuos se recuperan de la cirugía y antes de que puedan comenzar la terapia de células CAR-T.
Entre 2 y 4 semanas después de la cirugía, se administró la terapia con células CAR-T a los organoides y a los pacientes al mismo tiempo. Descubrieron que la respuesta al tratamiento en los organoides se correlacionaba con la respuesta de los tumores en el paciente. Cuando el organoide de un paciente demostró la destrucción de células cancerosas por parte de las células T, el paciente también mostró un tamaño tumoral reducido mediante imágenes de resonancia magnética y una mayor presencia de células CAR-T positivas en su líquido cefalorraquídeo, lo que indica que la terapia cumplió sus objetivos.
Una preocupación común con la terapia de células CAR-T para el GBM es la neurotoxicidad, que ocurre cuando una sustancia tóxica altera la actividad del sistema nervioso y puede alterar o matar las células cerebrales. Los investigadores descubrieron que había niveles similares de citocinas inmunitarias, que indican toxicidad, tanto en los organoides como en el líquido cefalorraquídeo de los pacientes.
Ambos niveles disminuyeron una semana después de finalizar el tratamiento, lo que sugiere que el organoide también puede modelar con precisión el riesgo de neurotoxicidad de un paciente y ayudar a los médicos a determinar qué tamaño de dosis de células CAR-T utilizar.
"Esta investigación demuestra que nuestros organoides GBM son una herramienta potente y precisa para comprender qué sucede exactamente cuando tratamos un tumor cerebral con terapia de células CAR-T", finaliza el coautor principal del estudio, el doctor Donald M. O'Rourke, profesor de y director del Centro de Excelencia Traslacional de Glioblastoma en el Centro Oncológico Abramson de la Universidad de Pensilvania .
"Nuestra esperanza es no solo llevarlos a la clínica para personalizar el tratamiento del paciente, sino también utilizar los organoides para profundizar nuestra comprensión de cómo superar y destruir este cáncer complejo y mortal".