MADRID, 4 Jun. (EUROPA PRESS) -
Los científicos han propuesto que los machos y las hembras empezaron a ser más similares en tamaño y forma después del origen de la agricultura debido a la selección natural. Sin embargo, un nuevo análisis evolutivo y genómico realizado por George Perry, de la Universidad Estatal de Pensilvania, en Estados Unidos, y sus colegas, publicado en la revista 'PLOS Genetics', no encuentra pruebas de que esto haya ocurrido en los hombres y las mujeres.
Los machos y las hembras de muchas especies suelen tener tamaños y formas ligeramente diferentes: pensemos en los leones y las leonas, por ejemplo. Lo mismo ocurre con los humanos, ya que los machos adultos son ligeramente más altos y pesados de media que las hembras.
Algunos científicos creen que las diferencias entre los sexos solían ser mayores, pero que el cambio a la agricultura y una división del trabajo más equitativa hace unos 10.000 años crearon una presión evolutiva que empujó a machos y hembras a parecerse más. Otros, sin embargo, piensan que cualquier cambio que se haya producido en ese tiempo se debe simplemente al azar.
En el nuevo estudio, los investigadores pusieron a prueba esta hipótesis comprobando si las variaciones genéticas vinculadas a ciertos rasgos físicos en mayor grado en los machos o en las hembras se han vuelto más o menos comunes durante los últimos 3.000 años.
En concreto, analizaron la altura, la masa corporal, el perímetro de la cadera, el porcentaje de grasa corporal y el perímetro de la cintura, utilizando datos genómicos de unas 194.000 mujeres y 167.000 hombres del Biobanco del Reino Unido.
Encontraron más de 3.000 variaciones en el genoma humano vinculadas a esos rasgos en mayor grado en las mujeres o en los hombres. Sin embargo, sólo las variaciones asociadas a uno de los rasgos se habían vuelto significativamente más comunes: las asociadas a una mayor grasa corporal en las mujeres.
En general, los resultados contradicen la idea de que las diferencias entre los sexos son menos pronunciadas debido a la selección natural desde que los humanos pasaron de la caza y la recolección a la agricultura, al menos en la población del Reino Unido. Además, los investigadores señalan que su estudio demuestra el valor del uso de enfoques genómicos para comprobar las hipótesis antropológicas.
"En este estudio analizamos los datos del estudio de asociación del genoma completo del Biobanco del Reino Unido para identificar miles de variantes genéticas que están asociadas de forma diferencial con la variación de rasgos entre mujeres y hombres para cinco fenotipos de tamaño y forma del cuerpo", afirman los autores.
"Y estudiamos la historia evolutiva de estos loci sin encontrar apoyo para la hipótesis de larga data de que las diferencias de sexo disminuyeron adaptativamente después de las transiciones de subsistencia de la caza y la recolección a la agricultura", aseguran.