MADRID, 21 Jul. (EUROPA PRESS) -
Un paciente con hiperhidrosis axilar suda de cuatro a cinco veces más que una persona que no lo padece, por lo que en esta época del año y dependiendo de su zona de residencia esto puede interferir a la hora de realizar muchas actividades cotidianas, según el dermatólogo del Hospital Ruber Internacional de Madrid Adolfo Sanz.
Se estima que la prevalencia de hiperhidrosis llega hasta el 2,8 por ciento de la población. "A partir de estos datos, se calcula que en España más de 1.200.000 personas conviven con esta patología", asegura este experto, también director médico de la Clínica Sanipiel de Madrid.
La hiperhidrosis afecta en especial a las axilas, las palmas de las manos, las plantas de los pies y, en ocasiones, a la cara y el cuero cabelludo. "La incidencia es mayor entre los adultos de 18 a 54 años, la edad laboral por excelencia, por lo que en ocasiones determinados ámbitos del trabajo se pueden ver perjudicados por esta patología", afirma.
Sin embargo, "pese al gran impacto que tiene la hiperhidrosis en la calidad de vida, sorprende que casi dos de cada tres pacientes no consulten a un profesional sanitario en búsqueda de una solución", manifiesta este dermatólogo.
EFICACIA EN EL TRATAMIENTO CON TOXINA BOTULÍNICA TIPO A
La toxina botulínica tipo A está indicada para la hiperhidrosis axilar primaria severa en aquellos casos donde los antitranspirantes de uso tópico han fracasado, y su efectividad es alta. "La satisfacción de los pacientes tratados por exceso de sudor axilar con toxina botulínica tipo A es evidente: el 89 por ciento está satisfecho con los resultados en la primera semana y hasta el 93 por ciento lo está en la semana 166", explica el experto.
Tal y como descata Sanz, el fármaco se inyecta en la piel en pequeñas dosis y actúa bloqueando las señales nerviosas que regulan las glándulas sudoríparas, "reduciendo la cantidad de sudor". Los efectos pueden durar hasta siete meses dependiendo del individuo.
La hiperhidrosis suele aparecer antes de los 25 años de edad, y se caracteriza por presentar un episodio mínimo a la semana y por la ausencia de sudoración localizada durante el sueño. Asimismo, existen antecedentes familiares que favorecen su manifestación.
Estudios revelan que la enfermedad limita la forma de vestir de estas personas (se ven obligados a llevar, en muchas ocasiones, ropa ancha y de color negro), afecta a su autoestima, a la seguridad en sí mismos, a su decisión de elegir un trabajo u otro, y un gran porcentaje llega a evitar participar en actividades sociales. En concreto, y según un estudio realizado entre personas con esta patología, un 34 por ciento piensa que sudar excesivamente en público es peor que tener miedo escénico y un 30 por ciento cree que la hiperhidrosis produce más vergüenza que tener acné o sufrir obesidad.