MADRID, 31 May. (EDIZIONES) -
Desde que un bebé está en la tripa de su madre ya ve, no perfectamente, pero sí es capaz de distinguir luz de oscuridad. Por eso, a juicio de los expertos, es importante estimularles visualmente desde que nacen, y fundamentalmente durante el primer año de vida, ya que el reconocimiento visual se desarrolla mediante la estimulación, y es la base sobre la que se va a sostener su proceso de aprendizaje.
Nada en el cuerpo está aislado: el bebé crece, se desarrolla y madura en parte debido a la estimulación que le proporcionamos, según defiende en una entrevista con Infosalus la óptico-optometrista y especialista en programación neurolingüística Lucila To, con motivo de la publicación de Manual para su primera estimulación visual (Aurum Volatile).
To, que también es miembro de la junta ejecutiva de la Sociedad Internacional de Optometría del Desarrollo y del Comportamiento (SIODEC), explica así que el desarrollo del menor y la estimulación visual del mismo van de la mano. El cerebro humano viene dotado con una cantidad de neuronas increíble. Las conexiones que se establecen entre ellas están determinadas por las experiencias de la vida, por la adaptación al entorno que nos rodea, y por los cambios internos que sufrimos en el proceso de maduración, señala.
Así, indica que el sistema visual del bebé es inmaduro al nacer. Hay una parte innata y primitiva que reacciona a la luz y permite que abra los ojos enseguida después del nacimiento. Sin embargo, otras habilidades visuales las adquiere a lo largo del desarrollo, en especial a lo largo del primer año de vida, subraya la experta.
Si todo está sano, ve desde el inicio de la vida, aunque con menos detalle, porque la retina tiene distintos fotorreceptores sensibles a la luz desde las primeras semanas de gestación. En cuanto a la visión del color, ésta no se desarrolla hasta los 6 meses de forma más sutil, y luego el grado de maduración no llega hasta los dos años. Llegados los 10 años es cuando el niño ya ve completa y perfectamente, de forma precisa, detalla la especialista.
En este punto, esta óptico-optometrista se apoya en la afirmación de que hay numerosos estudios que corroboran que la insuficiencia de estímulos supone un desastre para el desarrollo de la visión y por ello, la luz y las sombras, el movimiento del cuerpo, y el de los objetos en el entorno suponen, en su opinión, el alimento necesario para su correcto desarrollo.
LAS 8 PRIMERAS SEMANAS DE VIDA
Por eso insiste en que desde el inicio de la vida es conveniente estimular visualmente a los niños. Con ello, hace referencia en un primer lugar a las primeras 8 semanas de vida del bebé, donde debe trabajarse la estabilización de la fijación visual, primer requisito que la vista necesita para su correcto desarrollo, que se consigue, según indica, a través del movimiento de determinados objetos con contraste alrededor de él, a unos 20-40 centímetros de su cara, pero estando siempre bien sostenido (no aguanta generalmente la cabeza por sí solo). Además, es un momento en el que la coordinación de los ojos todavía no está establecida, por lo que también recomienda la estimulación de ambos lados mientras el bebé está boca arriba, boca abajo o bien sujetándolo.
De los 2 a los 4 meses, cuando el pequeño inicia el seguimiento de los objetos en movimiento, reconoce las caras que le rodean de manera más precisa, y su visión del detalle y capacidad de enfoque son cada vez más efectivas. La fijación es mejor y más estable y la coordinación ojo-mano empieza a construirse. El ojo localiza el objeto de interés, luego la mano intentará alcanzarlo y a menudo se lo llevará a la boca, señala To. Aquí recomienda ofrecerle objetos a ambos lados, y también en movimiento.
De los 5 a los 8 meses dice que los bebés empiezan a comprender el mundo en 3D, gracias a la mayor precisión en la coordinación de sus ojos. Tiene capacidad visual y motora para determinar a qué distancia se encuentran los objetos. Aprende por prueba y error el cálculo de las distancias cuando intentan coger con la mano objetos que están a su alcance. Su visión se ha ampliado incluso a cosas que no están a su alcance, y eso motiva su desplazamiento. Juega con él a esconderle objetos, a ponerlos a diferentes distancias, aleja y muéstrale objetos.
De los 9 a los 12 meses: El interés de los pequeños detalles. Explora el mundo a través del movimiento. Comienza a caminar y su visión ambiente cambia totalmente y le guía cuando camina, momento en el que no puede atender a los detalles, pero sí cuando está quieto o sentado, que es cuando sí le pueden llamar la atención los objetos más pequeños. Si le sacas a pasear por la naturaleza, el movimiento de las hojas de los árboles estimulará por ejemplo su visión periférica.
PAUTAS PARA LA ESTIMULACIÓN VISUAL
1.- Cualquier padre es el mejor estímulo para su hijo. Su cara, su voz y sus ojos. Hay que buscar el contacto visual del bebé desde el primer momento. Al inicio de la vida la estabilidad visual no está construida, pero el primer vínculo con el mundo externo es la cara del progenitor, así como la voz. Mirar al bebé mientras le sostienes muy bien la cabeza y el cuerpo durante las 8 primeras semanas. Te mirará cada vez con más atención.
2.- Cada vez que le cambies, hazle mirar a la derecha y a la izquierda. Lo ideal como estímulo es la cara del papá o la mamá, pero también puede servir el pasarle una manita por encima de la carita, o moverle cosas delante de sus ojos. Estimularle también en los laterales, porque en las primeras etapas los ojos no se coordinan, igual que pasa con las manos, con los pies, o con las piernas.
3.- Mover mucho a los bebés porque el movimiento ayuda a trabajar el sistema visual, y a estabilizar las imágenes del movimiento. Para eso hay que portearlo y moverlo, poner estímulos delante de él, y también mover al bebé delante de un mismo estímulo.
4.- Poner a los bebes boca abajo desde el inicio. Pero a partir de los 5-8 meses colocarles boca abajo con diferentes objetos con colores vivos, y que no estén a su alcance. Ayuda a que el desarrollo motor sea bueno.
5.- De los 9 a los 12 meses ocurren dos cosas muy curiosas, como el bebé es más autónomo en el desplazamiento, en las posturas, se puede parar a mirar el pequeño detalle si está sentado, por lo que hay que dejarle cosas más pequeñas que se lleven a la boca, siempre con supervisión. Sin embargo, cuando no tiene control sobre cómo ponerse de pie o caminar debe estar atento a los grandes obstáculos.