MADRID 16 Abr. (EUROPA PRESS) -
Un amplio estudio de un año de duración ha descubierto que, entre las personas con COVID-19 que fueron hospitalizadas en una unidad de cuidados intensivos (UCI), el 2% experimentó un ictus tras su ingreso en la UCI. El estudio preliminar publicado este jueves se presentará en la 73 Reunión Anual de la Academia Americana de Neurología que se celebra virtualmente del 17 al 22 de abril de 2021.
El estudio también encontró que el accidente cerebrovascular hemorrágico, un accidente cerebrovascular sangrante, se asoció con un mayor riesgo de muerte entre las personas en la UCI, pero el accidente cerebrovascular isquémico, un accidente cerebrovascular causado por un coágulo de sangre que bloquea una arteria, no lo fue.
"El ictus ha sido una complicación grave conocida de la COVID-19 con algunos estudios que informan de una ocurrencia más alta de lo esperado, especialmente en los jóvenes --explica el autor del estudio Jonathon Fanning, de la Universidad de Queensland, en Australia, y miembro de la Academia Americana de Neurología--. Sin embargo, entre los pacientes más enfermos, los ingresados en una UCI, nuestra investigación descubrió que el ictus no era una complicación común y que un ictus por coágulo de sangre no aumentaba el riesgo de muerte".
Los investigadores utilizaron una base de datos internacional de pacientes COVID-19 de 52 países ingresados en una UCI entre el 1 de enero y el 21 de diciembre de 2020. Identificaron a 2.699 personas que sufrieron un accidente cerebrovascular grave después de ser admitidos en la UCI. Las personas tenían una edad media de 53 años.
Los investigadores evaluaron los datos de los pacientes en 370 UCI del hospital y encontraron que 59 personas, o el 2,2%, experimentaron un accidente cerebrovascular durante su estancia en la UCI. De ellos, 19 personas, o el 32%, tuvieron un ictus por coágulo, 27 personas, o el 46%, tuvieron un ictus hemorrágico, y 13 personas, o el 22%, tuvieron un ictus no especificado.
Los investigadores determinaron que las personas que sufrieron un ictus hemorrágico tenían un riesgo de muerte hasta cinco veces mayor que las personas sin ictus. Sin embargo, las personas que sufrieron un ictus por coágulo no tenían un mayor riesgo de muerte.
De las personas con ictus hemorrágico, el 72% murió, pero de ellas, sólo el 15% murió de ictus. En cambio, el fallo multiorgánico fue la principal causa de muerte.
"En el caso de las personas con COVID-19 en cuidados intensivos, nuestro amplio estudio descubrió que el ictus no era frecuente y que, con poca frecuencia, era la causa de la muerte --explica Fanning--. Aun así, la COVID-19 es una enfermedad nueva y las mutaciones han dado lugar a nuevas variantes, por lo que es importante seguir estudiando el ictus en las personas con la enfermedad".
"Y lo que es más importante --prosigue--, aunque la proporción de personas que sufren un ictus puede no ser tan alta como pensábamos inicialmente, la gravedad de la pandemia significa que el número absoluto total de pacientes de todo el mundo que sufrirán un ictus y las continuas implicaciones de ello durante los próximos años, podrían crear una importante crisis de salud pública".