El 'poder oculto' del sistema inmunológico, así te ayuda a tener más energía

Archivo - Concepto de Bioenergética, sistema inmunológico, cuerpo humano
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Publicado: martes, 21 enero 2025 7:41

   MADRID, 21 Ene. (EUROPA PRESS) -

   Cuando pensamos en el sistema inmunitario, normalmente lo asociamos con la lucha contra las infecciones, sin embargo, un estudio publicado por la Fundación Champalimaud (Portugal) revela una nueva función sorprendente.

   Tal y como se recoge en 'Science', durante los períodos de baja energía, como el ayuno intermitente o el ejercicio, las células inmunitarias intervienen para regular los niveles de azúcar en sangre, actuando como el "cartero" en una conversación tripartita hasta ahora desconocida entre los sistemas nervioso, inmunitario y hormonal. Estos hallazgos abren la puerta a nuevos enfoques para el tratamiento de enfermedades como la diabetes, la obesidad y el cáncer.

   "Durante décadas, la inmunología se ha centrado en la inmunidad y la infección", desarrolla Henrique Veiga-Fernandes, responsable del Laboratorio de Inmunofisiología de la Fundación Champalimaud. "Pero estamos empezando a darnos cuenta de que el sistema inmunitario hace mucho más que eso".

   La glucosa, un azúcar simple, es el combustible principal de nuestro cerebro y nuestros músculos. Mantener niveles estables de azúcar en sangre es crucial para nuestra supervivencia, especialmente durante el ayuno o la actividad física prolongada, cuando las demandas de energía son altas y la ingesta de alimentos es baja. Tradicionalmente, la regulación del azúcar en sangre se ha atribuido a las hormonas insulina y glucagón, ambas producidas por el páncreas. La insulina reduce la glucosa en sangre al promover su absorción en las células, mientras que el glucagón la aumenta al indicarle al hígado que libere glucosa de fuentes almacenadas.

   Veiga-Fernandes y su equipo sospecharon que había algo más en la historia. "Por ejemplo", señala, "algunas células inmunitarias regulan la forma en que el cuerpo absorbe la grasa de los alimentos, y recientemente hemos demostrado que las interacciones entre el cerebro y el sistema inmunitario ayudan a controlar el metabolismo de la grasa y la obesidad". Para explorar esta idea, los investigadores realizaron experimentos en ratones. Utilizaron ratones modificados genéticamente que carecían de células inmunitarias específicas para observar sus efectos sobre los niveles de azúcar en sangre.

   Descubrieron que los ratones que carecían de un tipo de célula inmunitaria llamada ILC2 no podían producir suficiente glucagón (la hormona que aumenta el azúcar en sangre) y sus niveles de glucosa bajaban demasiado. "Cuando trasplantamos ILC2 a estos ratones deficientes, su nivel de azúcar en sangre volvió a la normalidad, lo que confirma el papel de estas células inmunitarias en la estabilización de la glucosa cuando la energía escasea", explica Veiga-Fernandes.

   "Pensábamos que todo esto se regulaba en el hígado porque es allí donde el glucagón ejerce su función", recuerda Veiga-Fernandes. "Pero nuestros datos nos decían una y otra vez que todo lo importante ocurría entre el intestino y el páncreas".

   Utilizando métodos avanzados de etiquetado celular, el equipo etiquetó las células ILC2 en el intestino, dándoles un marcador que brilla en la oscuridad. Después del ayuno, descubrieron que estas células habían viajado al páncreas. "Una de las mayores sorpresas fue descubrir que el sistema inmunológico estimula la producción de la hormona glucagón enviando células inmunes en un viaje a través de diferentes órganos".

   Una vez en el páncreas, esas células inmunes liberan citocinas (pequeños mensajeros químicos) que ordenan a las células pancreáticas que produzcan la hormona glucagón. El aumento de glucagón envía entonces una señal al hígado para que libere glucosa. "Cuando bloqueamos estas citocinas, los niveles de glucagón disminuyeron, lo que demuestra que son esenciales para mantener los niveles de azúcar en sangre".

   "Lo que resulta sorprendente es que estamos observando una migración masiva de células inmunitarias entre el intestino y el páncreas, incluso en ausencia de infección", añade el experto. Estos resultados demostraron que esta migración está orquestada por el sistema nervioso.

Durante el ayuno, las neuronas del intestino conectadas al cerebro liberan señales químicas que se unen a las células inmunitarias y les indican que abandonen el intestino y se dirijan a un nuevo "código postal" en el páncreas en unas pocas horas. El estudio demostró que estas señales nerviosas modifican la actividad de las células inmunitarias, suprimiendo los genes que las anclan en el intestino y permitiéndoles desplazarse a donde son necesarias.

   "Se trata de la primera evidencia de un complejo circuito neuroinmunológico-hormonal", observa Veiga-Fernandes. "Muestra cómo los sistemas nervioso, inmunitario y hormonal trabajan juntos para permitir uno de los procesos más esenciales del organismo: producir glucosa cuando la energía escasea".

   Los hallazgos podrían abrir nuevas puertas para el tratamiento de una variedad de enfermedades, en particular para la investigación del cáncer. Los tumores neuroendocrinos pancreáticos y el cáncer de hígado pueden secuestrar los procesos metabólicos del cuerpo, utilizando el glucagón para aumentar la producción de glucosa y estimular su crecimiento. En el cáncer de hígado avanzado, este proceso puede provocar caquexia relacionada con el cáncer, una afección caracterizada por una pérdida grave de peso y masa muscular. Comprender estos mecanismos podría ayudar a desarrollar mejores tratamientos.

   "Equilibrar el nivel de azúcar en sangre también es fundamental, no solo para prevenir la obesidad, sino también para abordar la epidemia mundial de diabetes, que afecta a cientos de millones de personas", finaliza Veiga-Fernandes. "Abordar estas vías neuroinmunes podría ofrecer un nuevo enfoque para la prevención y el tratamiento".

    "Este estudio revela un nivel de comunicación entre los sistemas corporales que apenas estamos empezando a comprender. Queremos entender cómo funciona (o no) esta comunicación entre órganos en personas con cáncer, inflamación crónica, estrés elevado u obesidad. En última instancia, pretendemos aprovechar estos resultados para mejorar las terapias para trastornos hormonales y metabólicos", concluye.

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