MADRID 21 Abr. (EUROPA PRESS) -
La observación de que la mayoría de los virus que causan enfermedades en el ser humano proceden de otros animales ha llevado a algunos investigadores a intentar la "predicción del riesgo zoonótico" para adivinar cuál será el próximo virus en atacar. Pero, en un ensayo publicado en la revista de acceso abierto 'PLOS Biology', advierte de que será más complicado de lo que se piensa.
La investigación, dirigida por la doctora Michelle Wille, de la Universidad de Sidney (Australia), con los coautores Jemma Geoghegan y Edward Holmes, se propone que estas predicciones de riesgo zoonótico tienen un valor limitado y no nos dirán qué virus causará la próxima pandemia. En su lugar, deberíamos centrarnos en la interfaz hombre-animal para una vigilancia viral intensiva.
Los llamados virus zoonóticos han causado epidemias y pandemias en humanos durante siglos. Esto es exactamente lo que está ocurriendo hoy en día con la pandemia de COVID-19: el nuevo coronavirus responsable de esta enfermedad -el SARS-CoV-2- surgió de una especie animal, aunque no se sabe exactamente de qué especie.
Por lo tanto, una pregunta clave es si podemos predecir qué animal o qué grupo de virus causará con mayor probabilidad la próxima pandemia. Esto ha llevado a los investigadores a intentar la "predicción del riesgo zoonótico", en la que intentan determinar qué familias de virus y grupos de huéspedes tienen más probabilidades de ser portadores de potenciales virus zoonóticos y/o pandémicos.
La doctora Wille y sus colegas identifican varios problemas clave en los intentos de predicción del riesgo zoonótico. En primer lugar, se basan en conjuntos de datos minúsculos. A pesar de décadas de trabajo, probablemente hemos identificado menos del 0,001% de todos los virus, incluso de las especies de mamíferos de las que probablemente surgirá el próximo virus pandémico.
En segundo lugar, estos datos también están muy sesgados hacia los virus que más infectan a los humanos o a los animales agrícolas, o que ya se sabe que son zoonóticos. La realidad es que la mayoría de los animales no han sido estudiados en busca de virus, y que los virus evolucionan tan rápidamente que cualquier estudio de este tipo pronto quedará obsoleto y, por tanto, tendrá un valor limitado.
Los autores sostienen que es necesario un nuevo enfoque, que incluya un amplio muestreo de animales y humanos en los lugares donde interactúan, la interfaz animal-humano. Esto permitirá detectar los nuevos virus tan pronto como aparezcan en los seres humanos y antes de que establezcan pandemias. Esta vigilancia mejorada puede ayudarnos a evitar que algo como el COVID-19 vuelva a ocurrir.