MADRID, 9 Dic. (EUROPA PRESS) -
La predisposición genética al trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) puede predecir el deterioro cognitivo y la enfermedad de Alzheimer más adelante en la vida, según un análisis publicado en la revista 'Molecular Psychiatry' por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos).
Aunque grandes estudios epidemiológicos recientes han insinuado una relación entre el TDAH y el Alzheimer, éste es el primero que vincula el riesgo genético del TDAH con las probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer de aparición tardía.
"Este estudio pone de relieve lo que muchos especialistas ya están debatiendo: El impacto del TDAH puede observarse a lo largo de toda la vida, y podría estar relacionado con afecciones neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer", afirma el autor principal, doctor Douglas Leffa, residente de psiquiatría en la UPMC.
El autor principal, Tharick Pascoal, profesor adjunto de psiquiatría en Pitt, añade que "con los nuevos tratamientos disponibles en etapas más tempranas de la progresión del Alzheimer, es importante determinar los factores de riesgo para ayudar a identificar mejor a los pacientes que tienen probabilidades de progresar a una enfermedad grave".
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, las personas con TDAH afirman sentirse inquietas e impulsivas y tener dificultades para mantener la atención, lo que reduce la calidad de su vida social, escolar o laboral.
Durante mucho tiempo se consideró que el TDAH era una enfermedad infantil que se superaba al llegar a la edad adulta. Ahora los médicos saben que el TDAH es una enfermedad infantil que puede persistir en la edad adulta. Los síntomas del TDAH en adultos pueden ser más diversos y sutiles que en niños y adolescentes, y puede ser especialmente difícil de diagnosticar en adultos mayores.
Al igual que otros trastornos del comportamiento, el TDAH tiene un componente genético. Pero no existe un único gen que determine si su portador desarrollará TDAH. Más bien, ese riesgo viene determinado por una combinación de pequeños cambios genéticos.
Para medir este riesgo, los investigadores utilizaron una herramienta desarrollada previamente denominada ADHD polygenic risk score (ADHD-PRS), que representa la probabilidad genética combinada de desarrollar el trastorno, teniendo en cuenta toda la secuencia del genoma.
Dado que faltan estudios a gran escala que hagan un seguimiento de pacientes con TDAH diagnosticado en la infancia hasta una edad avanzada, los investigadores tuvieron que lidiar con un conjunto incompleto de datos. Se basaron en la predisposición genética al TDAH en su cohorte de estudio, en lugar de basarse en un diagnóstico clínico confirmado.
Para realizar el estudio, los investigadores utilizaron una base de datos de 212 adultos sin deficiencias cognitivas, como la predisposición a otras deficiencias mentales relacionadas con el Alzheimer, como la demencia, en la línea de base.
La base de datos incluía escáneres cerebrales, niveles iniciales de amiloide y tau medidos mediante PET y en el líquido cefalorraquídeo, y resultados de evaluaciones cognitivas periódicas a lo largo de seis años consecutivos. Y lo que es más importante, los investigadores también tuvieron acceso a las secuencias genómicas de esos pacientes.
Calculando el ADHD-PRS individual de cada paciente y emparejándolo con los signos de enfermedad de Alzheimer de ese paciente, los investigadores pudieron demostrar que un ADHD-PRS más alto puede predecir el deterioro cognitivo posterior y el desarrollo de la fisiopatología cerebral del Alzheimer en ancianos que, hasta entonces, no presentaban deterioro cognitivo.
Aunque los resultados del estudio son intrigantes e indican que hay que seguir investigando la relación entre el TDAH-PRS y el Alzheimer, los científicos advierten que no hay que generalizar en exceso sus hallazgos e instan a las familias a mantenerse informadas pero tranquilas.
Dado que la demografía de la base de datos se limitaba a pacientes de raza blanca y con una media de más de 16 años de estudios, es necesario seguir trabajando para ampliar la aplicabilidad de los resultados más allá de una pequeña porción del público estadounidense.
Además, se necesita más investigación para determinar si las intervenciones para corregir el TDAH pueden influir en el riesgo de enfermedad de Alzheimer en el futuro.
Debido a la naturaleza de los estudios longitudinales, es posible que se necesiten varias décadas para llegar a una respuesta definitiva, aunque el equipo ya está trabajando para reclutar a más participantes de entornos infrarrepresentados y comenzar las pruebas de seguimiento.
"En este momento, estamos trabajando en nuevos estudios para evaluar el TDAH de forma más sólida y reclutar cohortes de pacientes con TDAH infantil para poder seguirlos a lo largo del tiempo en busca de biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer --explica Pascoal--. Estos estudios llevan mucho tiempo, pero son importantes para comprender las enfermedades neurológicas multifactoriales y cómo afectan al deterioro cognitivo".