MADRID, 18 Jun. (EUROPA PRESS) -
Muchas enfermedades causadas por un sistema inmunitario desregulado, como las alergias, el asma y la autoinmunidad, tienen su origen en los primeros meses de vida. Hasta la fecha, no se conocen del todo los mecanismos que subyacen al desarrollo del sistema inmunitario. Ahora, investigadores del Instituto Karolinska, en Suecia, demuestran que existe una conexión entre la leche materna, las bacterias intestinales beneficiosas y el desarrollo del sistema inmunitario, según publican en la revista 'Cell'.
"Una posible aplicación de nuestros resultados es un método preventivo para reducir el riesgo de alergias, asma y enfermedades autoinmunes en etapas posteriores de la vida, ayudando al sistema inmunitario a establecer sus mecanismos de regulación --afirma el último autor del trabajo, Petter Brodin, pediatra e investigador del Departamento de Salud de la Mujer y el Niño del Instituto Karolinska--. También creemos que ciertos mecanismos que el estudio identifica pueden conducir eventualmente a otros tipos de tratamiento para tales enfermedades, no sólo un profiláctico".
La incidencia de enfermedades autoinmunes como el asma, la diabetes de tipo 1 y la enfermedad de Crohn está aumentando en niños y adolescentes de todo el mundo. Estas enfermedades son debilitantes, pero no son tan comunes en los países de bajos ingresos como en Europa y Estados Unidos.
Se sabe desde hace tiempo que el riesgo de desarrollar estas enfermedades está determinado en gran medida por los acontecimientos de la vida temprana; por ejemplo, existe una correlación entre el uso temprano de antibióticos y un mayor riesgo de asma. También se sabe que la lactancia materna protege contra la mayoría de estos trastornos.
Existe una relación entre las bacterias específicas y protectoras de la piel, las vías respiratorias y el intestino y un menor riesgo de enfermedades inmunológicas. Sin embargo, aún queda mucho por aprender sobre cómo estas bacterias forman el sistema inmunitario.
Investigadores del Instituto Karolinska, la empresa Evolve Biosystems, y la Universidad de California Davis, la Universidad de Nebraska, y la Universidad de Nevada, todas ellas en Estados Unidos, estudiaron cómo el sistema inmunitario neonatal se adapta a las numerosas bacterias, virus, nutrientes y otros factores ambientales a los que el bebé está expuesto durante los primeros meses de vida, y cómo se conforma.
Investigaciones anteriores han demostrado que las bifidobacterias son comunes en los bebés amamantados en países con baja incidencia de enfermedades autoinmunes.
La leche materna es rica en HMO (oligosacáridos de la leche humana), que los bebés no pueden metabolizar por sí mismos. En cambio, la producción de estos azúcares complejos está asociada a la ventaja evolutiva de alimentar a bacterias intestinales específicas que desempeñan un papel importante en su sistema inmunitario. Las bifidobacterias son una de estas clases de bacterias.
"Descubrimos que los bebés cuya flora intestinal puede descomponer los HMO tienen menos inflamación en la sangre y en el intestino --dice el profesor Brodin--. Esto se debe probablemente a la capacidad única de las bifidobacterias de descomponer los HMO, de expandirse en los bebés lactantes y de tener un efecto beneficioso sobre el sistema inmunitario en desarrollo en los primeros años de vida".
Los bebés que fueron amamantados y recibieron bifidobacterias adicionales tenían mayores niveles intestinales de las moléculas ILA y Galectina-1. El ILA (ácido indol-3-láctico) es necesario para convertir las moléculas HMO en nutrición; la Galectina-1 es fundamental para la activación de la respuesta inmunitaria ante amenazas y ataques.
Según los investigadores, la Galectina-1 es un mecanismo crítico recién descubierto para preservar las bacterias con propiedades beneficiosas y antiinflamatorias en la flora intestinal.
Los resultados se basan en 208 bebés amamantados nacidos en el Hospital Universitario Karolinska entre 2014 y 2019. Los investigadores también utilizaron métodos novedosos para analizar el sistema inmunitario incluso a partir de pequeñas muestras de sangre. Además, se analizó una segunda cohorte desarrollada por la Universidad de California en la que los bebés fueron alimentados exclusivamente con leche materna y la mitad con un suplemento de 'B. infantis' para detectar la inflamación entérica.
Una limitación del estudio es que los investigadores no pudieron estudiar el sistema inmunitario directamente en el intestino y tuvieron que recurrir a muestras de sangre. No todos los aspectos del sistema inmunitario intestinal pueden verse en la sangre, pero no es éticamente defendible tomar biopsias intestinales de neonatos sanos.
Los investigadores esperan ahora seguir a los bebés participantes durante más tiempo para ver cuáles desarrollan eczema atópico, asma y alergias.
"Estamos planeando un nuevo experimento utilizando la sustitución bacteriana para ver si podemos ayudar a todos los bebés a tener un comienzo inmunológico más saludable en la vida --avanza el profesor Brodin--. También estamos trabajando con otros investigadores para comparar el desarrollo del sistema inmunitario de los bebés suecos con el de los bebés que crecen en el África subsahariana rural, donde la incidencia de las alergias es mucho menor".