MADRID, 14 May. (EDIZIONES) -
Cada vez es más frecuente que tu médico de cabecera o pediatra te recete probióticos o prebióticos, o una combinación de ambos, en casos de toma de antibiótico o en cuadros de diarreas. Pero, ¿por qué se recetan cada vez más?
El vocal nacional de Alimentación del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, Aquilino García, explica en una entrevista con Infosalus que se emplean cada vez más porque cada vez es mayor el estrés, los malos hábitos alimentarios o el abuso de antibióticos.
"El uso combinado de prebióticos y probióticos es una buena solución, sin efectos secundarios, para mejorar el funcionamiento intestinal y por tanto mejorar la salud. Se recetan cada vez más, por tanto, cuando hay un tratamiento antibiótico", añade el especialista.
A su juicio, lo ideal es combinar un componente prebiótico que ayude en su función al probiótico. Así, por ejemplo, con la unión de probióticos y prebióticos se puede fortalecer el sistema inmune, con su acción sobre múltiples enfermedades, y por otra parte tratar la diarrea crónica.
PERO, ¿EN QUÉ CONSISTE CADA UNO?
* Los prebióticos: Sustancias sin vida, que el organismo no puede digerir, que ayudan a las bacterias beneficiosas a asegurar su vida, y por tanto, su beneficio en nuestro organismo. "Es decir ingredientes no digeribles que benefician al organismo, mediante el crecimiento y la actividad de ciertos microorganismos del colon mejorando la salud", precisa García.
Según explica la Sociedad Española de Probióticos y Prebióticos, estimulan el crecimiento o la actividad de los microorganismos autóctonos, resultando en un beneficio para la salud.
* Los probióticos: Son microorganismos que proporcionan un beneficio para la salud y ayudan a restituir la flora intestinal. Es decir, son microrganismos vivos. Según las normas de la Organización Mundial de la Salud, un probiótico sería un microorganismo vivo que, cuando se administra en cantidades adecuadas, confiere un beneficio a la salud del consumidor.
Según la Sociedad Española de Probióticos y Prebióticos, sus efectos son fácilmente apreciables en las siguientes patologías:
.- Reversión de sintomatologías de mala digestión: El ejemplo típico es la resolución de la intolerancia a la lactosa producido por lactobacilos que la degradan e impiden así que llegue sin digerir al intestino grueso y ocasione flatulencia, distensión abdominal y diarrea, entre otros síntomas.
.- Reposición de la microbiota después de que haya sido eliminada por cualquier causa: Los casos mejor demostrados son la reversión de la diarrea causada por tratamiento con antibióticos y la de las diarreas infantiles producidas por rotavirus. En ambos casos, el organismo probiótico viene a ocupar la superficie mucosa que ha quedado desierta, constituyendo así una solución de emergencia que atenúa los síntomas y facilita la recolonización por los microorganismos indígenas. En este apartado se englobaría también la prevención de recidivas de vaginosis, y de vaginitis mediada por lactobacilos probióticos administrados, tras el tratamiento específico con los antibióticos apropiados.
.- Prevención de la mastitis durante la lactancia: La secreción de leche aumenta la humedad de los conductos galactóforos y crea condiciones apropiadas para el establecimiento de organismos patógenos en ellos. "Recientemente se ha demostrado de manera fehaciente que lactobacilos administrados por vía oral pueden colonizar los conductos e impedir el asentamiento de bacterias indeseables, previniendo e incluso curando, las mastitis", asegura.
.- Otros: Existen otras afecciones en las que los microorganismos probióticos parecen ejercer un efecto beneficioso, aunque la evidencia no es tan sólida como en los casos ya descritos; entre ellas cita por orden de mayor a menor evidencia, la enterocolitis necrotizante (una afección típica de niños prematuros que, al ser poco frecuente, dificulta la obtención de datos con significación estadística), la enfermedad inflamatoria intestinal y la colitis pseudomembranosa.