MADRID 27 Mar. (EUROPA PRESS) -
Un equipo internacional de 25 científicos han publicado un artículo en 'Nature Communications' en el que proponen una hoja de ruta para prevenir la próxima pandemia mediante la conservación de los espacios naturales y el fomento de la biodiversidad, proporcionando así a los animales suficiente alimento, refugios seguros y distancia para limitar el contacto y la transmisión de patógenos a los humanos.
Según los autores, las pandemias comienzan cuando animales portadores de enfermedades, como los murciélagos, se acercan a personas, ganado u otros animales y les transmiten nuevos patógenos. Virus como el SARS-CoV-2, el SARS-CoV-1, el Nipah, el Hendra y posiblemente el Ébola se han transmitido mortalmente de murciélagos a humanos, a veces a través de un huésped intermediario.
"El mundo se centra en cómo detectar y contener un nuevo agente patógeno una vez que circula entre los seres humanos, en lugar de cómo evitar que ese agente patógeno entre en la población humana", ha afirmado la profesora del Departamento de Salud Pública y Ecosistemas de la Universidad de Cornell y primera autora del artículo 'Ecological Countermeasures to Prevent Pathogen Spillover and Subsequent Pandemics', Raina Plowright.
La estrategia de prevención de pandemias se basa en las conclusiones de un par de artículos de 2022 que sirven de estudio de caso aplicable a todos los animales potencialmente portadores de enfermedades zoonóticas. En ellos se explica que, cuando los murciélagos pierden sus hábitats naturales y sus fuentes de alimento en invierno, sus grandes poblaciones se fragmentan y migran en pequeños grupos a zonas agrícolas y urbanas.
También se estresan, en parte debido a la escasez de alimentos y eliminan más virus con la orina. El virus cae al suelo, donde los caballos que pastan se infectan; los caballos, a su vez, pueden infectar a las personas. Pero cuando los hábitats naturales pueden proporcionar alimentos adecuados, especialmente en los meses de barbecho invernal, los murciélagos regresan a estos hábitats, se agrupan en grandes cantidades y dejan de excretar virus.
La hoja de ruta utiliza este y otros estudios de casos para explicar los mecanismos que vinculan el cambio ambiental y la propagación de patógenos de animales a humanos, e identifica intervenciones ecológicas para interrumpir estos vínculos y marcos políticos para aplicarlos.
INTERVENCIONES PARA PROTEGER LOS LUGARES DONDE COMEN LOS ANIMALES
"Tenemos que asegurarnos de que siempre haya abundante comida disponible en todas las épocas del año, sobre todo cuando los animales se encuentran en etapas estresantes de su ciclo vital, como la reproducción y la migración", ha explicado Plowright.
A continuación, para los autores de artículo, es importante proteger los lugares donde los animales pueden posarse o agruparse, ya que decenas de miles de murciélagos pueden posarse en copas de árboles y cuevas, de modo que cuando estas zonas se alteran, estas poblaciones pueden fragmentarse, desplazarse y liberar más virus.
Además, los murciélagos que viven en cuevas pueden no tener otras cuevas a las que desplazarse, en cuyo caso permanecen en ellas, se estresan más y probablemente liberan más virus. También es fundamental proteger los terrenos que actúan como amortiguadores entre las personas y la fauna salvaje.
"Hay billones de microbios en la naturaleza, pero rara vez enfermamos, porque hay muchísimas barreras entre nosotros y los nuevos patógenos", ha explicado Plowright.
Por último, para las comunidades que están en contacto con animales, es importante garantizar que las personas tengan la protección necesaria para evitar la exposición a patógenos, asegura Plowright.
Asimismo, los autores del estudio subrayan la necesidad de un organismo o grupo internacional que pueda evaluar y sintetizar los datos sobre prevención, preparación y respuesta ante pandemias y recopilar parámetros sobre la integridad de los paisajes, la integridad ecológica y la biodiversidad.