MADRID 12 Jul. (EUROPA PRESS) -
Los pacientes a los que se les ha detectado una isquemia miocárdica grave (falta de flujo sanguíneo al corazón) mediante una prueba de esfuerzo nuclear tienen más probabilidades de beneficiarse de una cirugía de revascularización coronaria o de una angioplastia, mientras que los que presentan una isquemia leve o nula no lo hacen, Según un nuevo estudio de la Facultad de Medicina Icahn del Monte Sinaí de Nueva York (Estados Unidos).
Los procedimientos, conocidos como revascularización coronaria, restablecen el flujo sanguíneo en las arterias obstruidas tras una prueba de esfuerzo. En el caso de los pacientes con isquemia grave, la revascularización precoz se asoció a una reducción de la mortalidad de más del 30 por ciento en comparación con los pacientes con isquemia grave que fueron tratados con medicación, pero no se demostró ningún beneficio para los demás grupos.
La investigación, publicada en el 'Journal of the American College of Cardiology', es el primer estudio a gran escala que analiza el impacto de las pruebas de esfuerzo en el tratamiento de los pacientes cuando se aplican a todo el espectro de pacientes que presentan tanto grados variables de isquemia miocárdica como de función cardíaca. Este nuevo estudio puede ayudar a orientar a los médicos sobre cómo gestionar el cuidado de los pacientes con sospecha de enfermedad cardíaca.
Los médicos solicitan pruebas de esfuerzo cuando sospechan que el dolor torácico de un paciente u otros síntomas clínicos se deben a una enfermedad arterial coronaria (EAC), o a la acumulación de placa en el interior de las arterias coronarias.
Estas pruebas ayudan a determinar si un paciente tiene una EAC obstructiva que provoca una isquemia importante. Si la isquemia debida a la EAC obstructiva es grave, los médicos pueden restablecer el flujo sanguíneo adecuado al corazón mediante una cirugía de bypass coronario o una intervención coronaria percutánea (ICP), un procedimiento menos invasivo en el que los cardiólogos intervencionistas utilizan un catéter para colocar stents en las arterias coronarias obstruidas para restablecer el flujo sanguíneo. La prueba de esfuerzo nuclear es la más utilizada para detectar la isquemia miocárdica.
"Existe un gran interés por evaluar cómo la medición de la isquemia miocárdica durante la prueba de esfuerzo puede ayudar a conformar la decisión de los médicos de remitir a los pacientes a procedimientos de revascularización coronaria, pero esta cuestión no se ha estudiado bien entre los pacientes que tienen un daño cardíaco subyacente", explica el autor principal, Alan Rozanski, profesor de Cardiología en la Escuela de Medicina Icahn de Mount Sinai, y director de Cardiología Nuclear y Pruebas de Esfuerzo Cardíaco y jefe académico del Departamento de Cardiología de Mount Sinai Morningside.
"Nuestro estudio, que evaluó un gran número de pacientes con daño cardíaco preexistente que se sometieron a pruebas de esfuerzo cardíaco, aborda por fin este vacío clínico", añade.
Los investigadores analizaron los registros de más de 43.000 pacientes que se sometieron a una prueba de esfuerzo nuclear con sospecha de EAC entre 1998 y 2017 en el Centro Médico Cedars Sinai de Los Ángeles con una mediana de 11 años de seguimiento de la mortalidad/supervivencia.
Agruparon a los pacientes según su nivel de isquemia miocárdica durante la prueba de esfuerzo, así como su fracción de eyección del ventrículo izquierdo (FEVI), que mide el porcentaje de volumen de sangre bombeado por la cámara principal del corazón durante cada latido. Unas mediciones bajas de la FEVI indican un daño cardíaco previo que podría deberse a una cicatrización del corazón debida a un ataque cardíaco anterior.
El estudio aporta dos importantes datos clínicos. En primer lugar, el estudio demostró que la frecuencia de la isquemia miocárdica durante la prueba de esfuerzo varía según la función cardíaca de los pacientes. De los 39.883 pacientes con una función cardiaca normal (FEVI superior al 55%), menos del 8% de ellos presentaron isquemia.
Sin embargo, entre los 3.560 pacientes con una función cardíaca reducida (FEVI inferior al 45%, que indica un daño cardíaco previo), más del 40% de ellos presentaban isquemia miocárdica.
El estudio también demostró que la presencia de isquemia miocárdica aumenta el riesgo de muerte en los pacientes con función cardíaca normal y reducida. En ambos grupos de pacientes, la realización de procedimientos de bypass o de ICP no se asoció a una mayor supervivencia entre el gran porcentaje de pacientes que no presentaban isquemia o que sólo presentaban una isquemia leve durante la prueba de esfuerzo cardíaco.
Entre los pacientes con isquemia grave, los procedimientos coronarios se asociaron a una tasa de supervivencia más de un 30% superior a la de los pacientes tratados únicamente con medicación. Este fue el caso de los pacientes con y sin daño cardíaco.
"Estos resultados confirman los beneficios de las pruebas de esfuerzo para la gestión clínica. Lo que se desea de cualquier prueba cuando se consideran los procedimientos de revascularización coronaria es que la prueba identifique un gran porcentaje de pacientes con bajo riesgo clínico y lo haga correctamente, mientras que identifique sólo un pequeño porcentaje de pacientes con alto riesgo clínico y lo haga correctamente. Eso es lo que encontramos con la prueba de esfuerzo nuclear en este estudio", explica Rozanski.
"Es importante destacar que la presencia de isquemia grave no significa necesariamente que deba aplicarse la revascularización coronaria --prosigue--. Los nuevos datos de un gran ensayo clínico sugieren que, cuando se optimiza el tratamiento médico, éste puede ser tan eficaz como la revascularización coronaria en tales pacientes. Pero, independientemente de ello, la presencia de isquemia grave indica un riesgo clínico elevado que requiere un tratamiento agresivo para reducir el riesgo clínico".