MADRID 7 Nov. (EUROPA PRESS) -
Una nueva investigación de la Universidad Emory (Estados Unidos) proporciona una predicción más precisa de la gravedad de COVID-19 que se puede encontrar al observar autoanticuerpos en la cavidad nasal, lo que conduce a planes de tratamiento más personalizados.
Para las personas de alto riesgo, esto podría proporcionar información fundamental para informar las opciones de tratamiento inmediato, incluida la toma rápida de medicamentos como Paxlovid dentro de una semana de los síntomas para mitigar una respuesta grave.
El estudio, publicado en 'Science Translational Medicine', siguió a 125 pacientes con distintos niveles de COVID-19 (de leve a grave) durante casi dos años. Hicieron un seguimiento de los anticuerpos tanto en la sangre como en las vías respiratorias nasales y descubrieron que más del 70% de las personas con COVID-19 leve o moderado desarrollaron ciertos autoanticuerpos (generalmente un indicio de enfermedad) en la nariz que sorprendentemente estaban relacionados con menos síntomas, mejor inmunidad antiviral y una recuperación más rápida.
Los hallazgos sugieren que la presencia de autoanticuerpos en la nariz puede desempeñar un papel protector y ayudar a regular el sistema inmunológico para prevenir la inflamación excesiva y combatir el virus de forma más eficaz.
"En general, los autoanticuerpos se asocian con patología y un pronóstico negativo, lo que provoca un aumento de la inflamación que indicaría una enfermedad más grave", narra Eliver Ghosn, autor principal del artículo y miembro del cuerpo docente del Centro Lowance de Inmunología Humana y del Centro de Vacunas Emory.
"Lo interesante de nuestros hallazgos es que con la COVID-19, es lo contrario. Los autoanticuerpos nasales aparecieron poco después de la infección, y se dirigieron a una importante molécula inflamatoria producida por las células del paciente. Estos autoanticuerpos se adhirieron a la molécula, probablemente para prevenir una inflamación excesiva, y desaparecieron a medida que las personas se recuperaban, lo que sugiere que el cuerpo los usa para mantener el equilibrio".
Estudios previos sobre pacientes con COVID-19 han sugerido que los autoanticuerpos en la sangre los predisponen a una enfermedad potencialmente mortal. Sin embargo, estos estudios a menudo descuidan la nariz, el lugar real de la infección. El nuevo estudio sugiere que las respuestas inmunitarias generadas en la nariz contra el virus difieren de las que se generan en la sangre.
En resumen, los autoanticuerpos nasales equivalen a protección, mientras que los autoanticuerpos encontrados en la sangre equivalen a gravedad. "La clave de este rompecabezas fue mirar directamente el lugar de la infección, en la nariz, en lugar de la sangre", destaca Ghosn.
"Si bien los autoanticuerpos en la sangre se relacionaron con un mal pronóstico, producirlos solo en la nariz poco después de la infección se relaciona con una recuperación eficiente", señala.
Para permitir mediciones más precisas de los anticuerpos producidos localmente en el sitio nasal de la infección, el laboratorio de Ghosn desarrolló una nueva herramienta biotecnológica llamada FlowBEAT para cuantificar diferentes tipos de anticuerpos en las cavidades nasales y otras muestras biológicas, lo que pronto podría tener implicaciones para las pruebas de otros virus respiratorios, como la gripe o el VSR.
A continuación, los investigadores quieren descubrir si este sorprendente mecanismo para controlar la infección por COVID-19 en la nariz también juega un papel en otras infecciones respiratorias como la gripe y el VSR. "Si esta respuesta de autoanticuerpos nasales resulta ser un mecanismo común para protegernos contra otras infecciones virales, puede ser un cambio de paradigma en la forma en que estudiamos la inmunidad protectora", señala Ghosn.
"Interpretaremos los autoanticuerpos a través de una lente innovadora, con la esperanza de inspirar nuevas líneas de investigación y mejores opciones terapéuticas para las infecciones respiratorias comunes".