MADRID 24 Abr. (EUROPA PRESS) -
Marc Masip, psicólogo, experto en adicción a las nuevas tecnologías, avisa de que el uso "incorrecto o excesivo" de las pantallas --es decir, cuando escapa del control del individuo--, "afecta a la educación, repercutiendo en aspectos como la memoria, la capacidad crítica o el rendimiento escolar de los adolescentes; así como a la salud emocional (autoestima, intolerancia a la frustración)".
También afecta al ámbito familiar --falta de conexión con el entorno y allegados-- y al individuo en sociedad (dificulta o distorsiona las relaciones sociales). Así lo ha expresado durante la tercera sesión del ciclo de debates en Responsabilidad Social Corporativa (RSC) "Salud, Personas y Sociedad. FJD Talks", que organiza periódicamente la Fundación Jiménez Díaz.
Todo ello también implica consecuencias fisiológicas --problemas de sueño, trastornos de la alimentación, etc-- y mentales --afecta a la atención y puede favorecer pautas de acoso y conductas o intentos autolesivos o suicidas--.
LA PREVENCIÓN, LA MEJOR ESTRATEGIA DE ABORDAJE
Llegados a este punto, ambos expertos coincidieron en que "la mejor estrategia pasa por la prevención", el cambio consciente de hábitos y la aplicación de pautas adaptadas a cada edad.
Una receta que se traduce, en el caso de los pequeños, en supervisión, normas de uso y límites, "necesarios y positivos en estas edades", como ha recordado el jefe del Departamento de Psiquiatría de la Fundación Jiménez Díaz, Enrique Baca, para intentar cumplir en el mayor grado posible las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) --ningún contacto con pantallas por debajo de los 2 años; no más de 1 hora al día entre los 2 y los 4, y 2 horas máximo hasta los 17--.
Por ello, Masip ha planteado negociar con los jóvenes 'contratos tecnológicos' en los que los 'castigos' estén relacionados con el veto a las pantallas, pero los premios, en cambio, sean 'analógicos', "volver a la educación sin pantallas" e, incluso, plantear ciertas regulaciones en los entornos académicos o laborales, y normas de conducta en el domicilio.
A su juicio, también es necesario establecer la edad mínima de acceso al primer dispositivo propio, "tan necesario como el socialmente aceptado para conducir un vehículo, fumar o beber alcohol, pero más difícil de marcar para los padres".
Finalmente, ha llamado a no olvidarse de la población adulta, "conectada permanentemente al smartphone", no solo por motivos laborales, y a quien también hay que orientar para que se aplique las medidas autorreguladoras y recetas que prescribe a sus hijos.
Los expertos llaman a silenciar y guardar el móvil en cajón a partir de determinada hora de la noche para disfrutar de la compañía "física y real" de los familiares y seres queridos; y de paso, de un sueño reparador.