MADRID 13 Dic. (EUROPA PRESS) -
Un importante ensayo clínico, dirigido por expertos de la Universidad de Nottingham (Reino Unido), ha demostrado que las personas con enfermedades inflamatorias son capaces de mejorar la respuesta de anticuerpos de una vacuna de refuerzo COVID-19 mediante la interrupción de su tratamiento durante dos semanas inmediatamente después de recibir la vacuna.
La respuesta de los anticuerpos a la inyección se duplicó a las cuatro semanas, y fue una vez y media mayor a las 26 semanas, en comparación con los que continuaron con su tratamiento habitual. La mejora de la respuesta de anticuerpos duró seis meses, según publican los investigadores en la revista 'The Lancet Rheumatology'.
Los pacientes que interrumpieron el tratamiento declararon experimentar más reagudizaciones de sus enfermedades inflamatorias en las semanas siguientes, pero la mayoría de las reagudizaciones se autogestionaron y la mayoría no necesitó ayuda de un profesional sanitario.
Los resultados provisionales del ensayo Vaccine Response On Off Methotrexate (VROOM) (restringido a 250 pacientes y con un seguimiento de 12 semanas) se publicaron anteriormente en 'Lancet Respiratory Medicine' y ya han influido en las directrices clínicas británicas y estadounidenses.
Los resultados completos del ensayo con 383 participantes muestran que la mejora de la protección dura seis meses. El ensayo completo también muestra que la sangre de las personas que dejaron de tomar metotrexato también fue más eficaz a la hora de eliminar la cepa Wuhan y la variante Omnicron BA.1.
También indica que, cuando se tuvo en cuenta el periodo de seguimiento de seis meses, no hubo un riesgo excesivo de brotes de la enfermedad en los pacientes que suspendieron su tratamiento inmediatamente después de una vacunación de refuerzo con COVID-19.
Estos resultados serán útiles para los comités consultivos nacionales de inmunización y otras sociedades especializadas que formulen recomendaciones sobre el momento oportuno para la vacunación de las personas tratadas con medicamentos que reducen el sistema inmunitario o que empiezan a tomarlos.
En el ensayo VROOM participaron pacientes con diversas enfermedades inflamatorias tratados con metotrexato, el fármaco inmunosupresor más utilizado; en el Reino Unido se prescribe a 1,3 millones de personas para enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide y afecciones cutáneas como la psoriasis.
Muchos de ellos se encontraban entre los 2,2 millones de personas clínicamente extremadamente vulnerables a las que se aconsejó protegerse durante la primera fase de la pandemia de COVID-19, en función del consejo de los especialistas y de sus factores de riesgo.
Aunque el metotrexato es eficaz para controlar estas afecciones y se ha impuesto como tratamiento de primera línea para muchas enfermedades, reduce la capacidad del organismo para combatir las infecciones y la capacidad de generar una respuesta robusta a las vacunas contra la gripe y la neumonía, incluidas las vacunas contra el COVID-19.
El investigador principal, el profesor Abhishek, de la Universidad de Nottingham y reumatólogo consultor honorario del Nottingham University Hospitals NHS Trust, ha recordado que "el COVID-19 no ha desaparecido y, con la aparición de nuevas variantes y la indecisión de los pacientes ante la vacuna, es importante optimizar la protección duradera en las personas susceptibles a COVID-19".
"Las pruebas de nuestro ensayo ayudarán a los pacientes a prevenir la infección por COVID-19 --asegura--. Los resultados de nuestro ensayo ayudarán a pacientes y médicos a tomar decisiones informadas sobre los riesgos y beneficios de interrumpir el tratamiento con metotrexato en el momento de la vacunación contra COVID-19".
El Profesor Danny McAuley, Director Científico de los Programas NIHR, destaca que "esta importante investigación proporciona aún más pruebas de alta calidad de que mediante la gestión de los medicamentos en relación con las vacunas podemos mantener a los pacientes más sanos al tiempo que reducimos la presión sobre el NHS".