MADRID, 29 Jul. (EUROPA PRESS) -
Un equipo internacional de científicos dirigido por la Universidad de Cambridge (Reino Unido) ha descubierto y secuenciado por primera vez los genomas antiguos del virus del herpes que suele causar llagas en los labios y que actualmente infecta a unos 3.700 millones de personas en todo el mundo.
Las últimas investigaciones sugieren que la cepa del virus HSV-1 que está detrás del herpes facial tal y como lo conocemos hoy en día surgió hace unos cinco mil años, a raíz de las vastas migraciones de la Edad de Bronce hacia Europa desde las praderas esteparias de Eurasia, y de los auges demográficos asociados que impulsaron las tasas de transmisión.
El herpes tiene una historia que se remonta a millones de años, y las formas del virus infectan a especies que van desde los murciélagos hasta los corales. Sin embargo, a pesar de su prevalencia actual entre los humanos, los científicos afirman que los ejemplos antiguos de VHS-1 eran sorprendentemente difíciles de encontrar.
Los autores del estudio, publicado en la revista 'Science Advances', afirman que el florecimiento neolítico del herpes facial detectado en el ADN antiguo puede haber coincidido con la llegada de una nueva práctica cultural importada de Oriente: los besos románticos y sexuales.
"El mundo ha observado cómo el COVID-19 muta a un ritmo rápido durante semanas y meses. Un virus como el herpes evoluciona en una escala de tiempo mucho mayor", afirma la doctora Charlotte Houldcroft, coautora del estudio y miembro del Departamento de Genética de Cambridge.
"El herpes facial se esconde en su huésped de por vida y sólo se transmite por contacto oral, por lo que las mutaciones se producen lentamente a lo largo de siglos y milenios --añade--. Tenemos que hacer investigaciones en profundidad en el tiempo para entender cómo evolucionan los virus de ADN como éste. Anteriormente, los datos genéticos del herpes sólo se remontaban a 1925", recuerda.
El equipo consiguió localizar el herpes en los restos de cuatro individuos a lo largo de un periodo de mil años, y extraer el ADN viral de las raíces de los dientes. El herpes suele brotar con infecciones bucales: al menos dos de los cadáveres antiguos padecían enfermedades de las encías y un tercero fumaba tabaco.
La muestra más antigua procede de un varón adulto excavado en la región rusa de los Montes Urales y data de finales de la Edad de Hierro, hace unos 1.500 años.
Otras dos muestras procedían de Cambridge: una de ellas es una mujer procedente de un cementerio anglosajón temprano situado a unos kilómetros al sur de la ciudad, que data de los siglos VI-VII de nuestra era. La otra, de un varón adulto joven de finales del siglo XIV, enterrado en los terrenos del hospital de caridad del Cambridge medieval (que más tarde se convertiría en el St. John's College), que había sufrido terribles abscesos dentales.
La última muestra procedía de un varón adulto joven excavado en Holanda: un ferviente fumador de pipa de arcilla, muy probablemente masacrado por un ataque francés a su pueblo a orillas del Rin en 1672.
"Examinamos muestras de ADN antiguas procedentes de unos 3.000 hallazgos arqueológicos y sólo obtuvimos cuatro coincidencias con el herpes", explica la doctora Meriam Guellil, coautora del estudio, del Instituto de Genómica de la Universidad de Tartu.
"Al comparar el ADN antiguo con las muestras de herpes del siglo XX, pudimos analizar las diferencias y estimar una tasa de mutación y, por consiguiente, una cronología de la evolución del virus", añae la doctora Lucy van Dorp, coautora principal, del Instituto de Genética de la UCL.
Por su parte, la doctora Christiana Scheib, coautora del estudio, es investigadora del St. John's College de la Universidad de Cambridge y directora del laboratorio de ADN antiguo de la Universidad de Tartu subraya que "todas las especies de primates tienen una forma de herpes, por lo que suponemos que ha estado con nosotros desde que nuestra propia especie salió de África".
"Sin embargo, algo ocurrió hace unos cinco mil años que permitió que una cepa de herpes se impusiera a todas las demás, posiblemente un aumento de las transmisiones, que podría haber estado relacionado con los besos", apunta.
Los investigadores señalan que el primer registro conocido de besos es un manuscrito de la Edad de Bronce del sur de Asia, y sugieren que la costumbre -que dista de ser universal en las culturas humanas- pudo haber viajado hacia el oeste con las migraciones a Europa desde Eurasia.
De hecho, siglos más tarde, el emperador romano Tiberio intentó prohibir los besos en los actos oficiales para evitar la propagación de enfermedades, un decreto que podría estar relacionado con el herpes. Sin embargo, durante la mayor parte de la prehistoria humana, la transmisión del VHS-1 habría sido "vertical": la misma cepa pasando de la madre infectada al hijo recién nacido.
Según la Organización Mundial de la Salud, dos tercios de la población mundial menor de 50 años es portadora del VHS-1. Para la mayoría de nosotros, las ocasionales llagas en los labios que se producen son embarazosas e incómodas, pero en combinación con otras dolencias -sepsis o incluso COVID-19, por ejemplo- el virus puede ser mortal. En 2018, dos mujeres murieron de infección por VHS-1 en el Reino Unido después de partos por cesárea.
"Solo las muestras genéticas con cientos o incluso miles de años de antigüedad nos permitirán entender cómo los virus de ADN como el herpes y la viruela del mono, así como nuestros propios sistemas inmunitarios, se adaptan en respuesta a los demás", afirma Houldcroft.
El equipo prevé rastrear ahora esta resistente enfermedad primordial aún más profundamente a través del tiempo, para investigar su infección de los primeros homininos. "El herpes neandertal es mi próxima montaña a escalar", anuncia Scheib.