Por estas razones sufren los adolescentes y cómo podemos ayudarles desde casa

Archivo - Niño en la ventana.
Archivo - Niño en la ventana. - NADEZHDA1906/ ISTOCK - Archivo
Publicado: lunes, 12 junio 2023 8:29

   MADRID, 12 Jun. (EDIZIONES) -

   No es bueno el panorama de la salud mental adolescente actual, si bien tampoco lo era hace unos años. Los trastornos, la enfermedad mental, y los desajustes psicológicos entre este colectivo están bien documentados desde hace décadas y la pandemia tampoco lo ha puesto fácil.

   "La investigación ha puesto sobre la mesa que gran parte de los trastornos mentales, en torno al 50%, se generan antes de los 15 años. La pandemia ha surgido como un catalizador de nuevos sufrimientos en los adolescentes, pero antes de esta ya existía una prevalencia de trastornos psicológicos preocupante", remarca en una entrevista con Infosalus el decano-presidente del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y vicepresidente primero del Consejo General de la Psicología de España, el psicólogo sanitario y experto en Psicología Educativa José Antonio Luengo.

   Este experto, funcionario docente y catedrático de Enseñanza Secundaria, con especialidad en Orientación educativa, acaba de publicar precisamente 'El dolor adolescente' (Plataforma Editorial), un manual cuya misión es servir de guía a padres y docentes sobre el sufrimiento que sufren los jóvenes a estas edades.

   Así, afirma que tras la pandemia sí se está apreciando un repunte en la demanda de atención y de solicitud de ayuda de los adolescentes y niños por desajustes psicológicos, no siempre por enfermedad mental, sino por malestar psicológico, que cuando se mantienen en el tiempo sí puede acabar afectando y generando algún trastorno de salud mental: "Hoy en día nuestros chicos niños y adolescentes piden más ayudan por situaciones de desajuste psicológico que la que pedían hace una década, por ejemplo".

   Recuerda en este sentido este psicólogo sanitario que, según datos del INE, el incremento de conductas suicidas está aumentando con los años, y por ejemplo en 2019 se quitaron la vida 7 chicos menores de 15; en 2020, un total de 14; y en 22, en 2021; "cifras alarmantes", en su opinión. "Normalmente, este tipo de situaciones nos obligan a pensar en el gran sufrimiento psicológico de desesperanza, de pérdida de sentido de entidad, que les hace pensar que la vida para ellos no es nada y mejor irse de este mundo", lamenta este experto.

POR QUÉ SUFREN LOS JÓVENES

   Entre los principales desencadenantes de los menores frente al dolor, cuáles son las razones que les llevan a sufrir, habla del miedo al cambio, del miedo a ser excluido, así como de una alta vulnerabilidad social o cultural.

   A su vez, menciona la pérdida del sentido de la vida, y cierto grado de desapego y de desesperanza; el que estos se encuentren con una perspectiva de vida con la que no están a gusto, no están bien, sin posibilidades de mejora, lo que a la larga les genera un sufrimiento psicológico o incluso enfermedad psicológica, cuadros de trastornos de ansiedad, o por ejemplo, de estrés postraumático; así como situaciones de exclusión ligadas al acoso escolar.

   Pero también cita a quienes están "permanente en el escaparate" porque se comparan con sus compañeros desde sus competencias y habilidades, el 'querer ser como los demás' y ser esclavo de los cánones estéticos, favorecido todo ello por las redes sociales y las pantallas. "Siempre ha existido el sufrimiento. Este aparece porque uno cuando crece es consciente de lo que es, de lo que le falta, y de las dificultades que tendrá. Te comparas con el entorno en general y, a veces, esta comparación es especialmente lacerante porque te hace sentir que no eres, que no llegas, o que no estás a la altura", mantiene Luengo.

   Por otro lado, señala que las influencias siempre han existido desde el entorno y sobre todo a los adolescentes les hacen protagonistas de experiencias de dolor y de sufrimiento, pero en el mundo actual, con los contenidos tecnológicos, que suman una gran carga en este sentido, ve evidente que estas situaciones incrementen el riesgo de que se pueda entrar en clave de sufrimiento.

   "Hay también experiencias adversas en la infancia, como situaciones de maltrato en el entorno familiar, de abusos sexuales, de maltrato entre compañeros en el contexto de la escolarización que marcan la vida de una persona y le hacen entrar en el bucle del sufrimiento", añade.

EL PROBLEMA DE LA SOBREPROTECCIÓN

   En este contexto, el vicepresidente primero del Consejo General de la Psicología de España advierte sobre "dos grandes motores" de dolor y de sufrimiento. El primer de ellos es la sobreprotección, el sobreproteger a nuestros hijos y privarles del malestar, intentar encapsularles y que no vivan y no tengan experiencias con el dolor, con la inseguridad. "Sabemos que tiene influencias negativas porque genera unos modos de estar en la vida en los que te has entrenado poco para afrontar la dificultad o frustrarte, con pocas posibilidades de afrontar la situación, caerte y levantarte", apostilla Luengo.

   También se encontraría la sensación de soledad, según añade, y dice que hay muchos adolescentes que incluso en entornos sociales normalizados o favorecidos pasan mucho tiempo solos y comentan la falta de estímulos para estar, para ser, de calidad en su vida, porque tienen pocos estímulos afectivos, emocionales a su alrededor, así como poco tiempo de atención, o poca supervisión.

   Además, subraya que muchas demandas de ayuda que se reciben en hospitales psiquiátricos y unidades infantojuveniles están relacionadas con crisis psicosociales, más que con nuevas enfermedades; salvo en el caso de los TCA y de las autolesiones que parecen que sí han remontado. "Se han evidenciado grandes trastornos adaptativos, crisis psicosociales, que generan un ingreso en una unidad hospitalaria", afirma.

CÓMO LOS PADRES PUEDEN AYUDAR

   Con todo ello, y frente al malestar psicológico de los niños y adolescentes, este catedrático en Enseña Secundaria aconseja en primer lugar en crear condiciones en el entorno familia que favorezcan las relaciones interpersonales de cantidad y de calidad: "Hablamos de que cada vez tenemos núcleos familiares con menos unidades, y esto hace que las relaciones interpersonales, el cómo nos relacionamos los unos con otros se ven reducidas. Por eso, muchos aprenden a relacionarse más en el colegio que en casa porque el número de experiencias se ve disminuido que en otras generaciones".

   Por tanto, el primer paso sería el intentar proveer a lo que es el conjunto de relaciones afectivas, emocionales, de la suficiente cantidad y calidad, para que los adolescentes se vean inmersos en un espacio estable, de seguridad emocional, que genera también ideas sobre cuáles son los marcos de comportamiento que son aceptables y cuáles son.

   "Tenemos que saber decir que 'no', pero siempre en un contexto donde el diálogo prima y la cantidad de experiencia personal y emocional son satisfactorias, es decir, crear vínculos con nuestros hijos para conseguir que vean que merece la pena estar donde están, que pueden contar con nosotros y contarnos las cosas sin miedo al reproche, ni al juicio o al prejuicio", continúa Luengo.

   Asimismo, habla de evitar la sobreprotección que genera actitudes frágiles ante la vida como hemos mencionado, al tiempo que apunta a la necesidad de buscar un entorno donde el equilibrio prime, es decir, cuidar que en las actividades no se dé por ejemplo un exceso de tiempo de hiperconectividad.

    "Estar excesivamente en el mundo digital genera dificultades en la vida. Hay que buscar el tiempo de pantallas con el equilibrio de estar al aire libre, con gente de su edad, o en familia. Otro equilibrio fundamental tiene que ver con que no siempre van a llevar la razón y este es un mundo donde las cosas son complicadas y tenemos que dar una imagen equilibrada, no sesgada, y que nos podemos equivocar y mantener esta actitud amable en la vida con el decir que 'no' en muchas ocasiones porque también educa", concluye.