MADRID, 22 Abr. (EUROPA PRESS) -
El ictus isquémico, una de las principales causas de discapacidad a nivel mundial, es un evento cerebrovascular grave que puede desencadenarse por diversas afecciones, siendo el estrechamiento de la arteria carótida una de las principales causas.
Esta condición, conocida como estenosis carotídea, se produce cuando una de las arterias principales que suministran sangre al cerebro se estrecha debido a la acumulación de placa, lo que puede llevar a la interrupción del flujo sanguíneo y, en consecuencia, al daño cerebral.
Tradicionalmente, el tratamiento para los pacientes con estenosis carotídea después de un ictus ha implicado intervenciones quirúrgicas, como la endarterectomía carotídea. Sin embargo, este enfoque está siendo reevaluado en la actualidad debido a avances en el tratamiento médico y a nuevas investigaciones que podrían cambiar las recomendaciones actuales sobre el tratamiento de esta patología.
Una investigación europea dirigida por el University College de Londres (UCL) en Reino Unido, junto con el Amsterdam UMC (Países Bajos) y la Universidad de Basilea (Suiza), muestra que una proporción significativa de pacientes que sufren un ictus debido a un estrechamiento de la arteria carótida pueden tratarse únicamente con medicamentos.
Una arriesgada operación de la arteria carótida, que actualmente sigue siendo el tratamiento estándar para muchos pacientes, podría entonces no ser necesaria para este grupo. Esta investigación, publicada en 'The Lancet Neurology', podría conducir a un ajuste de las directrices globales para el tratamiento de estos pacientes.
En los Países Bajos, alrededor de 2.000 personas con estenosis de la arteria carótida son operadas cada año tras sufrir un ictus. Hace 30 años, estudios a gran escala demostraron que una operación que extirpa un estrechamiento de la arteria carótida reducía el riesgo de sufrir un nuevo ictus. Como resultado, este se convirtió en el tratamiento estandarizado a nivel internacional. Desde entonces, la medicación que estos pacientes reciben junto con la cirugía (como anticoagulantes, medicamentos para el colesterol y la hipertensión) ha mejorado significativamente.
Investigadores, entre ellos Paul Nederkoorn, neurólogo del Amsterdam UMC, investigaron si las operaciones rutinarias de la arteria carótida siguen siendo necesarias en todos los pacientes. Un grupo internacional de investigación compuesto por neurólogos, cirujanos vasculares y radiólogos diseñó el estudio ECST para responder a esta pregunta.
"Para la gran mayoría de estos pacientes, en los Países Bajos quizás hasta un 75%, la medicación por sí sola probablemente sea suficiente para reducir el riesgo de otro ictus. Es mucho más beneficioso para el paciente no tener que operarse y ahorra muchos gastos médicos", afirma Nederkoorn. "Ahora vamos a colaborar estrechamente con los cirujanos vasculares para ver cómo podemos integrar mejor estos resultados en los protocolos actuales".
Entre 2012 y 2019, los investigadores examinaron a un grupo de 429 pacientes, distribuidos en 30 centros de Europa y Canadá. Todos los pacientes tenían una probabilidad baja o media de sufrir otro ictus en los dos años siguientes al tratamiento inicial. Los pacientes con alto riesgo de sufrir otro ictus no se incluyeron en este estudio, ya que no se sabía con certeza si la medicación por sí sola podría ser igualmente eficaz en ellos.
Los pacientes se dividieron en dos grupos. La mitad recibió solo medicación y la otra mitad, además, cirugía estándar. Dos años después del inicio del tratamiento, se monitorizó a los pacientes para evaluar diversos resultados. Se compararon los grupos según la frecuencia con la que se habían producido nuevos ictus, el número de pacientes que habían sufrido un infarto y el número de pacientes que habían sufrido un ictus inadvertido o con alto riesgo de nuevo ictus debido a acumulaciones en la arteria carótida.
Esto se observó en las resonancias magnéticas que se realizaron a los pacientes participantes dos años después. Ambos grupos obtuvieron la misma puntuación en todas las métricas, lo que llevó a los investigadores a concluir que la cirugía, además de la medicación, no es necesaria para este grupo específico de pacientes.
El autor principal, profesor emérito de la UCL Martin Brown, agrega: "Si bien se necesitan más seguimiento y ensayos adicionales para confirmar estos hallazgos, recomendamos utilizar la puntuación CAR para identificar a los pacientes con estrechamiento de la carótida que pueden tratarse únicamente con terapia médica optimizada. Este enfoque pone énfasis en la evaluación personal y el tratamiento intensivo de los factores de riesgo vascular, evitando potencialmente a muchos pacientes las molestias y los riesgos de la cirugía carotídea o la colocación de un stent. Además, este método podría suponer un importante ahorro en costes para los servicios sanitarios".
Las investigaciones de seguimiento deberían mostrar qué pacientes tienen un riesgo tan alto de sufrir otro ictus que aún necesitan cirugía además de la medicación. Las nuevas técnicas para obtener imágenes detalladas de la placa aterosclerótica en la arteria carótida permiten seleccionar a los pacientes con un riesgo particularmente alto con mucha más precisión que antes. Los investigadores creen que, en el futuro, este será el grupo que aún podría necesitar cirugía.
De esta manera, cada paciente con un ictus debido a un estrechamiento de la arteria carótida puede recibir un tratamiento personalizado basado en el riesgo. Esto evita a muchos pacientes una cirugía mayor y reduce los costos de atención médica. Los investigadores esperan que pronto se ajusten las directrices nacionales e internacionales. "En Amsterdam UMC, estamos trabajando en conjunto con los cirujanos vasculares y los pacientes de riesgo bajo y medio ya no son operados de forma estándar", concluye Nederkoorn.