MADRID, 10 Oct. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo análisis ha ayudado a los científicos a correlacionar los resultados clínicos positivos en los receptores de trasplante intestinal con un equilibrio en la reactividad cruzada entre las células T derivadas del donante y las células T residentes en el huésped receptor, potencialmente mitigando los fallos de trasplante de órganos.
El trasplante de intestino delgado, en particular, resulta complicado por las altas tasas de rechazo, es decir, cuando el injerto es atacado por células huésped (huésped contra injerto, o HVG, por sus siglas en inglés) o viceversa (injerto contra huésped, o GvH, por sus siglas en inglés), resultando en aproximadamente un 50 por ciento de las tasas de supervivencia de los pacientes a cinco años.
Además, existen pocos estudios sobre células T infiltrantes de injerto por falta de herramientas fiables que distingan a las células T del donante de las pertenecientes al huésped. Por ello, J. Zuber, del Centro Médico de la Universidad de Columbia, en Nueva York, Estados Unidos, y sus colegas examinaron los injertos de tejidos intestinales de 14 pacientes diferentes, utilizando un nuevo método de seguimiento de las células T para entender la repoblación posterior al trasplante de las células T del tejido residente en los anfitriones y los donantes.
De esta forma, descubrieron que las células T del donante en individuos sin rechazo generaron células GvH-reactivas que impedían la sustitución de las células del donante por las células T de acogida, mientras que los injertos de los que experimentaron el rechazo presentaban mayoría de células HvG-reactivas.
LA MAYORÍA DE CÉLULAS DE RECHAZO ERAN DEL HUÉSPED
Curiosamente, los investigadores encontraron que el 80 por ciento de las células de rechazo eran células T huésped que atacan las células del donante, lo que contradice la creencia convencional de que la mayoría de las células de trasplante infiltrantes son "espectadores" no reactivos.
Zuber y su equipo revelaron en su trabajo que las células HvG-reactivas podrían incluso disfrazarse a sí mismas con antígenos específicos de donantes, persistiendo en el tejido trasplantado y aumentando el riesgo de un rechazo futuro.
En conjunto, sus resultados, publicado en 'Science Immunology', sugieren enfoques terapéuticos para bloquear la expansión de células T HvG-reactivas, lo que podría ser aplicable a otros órganos difíciles de trasplantar, como los pulmones, según los autores.