MADRID, 12 Mar. (EUROPA PRESS) -
Una nueva investigación de la Universidad de Georgia, en Estados Unidos, demuestra que la actividad física ayuda a proteger las capacidades cognitivas a medida que se envejece sin necesidad, además, de que el ejercicio sea intenso para que tenga efecto. Se trata del primer estudio que examina cómo las redes neuronales interactúan con la actividad física y la forma física para influir en el funcionamiento del cerebro.
"Este hallazgo no está diciendo: 'Si eres mayor, tienes que salir y empezar a correr maratones' --puntualiza Marissa Gogniat, autora principal del estudio y recién graduada del doctorado en psicología del Franklin College of Arts and Sciences--. Esto viene a decir que si das más pasos, si te mueves un poco más en tu entorno, eso puede ser útil para tu salud cerebral y mantenerte más independiente a medida que envejeces".
El estudio, publicado en 'Sport Sciences for Health', realizó un seguimiento de 51 adultos mayores, con mediciones de su actividad física y su estado físico. Los participantes realizaron pruebas específicamente diseñadas para medir el funcionamiento cognitivo y se sometieron a resonancias magnéticas para evaluar el funcionamiento del cerebro.
También llevaban un dispositivo que medía la intensidad de la actividad física del usuario, el número de pasos dados y la distancia recorrida. Los investigadores evaluaron la aptitud física a través de una prueba de marcha de seis minutos, durante la cual los participantes caminaban tan rápido como podían para cubrir la mayor distancia posible dentro del límite de tiempo.
"Siempre nos han dicho que es bueno hacer ejercicio, pero creo que esto es una prueba de que el ejercicio puede realmente cambiar tu cerebro --señala Gogniat--. Y eso repercute en la forma en que eres capaz de funcionar en tu vida diaria".
El cerebro está formado por un montón de redes distintas. Esas redes están en constante comunicación, enviándose información unas a otras. Pero diferentes partes del cerebro están activas en diferentes momentos. La red que está activa cuando el cuerpo está en reposo, por ejemplo, se apaga cuando una persona empieza a intentar completar una tarea. En ese momento, se activa otra red.
Mientras una de estas redes está activa, la otra debería estar apagada. Si no lo está, es una señal de que el cerebro de una persona no está funcionando tan bien como debería.
Estas redes son la clave para poder realizar tareas básicas de la vida diaria, como recordar información importante y mostrar autocontrol. Pero a medida que las personas envejecen, estas tareas suelen ser más difíciles.
"Este trabajo es emocionante porque nos da algunas pruebas de que cuando las personas cuyas redes cerebrales no funcionan de forma óptima se dedican a la actividad física, vemos una mejora en su función ejecutiva y su independencia --apunta Gogniat--. No estamos diciendo que haya que cambiar radicalmente de vida. Tal vez sólo hay que subir las escaleras de camino al trabajo. Ponte de pie y camina un poco más. Ahí es donde se obtiene el mayor beneficio, no en un ejercicio loco y de alta intensidad", asegura.