MADRID, 29 Ago. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio del Centro de Encefalopatía Traumática Crónica (ETC) de la Universidad de Boston, en Estados Unidos, ha descubierto que, entre una muestra de 152 atletas jóvenes expuestos a impactos repetitivos en la cabeza que tenían menos de 30 años en el momento de su muerte, el 41,4% (63) presentaba evidencias neuropatológicas de ETC, una enfermedad cerebral degenerativa causada por impactos repetidos.
El estudio, publicado en la revista 'JAMA Neurology', incluye a la primera mujer atleta estadounidense diagnosticada de ETC, una futbolista universitaria de 28 años cuya identidad se mantiene en secreto.
"Este estudio muestra claramente que la patología de la ETC comienza pronto --destaca la autora correspondiente, Ann McKee, doctora en Medicina, jefa de neuropatología del VA Boston Healthcare System y directora del Centro de ETC de la Universidad de Boston--. El hecho de que más del 40% de los jóvenes atletas de deportes de contacto y colisión en el banco de cerebros UNITE tengan ETC es notable, teniendo en cuenta que los estudios de los bancos de cerebros de la comunidad muestran que menos del 1% de la población general tiene ETC".
Casi todos los jóvenes atletas tenían ETC leve, estadios 1 y 2; 3 donantes tenían ETC estadio 3. Hay 4 estadios posibles de ETC, siendo el estadio 4 el más grave).
En aquellos con ETC, a menudo había otras evidencias de lesión cerebral, incluyendo la presencia de un cavum septum pellucidum, agrandamiento de los ventrículos y más macrófagos perivasculares en la sustancia blanca.
Los síntomas clínicos eran comunes entre los atletas, tuvieran o no ETC. Los síntomas clínicos incluían depresión (70,0%), apatía (71,3%), dificultad para controlar el comportamiento (56,8%) y problemas para tomar decisiones (54,5%). El abuso de sustancias también era frecuente, con abuso de alcohol presente en el 42,9% y abuso de drogas en el 38,3%.
"El estudio sugiere que algunos de los síntomas que experimentan estos jóvenes atletas no están causados por la patología tau temprana de la ETC --explica McKee--. Es imperativo que los atletas jóvenes que experimentan síntomas neuropsiquiátricos busquen atención, ya que es probable que los síntomas puedan reducirse con un manejo y seguimiento efectivos".
El 71,4% de los deportistas diagnosticados de ETC eran aficionados, y entre ellos había jugadores de fútbol americano, hockey sobre hielo, fútbol y rugby, y luchadores. Los diagnosticados de ETC eran mayores (edad media en el momento de la muerte: 25,3 años frente a 21,4) y tenían muchos más años de exposición a deportes de contacto (11,6 frente a 8,8 años).
Como en todos los estudios de bancos de cerebros, los donantes de cerebros son diferentes de la población general de jóvenes deportistas, en parte porque es más probable que presenten síntomas. La encefalopatía espongiforme crónica aún no puede diagnosticarse en vivo, y la verdadera prevalencia de esta enfermedad en cualquier población sigue siendo desconocida.
"Este estudio pone de relieve la importancia de evaluar los síntomas y la presentación clínica de la ETC en atletas vivos que han sufrido traumatismos craneoencefálicos repetitivos --subraya Nsini Umoh, director del programa de investigación de traumatismos craneoencefálicos (TBI) del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares (NINDS), que contribuyó a la financiación del estudio--. Aunque se necesita más investigación en esta área, estos hallazgos son una adición notable al cuerpo de investigación sobre ETC".
Otras investigaciones necesarias incluyen el análisis de donantes cerebrales jóvenes no expuestos a deportes de contacto y colisión, para comprender mejor los daños cerebrales no relacionados con la ETC causados por la impactos repetitivos en la cabeza, y qué síntomas están relacionados con las conmociones cerebrales, los impactos y la ETC.
McKee y sus colegas han desarrollado recientemente el primer Protocolo de Prevención de la ETC, una serie de recomendaciones basadas en pruebas para ayudar a las organizaciones deportivas a desarrollar políticas, junto con sus protocolos de conmoción cerebral existentes, para reducir el riesgo de ETC.