MADRID, 7 Ago. (EUROPA PRESS) -
Cientos de genes, junto con factores ambientales, determinan colectivamente el peso y tamaño corporal, desde la forma en que el cuerpo almacena la grasa hasta cómo el cerebro regula el apetito. Ahora, los investigadores añaden a esa lista varios genes que parecen afectar al riesgo de obesidad en determinados sexos y edades. El estudio, publicado en la revista 'Cell Genomics', puede arrojar luz sobre nuevas vías biológicas que subyacen a la obesidad y poner de relieve cómo el sexo y la edad contribuyen a la salud y la enfermedad.
"Hay un millón y una razones por las que deberíamos pensar en el sexo, la edad y otros mecanismos específicos en lugar de meter a todo el mundo en el mismo saco y suponer que el mecanismo de la enfermedad funciona igual para todos --afirma el autor principal John Perry, genetista y profesor del Instituto Wellcome-MRC de Ciencias Metabólicas de la Universidad de Cambridge (Reino Unido)--. No esperamos que las personas tengan una biología completamente diferente, pero cabe imaginar que cosas como las hormonas y la fisiología pueden contribuir a riesgos específicos".
Para desentrañar el papel del sexo en el riesgo de obesidad, el equipo de investigación secuenció el exoma --la parte del genoma que codifica proteínas-- de 414.032 adultos del estudio UK Biobank. Analizaron las variantes, o mutaciones, dentro de los genes asociadas al índice de masa corporal (IMC) en hombres y mujeres, respectivamente. Basado en la estatura y el peso, el IMC es una medida estimada de la obesidad. La búsqueda reveló cinco genes que influyen en el IMC de las mujeres y dos en el de los hombres.
Entre ellos, las variantes defectuosas de tres genes -DIDO1, PTPRG y SLC12A5- están relacionadas con un mayor IMC en las mujeres, hasta casi 8 kg/m* más, mientras que no tienen efecto alguno en los hombres. Más del 80% de las mujeres con variantes DIDO1 y SLC12A5 padecían obesidad, según su IMC aproximado.
Los individuos portadores de variantes DIDO1 presentaban una mayor asociación con niveles más elevados de testosterona y una mayor relación cintura-cadera, ambos indicadores de riesgo de complicaciones relacionadas con la obesidad, como diabetes y cardiopatías. Los portadores de variantes SLC12A5 tenían mayores probabilidades de padecer diabetes de tipo 2 que los no portadores. Estos hallazgos ponen de relieve genes hasta ahora inexplorados que están implicados en el desarrollo de la obesidad en las mujeres, pero no en los hombres.
A continuación, Perry y su colega repitieron su método para buscar factores específicos de la edad mediante la búsqueda de variantes genéticas asociadas al tamaño corporal en la infancia, basándose en los recuerdos de los participantes. Identificaron dos genes, OBSCN y MADD, que no se habían relacionado anteriormente con el tamaño corporal y la grasa en la infancia.
Mientras que los portadores de las variantes OBSCN tenían mayores probabilidades de tener un peso más elevado de niños, los portadores de la variante MADD se asociaban a tallas corporales más pequeñas. Además, las variantes genéticas que actuaban sobre MADD no tenían relación con el riesgo de obesidad en la edad adulta, lo que pone de relieve los efectos específicos de la edad sobre el tamaño corporal.
"Lo sorprendente es que, si se examina la función de algunos de los genes identificados, varios están claramente implicados en la respuesta al daño del ADN y la muerte celular", afirma Perry. La obesidad es un trastorno relacionado con el cerebro, mientras que los factores biológicos y ambientales influyen en el apetito. "Actualmente no existe un paradigma biológico bien entendido sobre cómo la respuesta al daño del ADN influiría en el tamaño corporal -añade--. Estos hallazgos nos han dado una señal para sugerir que la variación en este importante proceso biológico puede desempeñar un papel en la etiología de la obesidad".
A continuación, el equipo de investigación espera replicar el estudio en una población más amplia y diversa. También planean estudiar los genes en animales para profundizar en su función y su relación con la obesidad.
"Estamos en las primeras fases de identificación de la biología interesante --anuncia Perry--. Esperamos que el estudio pueda revelar nuevas vías biológicas que algún día puedan allanar el camino al descubrimiento de nuevos fármacos contra la obesidad".