MADRID, 14 Feb. (EUROPA PRESS) -
Una investigación de la Universidad Murdoch en Australia puede haber dado con una clave para hacer más eficaces las investigación por agresión sexual. Según se publica en 'iScience' de Cell Press, los investigadores habrían descubierto que después de la relación sexual, ambos miembros de la pareja dejan rastros de su propio microbioma genital único.
Cabe tener en cuenta que en las investigaciones criminales de agresión sexual heterosexual a menudo se incluyen un análisis de ADN de los genitales de la mujer. El objetivo es identificar la presencia de esperma del agresor como prueba de la relación sexual. Sin embargo, en los casos en los que no se detecta esperma, incluso en las agresiones en las que el agresor utiliza un preservativo, estos exámenes suelen ser ineficaces.
Según los resultados de esta nueva investigación, las especies bacterianas se transfieren entre ambos individuos durante las relaciones sexuales. Además, estas especies pueden rastrearse hasta el microbioma genital único de la pareja sexual. De esta forma, los autores dicen que los análisis de estos microorganismos genitales, a los que llamaron "sexoma", pueden ser útiles para identificar a los autores de agresiones sexuales.
"Esta investigación se basa en el concepto forense de que todo contacto deja un rastro", afirma el investigador principal Brendan Chapman de la Universidad Murdoch. "Hasta ahora, pocos estudios han explorado los microbiomas vaginales y del pene en un contexto forense. Esta investigación demuestra que podemos observar rastros microbianos en los microbiomas genitales de las parejas heterosexuales después del sexo".
En el estudio, los investigadores confirmaron que tanto los hombres como las mujeres tienen poblaciones únicas de bacterias en sus áreas genitales. En concreto, reclutaron a 12 parejas heterosexuales monógamas para investigar si estos sexomas se transfieren durante las relaciones sexuales, incluso cuando se usa un preservativo. Al comienzo del estudio, cada participante recogió muestras de su microbioma genital mediante hisopos. Los investigadores utilizaron la secuenciación de genes de ARN para determinar qué cepas de bacterias estaban presentes, hasta el nivel de subespecie, e identificaron firmas microbianas para cada participante.
A continuación, se pidió a las parejas que se abstuvieran de tener relaciones sexuales durante períodos de tiempo variables (de 2 a 14 días) y que luego mantuvieran relaciones sexuales. Después, se recogieron muestras nuevamente del microbioma genital de cada individuo. El análisis mostró que la firma bacteriana única de un participante podía identificarse en la muestra de su pareja sexual después de la relación sexual.
Tres de las parejas informaron haber usado preservativo. El análisis concluyó que, si bien esto tuvo cierto impacto en la transferencia de contenido microbiano, no la inhibió por completo. "Cuando se usó preservativo, la mayor parte de la transferencia se produjo de la mujer al hombre", destaca Ruby Dixon, de la Universidad Murdoch. "Esto es una herramienta prometedora para realizar pruebas a un agresor después de una agresión y significa que puede haber marcadores microbianos que detecten el contacto sexual incluso cuando se usó preservativo".
Los investigadores también analizaron si los varones estaban circuncidados y si las participantes tenían vello púbico, pero descubrieron que ninguno de estos factores parecía afectar la transferencia de especies bacterianas entre parejas. Sin embargo, sí descubrieron que la composición del microbioma vaginal cambiaba durante la menstruación, lo que, según señalan, podría afectar los resultados.
"La aplicación del sexoma en casos de agresión sexual todavía está en sus inicios", resume Dixon. "Es importante comprender por completo los factores externos que pueden tener un impacto en la diversidad microbiana tanto de hombres como de mujeres, y esto es algo que planeamos seguir estudiando".*