MADRID, 9 Oct. (EUROPA PRESS) -
Los relojes biológicos tienen efectos considerables en el rendimiento de los atletas de élite, advierten cronobiólogos de la Universidad de Groninga, en Países Bajos, después de estudiar los tiempos alcanzados por los nadadores en cuatro Juegos Olímpicos diferentes. Cambiar el reloj para alcanzar el máximo rendimiento en el momento adecuado podría marcar la diferencia entre ganar y perder, según publican en la revista 'Scientific Reports'.
"En muchos deportes, las diferencias entre llegar primero o segundo, o no ganar ninguna medalla, son muy pequeñas --recuerda Renske Lok, primer autor del artículo y ex estudiante de doctorado en la Universidad de Groninga--. Nos preguntamos si el reloj biológico de un atleta estaba influyendo".
Este reloj determina los ritmos diarios de nuestro cuerpo: regula características fisiológicas como la temperatura corporal central y los niveles de glucosa en sangre. "Y sabemos que el rendimiento máximo suele coincidir con el pico de la temperatura corporal central", añade Lok.
Decidió investigar esta idea analizando los tiempos de los nadadores olímpicos que llegaron a la final de su brazada y distancia particular. "Esto significó que tuvieron que nadar tres rondas: las eliminatorias, las semifinales y la final", señala. Los resultados de los atletas masculinos y femeninos se obtuvieron de sitios web que enumeraban los resultados oficiales de los Juegos que tuvieron lugar en Atenas (2004), Beijing (2008), Londres (2012) y Río de Janeiro (2016).
"Elegimos la natación porque la situación exterior es muy similar: la temperatura del agua está bien regulada y casi no se utiliza ningún equipo", explica. Para descartar cualquier factor de confusión, como los trajes de baño de piel de tiburón usados en Pekín, se normalizaron los resultados de cada participante. Se calculó el tiempo individual medio durante las tres rondas y cada ronda se comparó posteriormente con el promedio.
Este análisis arrojó dos conclusiones interesantes. "Primero, los atletas se desempeñaron mejor en las finales, mientras que las eliminatorias siempre fueron más lentas que las semifinales. Pudieron adaptar su actuación y reservar sus mejores esfuerzos para la final", resalta.
Una segunda observación fue que la diferencia entre las semifinales y las eliminatorias fue mínima en Pekín. "Esto fue muy interesante ya que en las otras sedes, las eliminatorias se programaron por la mañana, mientras que las semifinales y finales se llevaron a cabo por la noche --continúa--. En Pekín, sin embargo, las eliminatorias se programaron para la noche, mientras que las semifinales y las finales fueron por la mañana y por la tarde".
Esto sugirió que el rendimiento en las eliminatorias, semifinales y finales se vio afectado por la hora del día. Por lo tanto, Lok y sus colegas utilizaron un modelo para eliminar todas las variaciones que no estaban relacionadas con el reloj biológico. Este análisis dio como resultado un patrón de rendimiento sinusoide claro en el transcurso de un día.
"La actuación no fue tan buena por la mañana, mejor por la tarde y peor de nuevo al final de la noche", resume. Los tiempos más rápidos estaban previstos para el final de la tarde, justo después de las cinco.
El tamaño del efecto (representado por la amplitud de la función sinusal) fue considerable: superó la diferencia de tiempo entre una medalla de oro y una de plata en el 40% de las finales, entre una medalla de plata y de bronce en el 64% y entre medalla de bronce y ninguna medalla en el 61 por ciento.
"Por supuesto, todos los nadadores están en la piscina al mismo tiempo para la final. Sin embargo, no todos los nadadores tendrán el mismo cronotipo", relata Lok. Los individuos muestran variaciones en el momento en que se desempeñan mejor. Y esto, por tanto, podría afectar las posibilidades de ganar una medalla olímpica.
A su juicio, los atletas pueden usar este conocimiento. "Es posible cambiar su reloj biológico exponiéndose a la luz del día adicional en el momento adecuado del día --añade--. Si hace esto en el transcurso de varios días, podría cambiar el momento de máximo rendimiento hacia el momento de una carrera".
Aún no está claro si el efecto del reloj biológico tiene algún impacto en otros deportes. "En el ciclismo, por ejemplo, la calidad de la bicicleta también es importante", dice Lok, que ahora es investigador postdoctoral en el Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Stanford.
El reloj biológico que se investigó en el artículo afecta tanto a los músculos de los brazos como de las piernas y, por tanto, parece lógico trasladar estos resultados a otros deportes. "Además, estos atletas de élite entrenan todo el día y hemos demostrado que esto no anula el efecto del ritmo circadiano", precisa.