MADRID, 18 Feb. (EUROPA PRESS) -
Casi una de cada cinco personas carece de la proteína alfa-actinina-3 en su fibra muscular y los investigadores del Instituto Karolinska, en Suecia, acaba de demostrar que una mayor parte del músculo esquelético de estos individuos comprende fibras musculares de contracción lenta, que son más duraderas y energéticamente eficientes y brindan una mejor tolerancia a las bajas temperaturas que las fibras musculares de contracción rápida, según publican en la revista 'The American Journal of Human Genetics'.
El músculo esquelético comprende fibras de contracción rápida (blancas) que se fatigan rápidamente y fibras de contracción lenta (rojas) que son más resistentes a la fatiga. La proteína alfa-actinina-3, que se encuentra solo en las fibras de contracción rápida, está ausente en casi el 20 por ciento de las personas, casi 1.500 millones de personas, debido a una mutación en el gen que la codifica. En términos evolutivos, la presencia del gen mutado aumentó cuando los humanos emigraron de África a los climas más fríos del centro y norte de Europa.
"Esto sugiere que las personas que carecen de alfa-actinina-3 son mejores para mantenerse calientes y, en términos de energía, para soportar un clima más duro, pero no ha habido ninguna evidencia experimental directa de esto antes", destaca Hakan Westerblad, profesor de tecnología celular fisiología muscular en el Departamento de Fisiología y Farmacología del Instituto Karolinska--. Ahora podemos demostrar que la pérdida de esta proteína da una mayor resistencia al frío y también hemos encontrado un posible mecanismo para esto".
Para el estudio, se pidió a 42 hombres sanos de entre 18 y 40 años que se sentaran en agua fría (14 C) hasta que su temperatura corporal descendiera a 35,5 C. Durante la inmersión en agua fría, los investigadores midieron la actividad eléctrica muscular con electromiografía (EMG) y tomaron biopsias musculares para estudiar el contenido de proteínas y la composición del tipo de fibra.
Los resultados mostraron que el músculo esquelético de las personas que carecen de alfa-actinina-3 contiene una mayor proporción de fibras de contracción lenta. Al enfriarse, estos individuos pudieron mantener su temperatura corporal de una manera más eficiente energéticamente.
En lugar de activar las fibras de contracción rápida, lo que resulta en un estremecimiento manifiesto, aumentaron la activación de las fibras de contracción lenta que producen calor al aumentar la contracción de la línea de base (tono).
"La mutación probablemente dio una ventaja evolutiva durante la migración a un clima más frío, pero en la sociedad moderna actual esta capacidad de ahorro de energía podría aumentar el riesgo de enfermedades de la opulencia, que es algo a lo que ahora queremos dirigir nuestra atención", señala el profesor Westerblad.
Otra pregunta interesante es cómo la falta de alfa-actinina-3 afecta la respuesta del cuerpo al ejercicio físico. "Las personas que carecen de alfa-actinina-3 rara vez tienen éxito en deportes que requieren fuerza y explosividad, mientras que se ha observado una tendencia hacia una mayor capacidad en estas personas en deportes de resistencia", explica.