MADRID, 21 Feb. (EUROPA PRESS) -
Las revisiones anuales mediante resonancia magnética a partir de los 30-35 años pueden reducir la mortalidad por cáncer de mama en más de un 50% entre las mujeres portadoras de ciertas alteraciones genéticas en tres genes, según un análisis de modelos comparativos publicado en la revista 'JAMA Oncology'.
Las predicciones se refieren a las variantes patógenas de los genes ATM, CHEK2 y PALB2, que en conjunto son tan frecuentes como las muy conocidas mutaciones del gen BRCA1/2. Los autores del estudio sostienen que sus hallazgos apoyan el cribado mediante IRM en algunas de estas mujeres antes de lo que proponen las actuales directrices de atención preventiva.
"Ha sido difícil elaborar directrices de cribado para estas mujeres porque no ha habido ensayos clínicos que informen de cuándo y cómo empezar a hacer el cribado", reconoce la doctora Kathryn Lowry, profesora adjunta de radiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington (Estados Unidos), autora principal del artículo.
El trabajo fue una colaboración de la Red de Modelización de la Intervención y la Vigilancia del Cáncer (CISNET), el consorcio de Estimaciones del Riesgo de Cáncer Relacionadas con la Susceptibilidad (CARRIERS) y el Consorcio de Vigilancia del Cáncer de Mama.
Utilizando modelos establecidos de simulación del cáncer de mama, los investigadores introdujeron las estimaciones de riesgo por edad proporcionadas por CARRIERS y los datos publicados recientemente sobre el rendimiento del cribado. Los datos de CARRIERS incluían a más de 32.000 pacientes con cáncer de mama y un número similar de pacientes que no tenían cáncer.
"Para las mujeres con variantes patogénicas en estos genes, nuestro análisis de modelización predijo un riesgo de por vida de desarrollar cáncer de mama del 21% al 40%, dependiendo de la variante --explica Lowry--. Proyectamos que el inicio del cribado anual con IRM entre los 30 y los 35 años, con la mamografía anual a partir de los 40 años, reducirá la mortalidad por cáncer para estas poblaciones de mujeres en más del 50%".
Las simulaciones compararon el rendimiento combinado de la mamografía y la IRM frente a la mamografía sola, y proyectaron que la IRM anual confería un beneficio adicional significativo a estas poblaciones.
"También descubrimos que empezar a hacer mamografías antes de los 40 años no suponía un beneficio significativo, sino que aumentaba los falsos positivos", subraya Lowry.
Los resultados de los modelos de CISNET han informado a las directrices anteriores, incluidas las recomendaciones del Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos de 2009 y 2016 para el cribado del cáncer de mama en mujeres de riesgo medio.
"La modelización es una poderosa herramienta para sintetizar y ampliar los datos de los ensayos clínicos y de las cohortes nacionales para estimar los beneficios y los daños de las diferentes estrategias de control del cáncer a nivel poblacional", explica la doctora Jeanne Mandelblatt, profesora del Centro Oncológico Integral Lombardi de Georgetown y autora principal del trabajo.
Las simulaciones de este estudio también predijeron el volumen de falsos positivos en los resultados del cribado y las biopsias benignas, por cada 1.000 mujeres exploradas, que acompañarían a las recomendaciones de los autores de que las resonancias magnéticas anuales comenzaran a realizarse antes. Estas proyecciones se traducen en unos cuatro resultados de cribado falsos positivos y una o dos biopsias benignas por mujer en un periodo de cribado de 40 años, según los autores.
Para que las directrices de cribado del cáncer basadas en la susceptibilidad genética sean beneficiosas, una mujer tendría que saber que es portadora de una variante genética implicada antes de recibir el diagnóstico de la enfermedad.
Lo más frecuente es que un panel de pruebas genéticas se administre después de que alguien dé positivo en un examen de cáncer, demasiado tarde para que tenga valor preventivo para el paciente, pero que puede salvar la vida de los parientes consanguíneos que podrían solicitar las pruebas genéticas.
"La gente entiende muy bien el valor de las pruebas de variantes en BRCA1 y BRCA2, los genes de predisposición al cáncer de mama más comunes. Estos resultados demuestran que las pruebas de otros genes, como el ATM, el CHEK2 y el PALB2, también pueden mejorar los resultados", señala el doctor Mark Robson, jefe del Servicio de Medicina de la Mama del Centro Oncológico Memorial Sloan Kettering y autor principal del trabajo.
Los investigadores esperan que su análisis ayude a la Red Nacional Integral del Cáncer (NCCN), a la Sociedad Americana del Cáncer y a otras organizaciones que emiten orientaciones para oncólogos médicos y radiólogos.
"En general, lo que proponemos es un cribado ligeramente más temprano de lo que sugieren las directrices actuales para algunas mujeres con estas variantes", explica Allison Kurian, profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford y autora principal del artículo.
"Por ejemplo, las directrices actuales de la NCCN recomiendan empezar a los 30 años para las mujeres con PALB2, y a los 40 para ATM y CHEK2 --añade--. Nuestros resultados sugieren que el inicio de la IRM entre los 30 y los 35 años parece beneficioso para las mujeres con cualquiera de las tres variantes".