MADRID, 15 Jun. (EDIZIONES) -
La limpieza dental es la principal herramienta de prevención que existe en odontología. Esto quiere decir que si queremos tener la boca lo más sana posible, y además invirtiendo el menor dinero posible, la limpieza periódica en el dentista es nuestra mejor aliada. Eso sí, debe ser una limpieza de calidad, que dure más de 30 minutos, y en la que cada 12-18 meses se hagan radiografías de control.
Así lo asegura la doctora Ana Echeverria Manau, máster en Periodoncia e Implantes y miembro de la Sociedad Española de Periodoncia (SEPA) en una entrevista con Infosalus. Según explica, la limpieza de boca consiste en la eliminación de los depósitos de placa y de sarro (bacterias) que se acumulan en las superficies dentales y en los tejidos adyacentes.
"Debemos recordar que estas bacterias de la boca son las que causan la caries y las enfermedades de las encías, que son las enfermedades infecciosas no transmisibles más frecuentes en el ser humano. Es por esta razón que en una sesión de limpieza bien dirigida, además de la propia limpieza de los dientes, se deben practicar las técnicas de higiene oral, así como hacer radiografías y pruebas específicas para valorar la presencia de caries o de enfermedad periodontal", destaca la experta.
Por otra parte, Echeverria advierte de que debemos tener en cuenta que los pacientes que tienen enfermedades sistémicas, como la diabetes o la enfermedad cardiovascular, deben asegurase de tener unas encías desinflamadas con el fin de poder controlar mejor sus enfermedades.
"La relación entre estas dos enfermedades y la periodontitis se ha estudiado mucho en los últimos años y existe un consenso unánime a la hora de considerar la higiene dental como un elemento de prevención tan importante como la dieta, hacer ejercicio o no fumar", remarca la miembro de la SEPA.
Sobre la frecuencia con la que deben realizarse las limpiezas dentales, esta especialista sostiene que el dentista es quien debe valorarlo en función de los factores de riesgo del paciente. "Pero en general decimos que deben hacerse entre 1 y 3 limpiezas al año", agrega.
Eso sí, la doctora precisa que hay personas que cada vez que acuden a hacerse la limpieza vienen con la boca sana y alguno podría pensar que entonces es que no le hace falta: "Sin embargo, puesto que la limpieza dental no tiene ningún efecto perjudicial sobre los dientes, pero sí el potencial de descubrir enfermedades cuando éstas son aún muy pequeñas, la relación coste/beneficio de hacérselas una vez al año es muy beneficiosa, incluso para el paciente sano. No hace falta decir que para el paciente con riesgo de tener caries o enfermedad de las encías, que son la mayoría, este beneficio es aún mayor".
¿EN QUIÉNES ESTÁN CONTRAINDICADAS?
En este contexto, la máster en Periodoncia e Implantes sostiene que las limpiezas bucales nunca están contraindicadas de forma absoluta aunque, citando solo los casos más comunes, las embarazadas deberían esperar al segundo trimestre del embarazo, y los pacientes sometidos a quimioterapia también deberían esperar a finalizar el tratamiento antes de hacerse la limpieza.
En cuanto al empleo de anestesia durante la limpieza dental, la miembro de la Sociedad Española de Periodoncia señala que no siempre es necesaria, y se trata de una cuestión que debe tratarse de forma individualizada con el paciente, quien debe ser el que decida si quiere o no anestesia. "Por norma general, para las limpiezas preventivas en pacientes sin enfermedad periodontal no suele ser necesario. En cambio, en casos de limpiezas profundas o curetajes suele ser más necesario", apostilla.
EL GRAN PERJUICIO DEL TABACO SOBRE LAS ENCÍAS
En última instancia, la doctora Ana Echeverria Manau ve muy importante hablar sobre el efecto que el tabaco tiene sobre las encías: "En muchas ocasiones, los pacientes con riesgo de enfermedad periodontal o con periodontitis activa acuden a la consulta alarmados porque las encías les sangran al cepillarse, o incluso de forma espontánea. Éste es un mecanismo de respuesta del cuerpo ante el acúmulo de bacterias, y resulta muy beneficioso para el paciente, ya que le avisa de que algo no va bien y por lo tanto acude al especialista".
Es más, sostiene que, gracias a este sangrado se puede diagnosticar la enfermedad en sus fases más tempranas y el tratamiento es más sencillo y tiene mejor pronóstico. "Cuando el paciente fuma, este mecanismo del sangrado se ve afectado de tal manera que no se produce hasta que la lesión está ya en fases muy avanzadas. Esto quiere decir que el paciente fumador tiene una falsa sensación de salud que arrastra hasta que empieza a notar los signos avanzados de la enfermedad, en cuyo caso el tratamiento ya es más complejo", sentencia.