MADRID 13 Nov. (EUROPA PRESS) -
Una nueva investigación ha comprobado que los ruidos fuertes habituales provocan la acumulación de líquido en el oído interno,lo que puede ser causa de sordera, pero han hallado una posible cura sencilla para la pérdida de audición inducida por el ruido, según publican en la revista 'Frontiers in Cell and Developmental Biology'.
La exposición a ruidos fuertes, como los de un petardo o un concierto que haga estallar los oídos, es la causa prevenible más común de pérdida de audición. Las investigaciones sugieren que el 12% o más de la población mundial corre el riesgo de sufrir una pérdida de audición inducida por el ruido.
De hecho, los sonidos fuertes pueden provocar una pérdida de células nerviosas auditivas en el oído interno, que son las encargadas de enviar la información acústica al cerebro, lo que provoca una dificultad auditiva. Sin embargo, el mecanismo que subyace a esta pérdida de audición no se conoce del todo.
Ahora, un nuevo estudio de Keck Medicine de la Universidad del Sur de California (USC) relaciona este tipo de daño en el nervio del oído interno con una afección conocida como hidropesía endolinfática, una acumulación de líquido en el oído interno, demostrando que ambas se producen a niveles de exposición al ruido que las personas pueden encontrar en su vida diaria.
Además, los investigadores descubrieron que el tratamiento de la acumulación de líquido resultante con una solución salina fácilmente disponible disminuía el daño nervioso en el oído interno.
"Esta investigación proporciona pistas para entender mejor cómo y cuándo se produce el daño inducido por el ruido en los oídos y sugiere nuevas formas de detectar y prevenir la pérdida de audición", resalta el doctor John Oghalai, otorrinolaringólogo de Keck Medicine, jefe del Departamento de Otorrinolaringología - Cirugía de Cabeza y Cuello de la USC Caruso y autor principal del estudio.
Un estudio anterior realizado por Oghalai en ratones expuestos a ondas de presión que simulaban la explosión de una bomba relacionaba el daño nervioso con la acumulación de líquido en el oído interno.
Para este estudio, Oghalai y sus colegas querían explorar el efecto de los sonidos fuertes comunes, de entre 80 y 100 decibelios, en el oído. Tras la exposición, utilizaron una técnica de imagen conocida como tomografía de coherencia óptica para medir el nivel de líquido del oído interno en la cóclea, el hueso hueco en forma de espiral que se encuentra en el oído interno.
Hasta la exposición a 95 decibelios de sonido, el nivel de líquido del oído interno se mantuvo normal. Sin embargo, los investigadores descubrieron que tras la exposición a 100 decibelios -que equivale a sonidos como el de un cortacésped, una motosierra o una motocicleta- los ratones desarrollaron una acumulación de líquido en el oído interno en cuestión de horas. Una semana después de esta exposición, se comprobó que los animales habían perdido células nerviosas auditivas.
Sin embargo, cuando los investigadores aplicaron solución salina hipertónica, una solución a base de sal utilizada para tratar las congestiones nasales en los seres humanos, en los oídos afectados una hora después de la exposición al ruido, tanto la acumulación inmediata de líquido como el daño nervioso a largo plazo disminuyeron, lo que implica que la pérdida de audición podría prevenirse al menos parcialmente.
Los resultados de este estudio tienen varias implicaciones importantes, según Oghalai, especialmente porque la pérdida de células nerviosas en el oído interno se conoce como "pérdida de audición oculta" porque las pruebas de audición no pueden detectar el daño.
"En primer lugar, si los oídos humanos expuestos a ruidos fuertes, como una sirena o el despliegue de un airbag, pueden ser escaneados para detectar un nivel de acumulación de líquido -y esta tecnología ya se está probando- los profesionales médicos podrían tener una forma de diagnosticar un daño nervioso inminente --asegura--. En segundo lugar, si el escáner descubriera la acumulación de líquido, las personas podrían ser tratadas con solución salina hipertónica y posiblemente salvar su audición".
También cree que el estudio abre una nueva ventana a la comprensión de la enfermedad de Meniere, un trastorno del oído interno que provoca vértigo, zumbidos en los oídos (tinnitus) y pérdida de audición.
"Anteriormente, se pensaba que la acumulación de líquido en el oído interno estaba relacionada principalmente con la enfermedad de Meniere. Este estudio indica que las personas expuestas a ruidos fuertes experimentan cambios similares", añade.
Oghalai espera que este estudio conduzca a nuevas investigaciones sobre las razones por las que se produce la acumulación de líquido en el oído y fomente el desarrollo de mejores tratamientos para la enfermedad de Ménire.