MADRID, 4 Abr. (EDIZIONES) -
La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) debuta anualmente en 700 españoles, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Es una enfermedad degenerativa que es letal, crónica, y progresiva. Es la patología más frecuente dentro de las enfermedades neuromusculares y, a pesar de todo ello, hoy en día se nos escapa. Se desconocen sus causas en la mayor parte de los casos y, por tanto, su tratamiento y su prevención. La esperanza de vida de estos enfermos ronda los 3-5 años.
Vamos a intentar entenderla un poco más con la ayuda de dos referentes en la lucha contra esta enfermedad. En primer lugar, entrevistamos en Europa Press Infosalus al neurólogo Francisco Javier Rodríguez de Rivera, de la Unidad Multidisciplinar de la ELA del Hospital La Paz de Madrid, y coordinador de Grupo de Estudio de Enfermedades Neuromusculares de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
Nos cuenta que la ELA se caracteriza por un "déficit motor progresivo", debido a fallos de las neuronas motoras a nivel de la corteza cerebral y de la médula espinal: "Tiene lugar por un deterioro y pérdida progresiva de las neuronas motoras. Se da una falta de conexión entre éstas y los músculos de todas las partes del cuerpo, de forma asimétrica e irregular. Se van atrofiando por esa falta de 'feedback' de los nervios, que tienen que llegar hasta ellos y darles órdenes, y al final se produce una atrofia muscular progresiva y una parálisis del paciente en distintas partes del cuerpo hasta su parálisis completa".
Sabemos poco, insiste este experto, y afirma que hay menos de un 10% de pacientes que son de causa genética. "En el resto no está determinada la causa, se ha estudiado que hubiera un tóxico ambiental detrás; se ha hablado de una cianobacteria, unas algas que pueden encontrarse en cualquier parte del mundo; se habla de tóxicos, tipo drogas usadas en el deporte o, de dopaje deportivo, que después se descartaron; igualmente, se ha llegado a hablar de la toxicidad de metales pesados; de trabajadores de gasolineras, por poner varios ejemplos, pero sin éxito alguno", relata el doctor Rodríguez de Rivera.
PROTEÍNAS BASURA
Pero insiste en que, de ese 90% de pacientes realmente se desconoce el origen de la ELA. "En el 10% de casos que conocemos de ELA hay demasiados genes implicados, no hay una sola causa, sino bastantes mutaciones relacionadas, y a la que más importancia se le da es a la mutación en el gen de la superoxido-dismutasa-1 (SOD-1), que abarca sólo un 10% de todas las posibles mutaciones", aclara este miembro de la SEN.
Estas mutaciones producen un acúmulo de proteínas inadecuadas, así como una "falta de limpieza del material de degeneración producido todas las células", que se almacenan en la célula motora y son "tóxicas", de manera que acaban lesionando y haciendo que la célula motora muera.
Precisamente, un equipo liderado por Óscar Fernández-Capetillo, jefe del Grupo de Inestabilidad Genómica del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), recientemente ha publicado una investigación científica en la prestigiosa revista 'Molecular Cell', que aporta la primera evidencia de que una posible causa del tipo hereditario de ELA -la ELA familiar- es la acumulación en las neuronas motoras de 'proteínas basura', "proteínas sin ninguna función que se acumulan indebidamente e impiden el funcionamiento correcto de la célula".
LA INFLUENCIA DE FACTORES EXTERNOS
Mientras, el doctor Miguel Ángel Rubio, coordinador de la Unidad Funcional de Esclerosis Lateral Amiotrófica del Hospital del Mar de Barcelona, reconoce que no se sabe bien cuál es la causa de la ELA, o si hay una causa única; y de hecho, dice que se trabaja con un modelo hipotético en el que se relaciona un trasfondo genético determinado, con la influencia de factores externos, como el medio ambiente, o bien de hábitos de vida que pueden influir en el desarrollo de la enfermedad. "En realidad, se desconoce cuál es la causa", lamenta.
Precisa el doctor Rubio que sí hay un porcentaje muy pequeño de pacientes en los que sí se ha identificado una causa genética de la misma, como hemos contado: "Más o menos, en torno a un 15% de las formas de ELA tiene antecedentes en la familia, de 'ELA familiar', y en el 70% de estos se ha identificado una cusa genética clara. En el 85% donde no hay antecedentes en la familia, lo que se conoce como 'ELA esporádica', incluso en estos, en un 15% aproximadamente, hay una causa genética clara".
Más allá de estos grupos de pacientes con formas genéticas, con un gen conocido como causante, este neurólogo mantiene que del resto de pacientes se desconoce la causa o el desencadenante de la enfermedad. Considera a este respecto este experto del Hospital del Mar que siempre va a hacer falta investigación, así como divulgación de la enfermedad para la obtención de "recursos indispensables" para ello.
UNA ENFERMEDAD MUY COMPLEJA
Con ello, el doctor Rubio remarca que la ELA "es una enfermedad muy compleja", y cita que, por ejemplo, de los pocos casos identificados con formas genéticas, hay hasta 40 genes implicados en la enfermedad, y de estos 40, cada uno de ellos actúa de manera muy diferente en la misma enfermedad. Si esto sucede en las causas genéticas que se han identificado, y en el resto éstas se desconocen, "es por eso también muy complicado a la hora de entender muchas veces el proceso fisiopatológico de la enfermedad", considera.
Recuerda también que la ELA empieza de manera muy diversa en cada paciente, pero al final todo se visualiza igual, es decir, que todos los pacientes sufren la degeneración y la pérdida de las neuronas motoras.
PRINCIPALES SÍNTOMAS
El doctor Rodríguez de Rivera, coordinador de Grupo de Estudio de Enfermedades Neuromusculares de la SEN, resalta que la debilidad muscular es uno de los principales síntomas de la enfermedad, aunque al igual que el doctor Rubio subraya que ésta en cada paciente empieza un poco distinto. "A algunos les cuesta mover un brazo o una pierna, a otros les cuesta respirar desde el inicio; mientras que a otros les cuesta hablar o tragar los alimentos", matiza el experto del Hospital La Paz.
Señala, por tanto, que se desconoce también por qué unos empiezan a un nivel y otros a otro, y ya empiezan desde el principio de manera asimétrica, empiezan a degenerarse pero de forma totalmente irregular y asíncrona.
Dice que la ELA se inicia más o menos sobre los 50, no hay una clara diferenciación entre las mujeres y los hombres; "sí quizás puede darse un porcentaje mínimamente mayor en las mujeres a partir de los 70, y por debajo de los 50 en los hombres, pero es muy leve la diferencia", remarca.
Por su parte, el especialista del Hospital del Mar, el doctor Rubio, mantiene que esos primeros síntomas sobre los que sospechar es la atrofia o pérdida de masa muscular y la debilidad o pérdida de fuerza; a la vez que cita que también pueden aparecer otros síntomas como la espasticidad (aumento del tono muscular y se traduce en que pacientes tienen menos agilidad) y la presencia de fasciculaciones o movimientos involuntarios de pequeños grupos musculares. "La enfermedad suele empezar en un determinado punto de la anatomía (un músculo, un brazo) y, a partir de ahí, después, se añaden nuevos territorios anatómicos y, en cierta manera, es una enfermedad que se terminará de 'propagar' por el resto del cuerpo", añade.
En cuanto al diagnóstico, este doctor sostiene que a día de hoy "no existe un biomarcador para la enfermedad", un análisis o una prueba que por sí sola nos dé el diagnóstico, y este apunta que se realiza a partir de una serie de criterios diagnósticos que se han ido modificando y mejorando a lo largo de los años, y que básicamente permiten diagnosticar a los paciente excluyendo otras enfermedades, y constatando que existe esta pérdida de función de las neuronas motoras, que va 'propagándose' en el tiempo y por el paciente. A su juicio, aparte de todo esto, es fundamental en el diagnóstico de la ELA la valoración de un neurólogo experto, y después una prueba "muy importante", el electromiograma.
POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL LOGRAR UN TRATAMIENTO
Así, preguntamos a estos expertos por qué igualmente a día de hoy es tan difícil encontrar un tratamiento contra esta enfermedad letal, remarcando ambos la idea de que como las causas no están claras, incluso en las formas genéticas cada una va de diferente manera, es difícil porque no todos los pacientes su proceso fisiopatológico es exactamente lo mismo, aunque todos acaban perdiendo la función motora.
Eso sí, el doctor Rubio, del Hospital del Mar, sí destaca que también dificulta el encontrar tratamientos eficaces el que los ensayos clínicos se hacen cuando el paciente ya está avanzado: "Hay que tener en cuenta que cuando tiene manifestaciones clínicas, como debilidad de una mano o de un pie ha perdido un 80% de las neuronas dedicadas a esa pierna o a esa mano, de forma que un tratamiento que podría ser eficaz llegue a recuperar esa pérdida tan importante de neuronas".
No obstante, el coordinador de la Unidad multidisciplinaria de la ELA en el Hospital del Mar de Barcelona celebra que en los últimos años ha habido un avance que cree que en próximos años terminará de materializarse y es que en 2006 se identificó una proteína involucrada en el 97% de las formas de ELA, llamada 'TDP-43'.
Concretamente, desde el Hospital del Mar señalan a este respecto que los pacientes que sufren ELA tienen un mayor número de células de la dermis con presencia de esta proteína 'TDP-43' fuera del núcleo celular. "Esta proteína está presente en el núcleo de todas las células humanas y, en el caso de las personas afectadas de ELA, se traslada fuera del núcleo de las neuronas motoras del cerebro y a las de la médula espinal, convirtiéndose así en un indicador de ELA. El hallazgo de este marcador es detectable en pequeñas muestras de piel y puede ser útil en casos de pacientes de difícil diagnóstico, en personas con antecedentes familiares por esta enfermedad y, incluso, para un diagnóstico precoz", subrayan.
Es por ello por lo que el doctor Rubio afirma que "en los próximos años habrá terapias avanzadas a partir de nuevas moléculas gracias a este hallazgo, a pesar de que llevamos años sin éxito en los ensayos clínicos".
EL RILUZOL, LO ÚNICO, Y A LA ESPERA DE 'TOFERSEN'
Por su parte, el miembro de la SEN y especialista en el Hospital de la Paz, el doctor Rodríguez de Rivera, remarca que a día de hoy se han intentado tratamientos, y el único autorizado en Europa desde 1995 es el 'riluzol', que actúa contra el glutamato, que se consideró que podría ser uno de los factores tóxicos que mata a las neuronas, "aunque su eficacia es muy pequeña".
"Se han aprobado otros tratamientos pero que han fracaso recientemente. El problema es que no logramos atacar nunca la raíz de la enfermedad con los tratamientos actuales. Ahora parece haberse encontrado un beneficio en pacientes con mutación genética 'SOD-1' que parece que es eficaz, y que está pendiente de aprobación, 'tofersen', y en este caso específico podría ser beneficioso, pero sólo incluye a un 2% de enfermos de ELA", agrega el coordinador de Grupo de Estudio de Enfermedades Neuromusculares de la SEN.
Cree que en un futuro la ELA se deberá tratar como el cáncer, enfermedad en la que se busca cuál es la proteína causal, y se intenta tratar de manera específica, con tratamientos dirigidos a cada paciente, "porque el mismo tratamiento generalizado no funciona tal y como hemos visto en los últimos 50 años, aunque el final de la degeneración motora sea similar en todos los pacientes, pero sí en cada paciente hay diferentes mutaciones.
A su vez, este experto remarca la labor que realizan las unidades multidisciplinares de ELA, y que a su juicio han favorecido que en estos pacientes aumente levemente (un par de años) la esperanza de vida, cuando ésta se sitúa entre los 3 y 5 años. "El neurólogo realiza el diagnóstico, también trabaja el rehabilitador, el neumólogo, el endocrino, el terapeuta ocupacional y se ha añadido en el Hospital de La Paz la atención de los cuidados paliativos desde el inicio de la enfermedad, aparte de la psicología y la enfermería, que son esenciales en estos pacientes", destaca.
En último lugar, el doctor Miguel Ángel Rubio, el coordinador de la Unidad multidisciplinaria de la ELA en el Hospital del Mar de Barcelona, resalta que a día de hoy no hay nada para prevenir esta patología, si bien manifiesta que en Estados Unidos un grupo de investigación trabaja con esta idea desde 2007 y realiza el seguimiento de pacientes que podrían desarrollar determinadas formas genéticas de ELA familiar, para intentar identificar los factores que pueden, de alguna manera, utilizarse para prevenir la enfermedad.