MADRID 6 Feb. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Texas A&M, en Estados Unidos, sugiere que la calidad del aire dentro de los hogares puede no estar a la altura de la calidad del aire dentro de los edificios de oficinas.
El estudio piloto, publicado en la revista 'Atmosphere', profundiza en la calidad del aire interior y los resultados de salud de las personas que trabajan a distancia durante la pandemia de COVID-19. Los investigadores midieron la calidad del aire interior tanto en las oficinas como en los hogares de los empleados en 2019 y 2020 y evaluaron sus resultados de salud durante esos períodos.
La contaminación del aire en interiores suele estar relacionada con los materiales de construcción y las actividades de las personas que viven y trabajan en esos edificios. Estos contaminantes incluyen compuestos orgánicos volátiles (COV) procedentes de alfombras y muebles, pinturas y otros productos químicos, así como partículas finas (PM2,5) y moho.
La exposición prolongada a los contaminantes del aire interior se asocia a una amplia gama de problemas de salud, desde dolores de cabeza y sequedad de ojos hasta enfermedades cardiovasculares y cáncer de pulmón. Estos resultados han impulsado una importante labor de mejora de la calidad del aire interior de los edificios de oficinas.
Sin embargo, el porcentaje de personas que trabajan desde casa ha crecido de forma espectacular en las dos últimas décadas y se ha disparado desde el inicio de la pandemia de COVID-19, lo que significa que la calidad del aire interior de los hogares puede considerarse un problema de salud en el lugar de trabajo.
Taehyun Roh, profesor adjunto del Departamento de Epidemiología y Bioestadística, y Genny Carrillo, profesora asociada del Departamento de Salud Ambiental y Ocupacional de la Escuela de Salud Pública de Texas A&M, junto con colegas del Hospital Metodista de Houston y de la Universidad de Lancaster (Reino Unido), analizaron la calidad del aire interior en un edificio de oficinas entre mayo y julio de 2019 y luego en los respectivos hogares de los empleados entre junio y septiembre de 2020.
Los investigadores utilizaron un monitor de calidad del aire estándar de consumo para recoger datos sobre la temperatura del aire, la humedad relativa y las concentraciones de partículas y COV. Al mismo tiempo, recogieron datos sobre la temperatura del aire exterior y la concentración de partículas de la Comisión de Calidad Ambiental de Texas.
Además, pidieron a los participantes que rellenaran una encuesta en la que clasificaban la prevalencia de síntomas como sequedad, picor o lagrimeo de los ojos, congestión nasal y piel seca o irritada en una escala que iba desde no tener síntomas hasta tenerlos todos los días.
Todos los participantes vivían en casas unifamiliares con aire acondicionado central, y ninguna de las personas que vivían en ninguno de los hogares fumaba ni trabajaba con materiales peligrosos.
El estudio descubrió que las concentraciones de partículas finas eran significativamente más altas en los hogares de los participantes que en sus oficinas, y los niveles de los hogares eran mayores que la norma para un entorno laboral saludable.
También comprobaron que las concentraciones de COV eran más altas en los hogares que en las oficinas; sin embargo, las concentraciones de COV en ambos lugares estaban muy por debajo del límite establecido por las normas de salud. La mayoría de los empleados del estudio declararon una mayor frecuencia de síntomas mientras trabajaban en casa.
Los resultados de este estudio señalan la importancia de la calidad del aire interior para las personas que trabajan desde casa y la necesidad de tomar medidas para mejorar la calidad del aire interior, resaltan los autores. Esto podría ser tan sencillo como abrir las ventanas cuando la calidad del aire exterior lo permita o proporcionar a los trabajadores a distancia purificadores de aire.
Tomar medidas para mejorar la calidad del aire interior tanto en los edificios de oficinas convencionales como en las oficinas domésticas se convertirá probablemente en un área de estudio cada vez más importante para los investigadores de salud pública y los empresarios que buscan garantizar la salud, la seguridad y la productividad, concluyen.