MADRID, 15 Nov. (EDIZIONES) -
Muchas bacterias y hongos producen 'antibióticos' como mecanismo de defensa. Los antibióticos son fármacos con capacidad de actuar sobre una bacteria (nunca virus), destruyéndola o impidiendo su multiplicación, contribuyendo a su eliminación por parte del sistema inmunitario, según explica el Consejo General de Colegios Farmacéuticos.
"Los antibióticos se obtienen del laboratorio, tras un proceso de generación. Los compuestos son moléculas que proceden del desarrollo de estos microorganismos y se pueden sintetizar a nivel de laboratorio", explica en una entrevista con Europa Press Infosalus la profesora y farmacéutica María Barado Piqueras, que es coordinadora del Área Biosanitaria de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
En concreto, la mayor parte de los antibióticos que utilizamos en la actualidad son producidos por bacterias del género 'Streptomyces' que, según explican desde el Instituto Valenciano de Microbiología (IVAMI), se encuentran principalmente en el suelo y en la materia vegetal en descomposición.
"Su característica más importante es su capacidad para producir metabolitos secundarios con propiedades antibacterianas, antifúngicas, incluso antitumorales o inmunosupresoras", tal y como precisa esta institución científica.
Así, la profesora Barado mantiene que las bacterias generan este tipo de sustancias sobre todo en el suelo, donde generan o se cultivan en cepas, y ante un proceso de descomposición: "Cualquier especie genera estos compuestos como mecanismo de defensa frente al estado de descomposición del lugar donde se encuentran".
Entre otros fármacos derivados de la bacteria 'Streptomyces' menciona el caso de la 'estreptomicina', de la 'eritromicina', o de la 'tetraciclina', entre otros. En el caso concreto de la 'estreptomicina' dice que es uno de los primeros antibióticos descubierto, y su mecanismo de acción consiste en inhibir la síntesis de proteína de las bacterias impidiendo su crecimiento; en el caso de las 'tetraciclinas' mantiene que, aunque hay antibióticos más modernos, se emplea mucho en infecciones respiratorias, urinarias o de la piel.
Otros antibióticos de uso humano, según prosigue esta profesora de la UNIR pertenecen al género 'bacillus', que se utiliza en infecciones sobre todo a nivel cutáneo. "También hay determinados hongos que producen antibióticos, como los del género de 'micromonospora', del que deriva el antibiótico 'eritromicina'", apostilla.
EL PRIMER ANTIBIÓTICO: LA PENICILINA
Eso sí, resalta esta experta farmacéutica que el más conocido y que ha salvado millones de vidas es la penicilina, descubierta por el médico británico Alexander Fleming al ver que en un trozo de pan creció algo, el hongo 'penicillium'.
"Es el microorganismo productor del antibiótico de la penicilina. Fleming vio que algo crecía en un trozo de pan, que estaba en humedad, cuando el hongo se desarrolla. Vio que ese hongo había generado un compuesto como mecanismo de defensa frente a una situación que no era la normal, y además de un color determinado. Esto hizo que el científico pudiera analizar el compuesto generado para ver qué pasaba", recuerda la profesora Barado Piqueras.
En este sentido, según destaca la Sociedad Americana de Química, fue en 1928, en el St. Mary's Hospital de Londres, donde Fleming al descubrir la penicilina "hizo posible la introducción de antibióticos que redujeron en gran medida el número de muertes por infección".
HACIA DÓNDE VAN LAS ÚLTIMAS INVESTIGACIONES
Por último, preguntamos a esta experta de la UNIR por las nuevas investigaciones sobre las que se trabaja descubriendo antibióticos y en lugares poco convencionales, como el suelo de una selva remota, o en el interior del cuerpo humano. ¿Qué alternativas tenemos hoy en día para combatir la creciente resistencia bacteriana a los antibióticos?
Lo fundamental para impedir que haya una inhibición y resistencia a los antibióticos es que estos se tomen bajo prescripción médica, dado el problema enorme de resistencia de antibióticos por el mal uso que se hace de estos, a veces en ganadería o en consumo alimentario, según indica esta experta: "Por ejemplo, en alimentos nos encontramos determinadas concentraciones de antibióticos y que pueden generar en nosotros resistencias a antibióticos, y también por eso aparecen superbacterias o bacterias superresistentes, con las que no se puede controlar la infección con ninguno de los fármacos conocidos".
A día de hoy, apunta la coordinadora del Área Biosanitaria de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UNIR, se investiga con micropartículas de óxido de zinc o de plata, con propiedades antibacterianas, y que pueden dirigirse a bacterias específicas sin dañar a las células humanas.
"Aunque hay pocos estudios al respecto aún, la terapia basada en los trasplantes de microbiota fecal son la última tendencia en este sentido. Recientemente, se ha publicado el estudio de una persona con una bacteria superresistente y para la que no servía ningún antibiótico, y como ultimo recursos se empleó este trasplante, y el paciente salió adelante y pudo sobrevivir, a pesar de que estaba muy comprometida su vida, pero con el trasplante fecal logró detener la infección", agrega.
Así, incide esta farmacéutica en que el campo de la investigación va en este sentido, en estudiar la microbiota, los desequilibrios que puedan darse sobre la misma, y en trabajar con la nanotecnología para ser más precisos, así como con la medicina personalizada; "son las estrategias más novedosas a día de hoy", zanja.