MADRID, 29 Nov. (EDIZIONES) -
Los hombres con factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares, incluida la obesidad, enfrentan un deterioro de la salud cerebral una década antes (desde los 55 hasta los 70 años) que las mujeres con afecciones similares que son más susceptibles desde los 60 hasta los 70 años, sugieren los hallazgos de un estudio a largo plazo del Departamento de Ciencias del Cerebro del Imperial College London en Reino Unido.
Las regiones más vulnerables del cerebro son las implicadas en el procesamiento de la información auditiva, aspectos de la percepción visual, el procesamiento emocional y la memoria, y los efectos dañinos son tan evidentes en quienes no portaban el gen de alto riesgo APOE e4 como en quienes sí lo tenían, muestran los hallazgos.
Si bien está claro que los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares, como la diabetes tipo 2, la obesidad, la hipertensión arterial y el tabaquismo, están asociados con un mayor riesgo de desarrollar demencia, lo que no está claro es cuándo podría ser el mejor momento para intervenir con el tratamiento adecuado para evitar la neurodegeneración asociada y si este momento podría diferir entre sexos, dicen los investigadores.
Para investigar más a fondo esta cuestión, los investigadores se basaron en 34.425 participantes del Biobanco del Reino Unido, todos ellos con escáneres abdominales y cerebrales. Su edad media era de 63 años, pero variaba entre 45 y 82. De esta forma, el riesgo de enfermedad cardiovascular se evaluó utilizando la Escala de Riesgo de Framingham, que se basa en: edad; grasas en sangre; presión arterial sistólica (la presión arterial máxima ejercida cuando el corazón se contrae y bombea sangre, y representada por el primer número más alto en una lectura); medicamentos para la presión arterial; tabaquismo; y diabetes.
Además, se registraron los cambios en la estructura y el volumen del cerebro utilizando una técnica de neuroimagen llamada morfometría basada en vóxeles (VBM) para identificar la influencia del riesgo cardiovascular, la grasa abdominal y la grasa que rodea los órganos del cuerpo (tejido adiposo visceral) en la neurodegeneración cerebral.
El análisis de los datos mostró que niveles más altos de grasa abdominal y tejido adiposo visceral se asociaron con un menor volumen de materia gris cerebral tanto en hombres como en mujeres. Los datos revelaron que la influencia más fuerte del riesgo cardiovascular y la obesidad en la neurodegeneración cerebral se produjo una década antes en los hombres que en las mujeres y se mantuvo durante dos décadas. Los efectos también fueron más fuertes en los hombres que en las mujeres. Los hombres fueron más susceptibles a los efectos dañinos entre las edades de 55 y 74 años, mientras que las mujeres fueron más susceptibles entre las edades de 65 y 74 años.
El alto riesgo cardiovascular y la obesidad predisponen a una pérdida gradual del volumen cerebral a lo largo de varias décadas, que se produce en una curva en forma de campana a lo largo del tiempo, con una susceptibilidad menor en edades más jóvenes (menores de 55 años) y mayores (75 años o más), aunque hubo relativamente pocos participantes de ambos sexos en estos grupos de edad, señalan los investigadores.
Es importante destacar que las asociaciones se mantuvieron independientemente de si los afectados eran portadores o no del gen de alto riesgo APOE e4. Las regiones más vulnerables del cerebro fueron los lóbulos temporales, ubicados en la corteza cerebral, la superficie externa del cerebro. Estas regiones están involucradas en el procesamiento de la información auditiva, visual y emocional, y en la memoria, regiones que se ven afectadas en las primeras etapas del desarrollo de la demencia.
"El impacto perjudicial del riesgo cardiovascular se extendió a todas las regiones corticales, lo que pone de relieve cómo el riesgo cardiovascular puede perjudicar una variedad de funciones cognitivas", señalan los investigadores en el estudio que ha sido publicado en el 'Journal of Neurology Neurosurgery & Psychiatry'.
"Por lo tanto, los factores de riesgo cardiovascular modificables, incluida la obesidad, merecen especial atención en el tratamiento/prevención de enfermedades neurodegenerativas, incluida la enfermedad de Alzheimer. Esto resalta la importancia de atacar agresivamente los factores de riesgo cardiovascular antes de los 55 años para prevenir la neurodegeneración y la enfermedad de Alzheimer, además del beneficio de prevenir otros eventos cardiovasculares, como el infarto de miocardio [ataque cardíaco] y el accidente cerebrovascular", enfatizan.
"Una de esas posibilidades puede ser la reutilización de agentes utilizados para la obesidad y la diabetes mellitus tipo 2 para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer", sugieren, y agregan que otros medicamentos utilizados para el tratamiento de enfermedades cardiovasculares también han demostrado ser prometedores.
Se trata de un estudio observacional, por lo que no se pueden sacar conclusiones firmes sobre la relación causa-efecto. Además, los investigadores reconocen que sus hallazgos tienen varias limitaciones, entre ellas que el Biobanco del Reino Unido no registró biomarcadores específicos de la enfermedad de Alzheimer.
Igualmente señalan que la atrofia de las regiones frontal, parietal y temporal del cerebro también es típica del envejecimiento normal, lo que dificulta diferenciar con precisión entre el impacto del riesgo cardiovascular en los procesos generales de envejecimiento y el riesgo de enfermedades neurodegenerativas específicas. Aún así, existen explicaciones biológicas plausibles para el daño neuronal observado, explican, entre ellas la inflamación, la resistencia a la leptina y a la insulina a nivel central, así como la ruptura de la barrera hematoencefálica.
Por todo ello, concluyen: "Abordar el riesgo cardiovascular y la obesidad una década antes en los hombres que en las mujeres puede ser imperativo para que los candidatos potenciales logren un beneficio terapéutico en la prevención de la neurodegeneración y el deterioro cognitivo".