VALÈNCIA, 12 Mar. (EUROPA PRESS) -
El nefrólogo del Hospital Vithas Valencia 9 de Octubre Igor Romaniouk advierte de que en los últimos años ha ganado gran protagonismo el llamado síndrome cardiorrenal. Se trata de una condición médica en la que hay una interacción patológica entre el corazón y los riñones, donde el daño en uno de estos órganos afecta negativamente al otro.
La disfunción renal se refiere a un deterioro en la capacidad de los riñones para filtrar los desechos y el exceso de líquido del organismo. Generalmente la función de estos se determina mediante la creatinina en sangre y el cálculo del filtrado glomerular. Para un estudio más exhaustivo de la función renal se suelen emplear también analíticas de orina, explica el facultativo en un comunicado.
"El aumento de la prevalencia del síndrome cardiorrenal --prosigue-- está relacionado con factores de riesgo comunes como la hipertensión, la diabetes tipo 2, la obesidad y la insuficiencia cardíaca. Estas condiciones subyacentes son frecuentes en la población, lo que incrementa el número de personas que desarrollan SCR. Se estima que alrededor del 50% de los pacientes con insuficiencia cardíaca avanzada también presentan alguna forma de insuficiencia renal".
Por otra parte, tal como explica el doctor Ignacio Sánchez Lázaro, responsable de la Unidad de Cardiología de Vithas Valencia 9 de Octubre, "es un trastorno complejo que involucra generalmente a la insuficiencia cardíaca y a la insuficiencia renal, y puede ser de tipo agudo o crónico". "Este síndrome refleja la relación bidireccional entre ambas condiciones, es decir, la insuficiencia de uno puede desencadenar o empeorar el daño en el otro", apunta.
Existen cinco tipos de síndrome cardiorrenal, el más frecuente es el tipo 2. En este caso la disfunción del corazón (insuficiencia cardíaca crónica) produce un deterioro progresivo de la función renal que con el tiempo repercutirá también de forma negativa en el corazón ya que puede llevar a una reducción en el flujo sanguíneo y a un aumento de la congestión que causan daño renal.
Hasta hace bien poco, afirma el doctor Romaniouk, los únicos fármacos que podían retrasar ligeramente el deterioro renal era el grupo farmacológico de los IECA/ARA-II. Recientemente se ha descubierto que los iSGLT-2, un grupo de fármacos que estimulan la secreción de glucosa a nivel renal, disminuyendo la progresión de la fibrosis, protegiendo el aparato cardiovascular y renal, así mismo, es capaz de preservar durante más tiempo la función de ambos órganos.
Cuando están indicados estos fármacos, son "capaces de ralentizar el deterioro renal y mejorar la salud cardiovascular de los pacientes que lo reciben".
Por todo ello, y ante la existencia de terapias modificadoras de la disfunción renal en fases precoces, resulta crucial que se realice un despistaje de enfermedad renal en la población general, sobre todo cuando resulta tan sencillo como una simple analítica de sangre y en algunos casos de orina.
MANEJO MULTIDISCIPLINAR
El manejo del síndrome cardiorrenal es complejo y requiere un enfoque multidisciplinario. El tratamiento debe abordar tanto la insuficiencia cardíaca como la renal, lo que a menudo implica una combinación de fármacos, cambios en el estilo de vida y, en algunos casos, procedimientos quirúrgicos.
"La intervención temprana es crucial para mejorar los resultados de los pacientes, por lo que es fundamental que los profesionales de la salud identifiquen rápidamente a las personas en riesgo", comenta el doctor Romaniouk.
Tal como explica el doctor Sánchez Lázaro, "hemos puesto en marcha un protocolo de despistaje de la disfunción renal. Mediante el mismo identificamos a los pacientes con filtrado glomerular (función del riñón) reducido, para invitarles a realizarse una revisión más completa por el Servicio de Nefrología, y en su caso, también por la Unidad de Cardiología. El objetivo de todo ello es continuar con la política general de Vithas de prevención de la enfermedad a todos los niveles".