MADRID, 22 Nov. (EDIZIONES) -
"Mi madre saltó la valla de Melilla cuando estaba embarazada de mÍ, y recuerdo cuando tenía 12 años que un día llegué a casa y no había para comer, y ni siquiera teníamos luz, porque no llegábamos a fin de mes y nos lo habían cortado", cuenta el actual millonario futbolista del Athletic de Bilbao Iñaki Williams.
Son pocas las personas que se paran a pensar la vida tan dura y difícil que atraviesan las personas migrantes. Debemos tener más conciencia sobre ello. Son personas igual que nosotros que se han visto obligadas a abandonar su país por la escasez de medios, o por razones mucho más complicadas y difíciles como la guerra o los abusos y la violencia, con el objetivo de poder ofrecer un mundo mejor a los suyos, vivir una vida más justa. Y ahora todo esto, además, en medio de una pandemia.
José González, psicólogo sanitario especialista en duelo y coordinador del programa de duelo de Psicólogos sin Fronteras ha escrito junto con el doctor en Ciencias de la Salud y profesor de Neuropsicología en la Universidad Europea de Madrid Manuel Nevado el libro 'El duelo. Crecer en la pérdida' (RBA), un manual elaborado durante el confinamiento de primavera, con el que pretenden ayudar a todas aquellas personas que están atravesando un proceso de duelo.
Ambos son referentes a nivel nacional en el manejo de estos procesos y, en concreto, José González, que nos atiende en esta entrevista, es también especialista en Clínica y Psicoterapia Psicoanalítica, y dedica la mitad de su tiempo fuera de las consultas a formar a profesional sanitario y a coordinar grupos de duelo en más de 200 hospitales.
En el manual han querido destinar un capítulo exclusivamente al duelo migratorio, "muy olvidado por nuestra sociedad", según reconoce a Infosalus José González. Según describe, se trata del duelo que surge cuando "te sientes desarraigado de un país y en esa emigración pierdes las raíces, tu cultura, cuando uno no sabe muy bien de dónde es".
"'No sé si soy ecuatoriano o español'. La dificultad es que esos pilares de identidad, de arraigo, se vuelven más débiles o no están. El apego que uno siente hacia su cultura se va debilitando. Se difumina y diluye la identidad cultural de cada uno y surgen las dudas sobre cada lado de tu ser", agrega.
Esto además, en esta época de pandemia, está sucediendo mucho, según advierte el experto en duelo, ya que ha cogido a muchas personas migrantes varadas en países que no son el suyo de origen. "El duelo migratorio está olvidado porque el propio doliente no es consciente de este malestar, tiene problemas de ansiedad y no es consciente de ello. Es muy fácil entrar en conflicto conmigo mismo porque es muy loable mi objetivo, me pierdo cómo crecen mis hijos por irme a otro país para ofrecerles un futuro mejor. Se dificulta además el vínculo con ellos porque no se está con ellos, algo que incrementa ese duelo en el migrante", remarca González.
De hecho, escenifica que el duelo migratorio tendría lugar como cuando "a un árbol le cortan las raíces", aunque pueda mantenerse de pie es mas fácil que caiga. "Tiene lugar en personas muy desarraigadas. Se tiene angustia por lo lejos que están de sus familiares, por no saber cuándo los podrían ver de nuevo, o porque directamente han fallecido en otros países", agrega el psicólogo sanitario.
González defiende que estas reacciones son propias del síndrome del emigrante con estrés crónico y múltiple, que el psiquiatra Jose Achotegui bautizó en 2004 como 'Síndrome de Ulises', al referirse a un cuadro clínico caracterizado por la experimentación de una serie de factores estresantes o duelos en forma de síntomas psiquiátricos, que abarcarían varias áreas de la psicopatología.
LAS PATOLOGÍAS PSIQUIÁTRICAS MÁS FRECUENTES EN EL MIGRANTE
Es, junto con la depresión y la distimia (un tipo leve de depresión), la patología psiquiátrica que con más frecuencia sufren las personas migrantes, según reconoce el experto en duelo, y se refiere "a un cuadro clínico similar al de un duelo prolongado e intenso, complicado y difícil de elaborar por la separación familiar, una cultura diferente, un trabajo físico duro, y un alojamiento en régimen de hacinamiento; a todo lo que se sumaría la amenaza constante de repatriación", según valora González.
En concreto, dice que el Síndrome de Ulises se caracteriza por 5 síntomas indicativos de pérdida comunes en la población migrante:
1.- Síntomas del área de la depresión: Llanto, tristeza, culpa, baja autoestima, ideas de muerte y suicidio (muy poco frecuentes), incapacidad para experimentar placer, pérdida de interés sexual y descenso o aumento del apetito.
2.- Síntomas del área de la ansiedad: Tensión y nerviosismo, preocupaciones excesivas y recurrentes, irritabilidad e insomnio.
3.- Síntomas del área de somatización: Cefaleas y fatiga, síntomas como gastritis, úlceras, alteraciones del sueño entre otras.
4.- Síntomas del área confusional: Défictis de memoria, desorientación espaciotemporal, fabulaciones.
5.- Interpretación cultural de la sintomatología: En muchos casos se interpreta desde la cultura tradicional de su país de origen lo que le va ocurriendo al doliente (la persona migrante) durante su viaje. Estas personas interpretan sus desgracias muchas veces como mala suerte provocada por la brujería, la magia o la hechicería.
A su vez, el experto resalta que en este síndrome del duelo migratorio se establecen otras situaciones y sensaciones de pérdida relacionadas con el duelo por la familia y los seres queridos, ya que cuando estos dejan su país también dejan una serie de vínculos afectivos, y la distancia muchas veces despierta sentimientos de culpa difíciles de procesar en algunos momentos.
Igualmente, menciona que la pérdida del idioma puede contribuir en este síndrome de Ulises, ante el constante esfuerzo de comunicación, así como la separación de la cultura, el duelo por la tierra, el duelo por el estatus, por el grupo de pertenencia o incluso por riesgos físicos, relacionado con las condiciones en las que se encuentra el migrante, tanto por el tipo de trabajos que realiza, como por la precariedad económica, que va unida a sus condiciones de alojamiento, hacinamiento, entre otras.
"El migrante puede ser víctima de violencia de tipo racista, de rechazo o de discriminación. También puede sentir miedo a ser detenido e ingresado en un centro de internamiento de extranjeros (CIE), donde todos sus derechos se vulneran día tras día a la espera de la extradición y, con ella, el regreso a un lugar insospechado donde comenzar de nuevo su recorrido hasta poder alcanzar su sueño", concluyen ambos expertos.