MADRID, 20 Jun. (EDIZIONES) -
'There's no planet B' como dice la frase y es que no tenemos otro planeta en el que vivir de momento más que en este. Hay personas muy sensibles a la degradación que conlleva nuestro medio ambiente, nuestro entorno y, aunque no está considerado como un trastorno mental, ni catalogado como enfermedad, sí que se puede considerar una especie de malestar psicológico que viven algunas personas por esta merma de nuestro entorno.
José Antonio Corraliza es catedrático de Psicología ambiental de la Universidad Autónoma de Madrid y nos explica en una entrevista con Infosalus que la solastalgia es un término que acuñó Glenn Albrecht, un divulgador naturalista, australiano, en la primera década del 2.000. "Vio que en una comunidad de Nueva Gales del Sur, una empresa multinacional compró un terreno e hizo una mina a cielo abierto para extraer minerales. Entonces observaron que esa comunidad, las personas del entorno, empezaron a tener problemas y alteraciones porque la empresa abandonó la mina después y dejó la inmensa herida en el paisaje", describe.
Así, señala que este término se puede describir como aquel malestar inducido por la observación de procesos de degradación del entorno habitual: "Afecta y aumenta el nivel de tensión, de estrés, percibido en la población".
Pero la clave, según prosigue este psicólogo, se encuentra en por qué una degradación del entorno tiene un impacto psicológico, y para ello recurre a otro concepto, que llama 'la identidad espacial': "Nosotros somos los lugares que habitamos, y nuestra identidad se forja en contacto permanente con los lugares que habitamos (paisajes naturales o urbanos), y cuando se degradan o se deterioran o desaparecen estos entornos donde se ha forjado nuestra identidad, se daña también la identidad, y la sensación de seguridad que a una persona le aportan estos lugares".
FALTA INVESTIGACIÓN EMPÍRICA, PERO EL MALESTAR ESTÁ AHÍ
A día de hoy, no hay mucha investigación empírica para contrastar la intensidad o la gravedad de esta alteración, según reconoce Corraliza. Sí sabemos, según apunta, que el malestar se produce y no es difícil de erradicar.
Como experto sostiene que la solastalgia se relaciona mucho también con procesos de degradación intensa o brusca del entorno, como por ejemplo un incendio. Pone el ejemplo de que este pasado verano, tras uno de los incendios de Zamora, una señora salía en la televisión llorando y diciendo que no le dolía que se hubiera quemado la zona, sino que le dolía el no volver a verla como estaba ya nunca más.
"No es el daño ecológico en sí, que seguro que le preocupaba, sino el hecho de que no lo va a volver a ver cómo estaba. Aquí se puede ver esa fractura identitaria que producen los procesos de degradación del entorno en algunas personas", remarca este catedrático de Psicología ambiental.
Los desastres repentinos y bruscos como este provocan este malestar, al mismo tiempo que reconoce que también los procesos continuos de degradación de la naturaleza, como por ejemplo la desertificación, la deforestación, o la sequía, que son más lentos y progresivos en el tiempo.
Con ello, Corraliza insiste de nuevo en que falta mucha investigación empírica a la hora de definir con precisión a la solastalgia: "Es un término que 'está en pañales', una idea para investigar. Albretch ha puesto sobre la mesa una buena idea y que está justificada teóricamente. Ahora mismo, las visiones que se dan sobre este concepto no son clínicas, sino que representan ideas de investigación".
QUÉ SE PUEDE SENTIR CON LA SOLASTALGIA
Apunta este especialista que la solastalgia afecta en primer lugar a una sensación genérica de malestar, de disgusto, o de inseguridad, de cierto vértigo, porque un puntal de tu vida no está bien: "Es parecido a lo que se puede sentir en un proceso de duelo, y la frase de la señora del incendio puede ser indicio de ello. Es como una pérdida, no te das cuenta de su valor hasta que lo has perdido, forma parte de tu vida cotidiana más automática".
Y una vez que se toma conciencia puede dar lugar a cierta respuesta que califica como de 'vacío existencial', algo importante en tu vida ya no está, y entonces tienes que reconstruir esas claves, y readaptarte a un nuevo entorno con los costes que ello supone. "Es un fenómeno interesante porque asistimos a cambios bruscos en la naturaleza", manifiesta.
Puede llegar a producir también una respuesta de cierto déficit de futuro, como en los procesos de duelo, como que 'ya se ha acabado todo', como la sensación que tenemos con cualquier otra pérdida, aunque esta es muy íntima y difícil de compartir. "Esta sensación de malestar se relaciona también con una emoción negativa ligada a la naturaleza, lo que Albretch llamaba 'trastornos psicoterráticos'", apostilla Corraliza.
Sobre cuánto duraría este fenómeno, dice que como todo proceso de duelo depende del tiempo que tardas tú en recuperar algo que sustituya la pérdida de valor emocional que te ha ocasionado. "No me preocupa tanto el tiempo sino el coste que supone, y este es importante, y puede llegar a producir esa sensación de déficit de futuro, de que ya todo se ha acabado, y te acostumbras a vivir con la herida sangrante permanentemente", subraya.
Ahora mismo necesitamos investigar más sobre esto, según reitera el psicólogo; si bien considera que, desde su experiencia, a veces este malestar pervive de manera larvada y emerge en momentos coyunturales, es decir, que te adaptas a vivir con ello, con esa sensación de pérdida, pero en momentos determinados, cuando notas pérdidas, echas de menos ese entorno. "Depende también de la capacidad de resiliencia de la persona y de buscar elementos sustitutivos que te han ocasionado ese dolor emocional", agrega.
NO ES LO MISMO QUE TRASTORNO POR DEFICIT DE NATURALEZA
Ahora bien, sí precisa que la solastalgia no es lo mismo que el 'trastorno por déficit de naturaleza'; otro concepto acuñado por un divulgador, Richard Louv, y que consiste en la experiencia que sobre todo se da en la población infantil y que surge de su desconexión con los entornos naturalizados, que son sustituidos por la tecnología.
A su juicio, este sí es un problema de salud infantil porque se relaciona con patrones de la vida diaria en la infancia en los países ricos o desarrollados; donde se registran tasas de obesidad y de sobrepeso infantil, así como el incremento de enfermedades neumónicas infantiles tipo asma, TDAH, o el déficit vitamina D.
"Estos cuatro problemas de salud, que son realmente reconocidos por los pediatras, sí están relacionados con una pauta de vida sedentaria, en interiores, y con el contacto tecnológico, y muy poca actividad en el exterior, y esto sí que se puede describir como un trastorno por déficit de naturaleza", agrega.
Este es otro fenómeno que habla de la disminución del contacto con entornos naturales y de las actividades que realizamos en exteriores, puntualiza Corraliza; en cambio, indica que la solastalgia se puede considerar como un 'malestar psicoterrático' y que hace referencia solo al malestar que se produce por la degradación del entorno o por una parte muy significativa de él.
"Lo importante de la solastalgia es que nos damos cuenta del efecto tan positivo para el bienestar humano el contacto con entornos de la naturaleza cotidiana, con la naturaleza cercana o de proximidad", remarca, de forma que no nos damos cuenta de sus beneficios hasta que no vemos que se degrada.
Para finalizar, el catedrático de Psicología ambiental de la Universidad Autónoma de Madrid plantea la necesidad de recuperar el contacto con los entornos naturales y naturalizados, lo que en psicología mental se llama los 'efectos restauradores de la naturaleza', ya que hay muchas actividades que nos ayudan a recuperar del exceso de estrés o de demanda que la vida cotidiana nos plantea, como el mindfulness, escuchar un concierto, hablar con amigo o un paseo por la naturaleza.
"Vemos cómo las constantes neuropsicológicas, como la tensión cardiaca o la actividad del cerebro, cuando se contemplan ante escenarios naturales se recuperan o equilibran antes que cuando se contemplan otro tipo de paisajes. Esto se ha estudiado en la recuperación de la capacidad atencional. De ahí que nos tenemos que dar cuenta de los positivos efectos de nuestra relación con la naturaleza", insiste Corraliza.