La soledad no deseada puede llegar a afectar al bienestar y al estado de salud

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Archivo - Mayor, anciano, soledad - HUY PHAN - Archivo
Publicado: lunes, 18 diciembre 2023 19:05


MADRID, 18 Dic. (EUROPA PRESS) -

La especialista en Geriatría de la Fundación Jiménez Díaz, Ana Isabel Hormigo, ha explicado que la soledad no deseada es "la percepción de que las relaciones interpersonales que se mantienen son insuficientes o que no son de la calidad o intensidad que se desean; es involuntaria, no se escoge, sino que se impone y perdura en el tiempo, pudiendo afectar al bienestar y estado de salud".

"La soledad no deseada no tiene edad, ni género, sino que afecta a jóvenes y mayores, personas con discapacidad y migrantes, entre otros; y puede aparecer a raíz de experiencias vitales como una pérdida, fallecimientos de un ser querido, desempleo, rupturas o situaciones de dependencia o vitales estresantes", ha añadido Hormigo.

Durante el debate en Responsabilidad Social Corporativa (RSC) 'Salud, Personas y Sociedad. FJD Talks', que ha organizado la Fundación Jiménez Díaz, varios expertos se han reunido para tratar la soledad no deseada.

"La realidad nos demuestra que vivimos en una sociedad aislante, en la que la soledad no deseada es una experiencia negativa que supone una deriva del envejecimiento y constituye un auténtico problema de salud pública que, además, no es patrimonio únicamente de las personas mayores, ya que la franja de incidencia va desde antes de los 25 y después de los 65 años", ha afirmado la directora de RSC del hospital madrileño, Aurora Herraiz.

En el encuentro también se ha puesto de manifiesto que la soledad es uno de los retos sociales y sanitarios de importancia creciente a los que se enfrentan las sociedades occidentales actuales y constituye una "nueva pandemia silenciosa del primer mundo, que afecta a una de cada cuatro personas en países industrializados", ha afirmado Hormigo.

El envejecimiento de la población, las nuevas formas de convivencia, los cambios en los modelos de familia y de los valores como sociedad, ofrecen una realidad cada vez más compleja que contribuyen a la magnitud de este nuevo reto, ha añadido Hormigo, considerando que el hecho de vivir "en un mundo cada vez más hiperconectado a nivel digital, con redes sociales liquidas, no favorece, además, las relaciones interpersonales individuales".

Por su parte, la coordinadora de la Comisión de Soledad de la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP) y profesora de Psicología Social en la Universidad de Valencia, Sacramento Pinazo-Hernandis, ha considerado que es "un problema multidimensional difícil de definir, y por tanto de evaluar, y que depende de muchos factores, como el momento vital de la persona, el contexto, aspectos externos como el clima, el papel que juega la familia en cada sociedad y el carácter cada vez más individualista y narcisista de esta, porque a mayor individualidad, más problemas mentales".

Asimismo, Antonio Garrigues Walker, presidente de la Fundación Garrigues y presidente de honor de España con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), ha lamentado que "en España no exista información reglada ni registro de la prevalencia de la soledad no deseada, como sí ocurre en países como en Reino Unido, donde hay datos que indican que el 14 por ciento de la población se siente sola y 200.000 personas no han hablado con nadie desde hace un año".

Un problema de información que los tres expertos han reconocido y que Hormigo ha tratado de paliar recordando datos del INE de 2020 que apuntan a que cerca de 5 millones de personas viven solas en España (un 2 por ciento más que el año anterior), de las que más de 2,1 millones son mayores de 65 años, y la mayoría (siete de cada diez) mujeres.

Ahondando en los factores de riesgo de la soledad no deseada, los participantes en el debate han señalado también el estilo de vida en grandes ciudades y las redes sociales virtuales, a los que, en el caso de las personas mayores, se añaden otros como la pérdida de seres queridos, cambios en la salud, viviendas aisladas, falta de familia cercana, discapacidad y baja renta.

CONSECUENCIAS EN LA SALUD FÍSICA Y MENTAL

Todo ello, afecta a la salud de quienes sufren este problema, tal y como han advertido los participantes en el debate: puede aumentar el cortisol y reducir la capacidad del sistema inmunológico, lo que a la larga supone un deterioro cognitivo; afectar a las rutinas de autocuidado (sedentarismo, tabaquismo, dieta poco sana, horarios desajustados), tener un impacto negativo en la salud mental (provocando tristeza, ansiedad y depresión; y aumentar el riesgo de sufrir patologías físicas, como la hipertensión y la enfermedad cardiovascular, y enfermedades mentales graves, como la demencia, con los consecuentes efectos en cuanto a tratamiento médico, ya que, en palabras de Pinazo-Hernandis, "nuestra sociedad medicaliza mucho los problemas emocionales".

Unas consecuencias sobre la salud física y mental que, de nuevo, se agravan en las personas mayores, incluyendo el aislamiento social y emocional, la depresión y ansiedad, el riesgo de demencia y deterioro cognitivo, la mayor incidencia de enfermedades crónicas, un aumento de la mortalidad, mayor declive físico y funcional, más estrés y deterioro del bienestar psicológico, problemas cardiovasculares, empeoramiento de hábitos saludables y mayor riesgo de caídas, ingresos hospitalarios, fragilidad, institucionalización y atención domiciliaria, que se suman al aumento del uso de servicios de atención médica derivados de todo lo anterior.

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