MADRID, 25 Mar. (EUROPA PRESS) -
A pesar del contacto diario con pacientes de COVID-19 al principio de la pandemia, algunos profesionales sanitarios evitaron caer enfermos. Como muestra un estudio de la Universidad de Gotemburgo (Suecia), la explicación parece ser un antídoto en el sistema inmunitario: Los anticuerpos IgA contra la COVID-19.
Para entender cómo el sistema inmunitario crea sus defensas contra la COVID-19, este grupo de investigadores sueco ealizó un seguimiento durante seis meses a 156 empleados de cinco centros de salud de atención primaria, pertenecientes al grupo Nötkärnan del área de Gotemburgo.
Contratados durante los meses de abril y mayo de 2020, ninguno de ellos había sido vacunado contra la COVID-19, y la mayoría de ellos se encontraba con pacientes infectados a diario.
La razón por la que algunos de los empleados no contrajeron la enfermedad parece haber sido la presencia de IgA (inmunoglobulina A) en sus vías respiratorias. Estos anticuerpos, que se encuentran de forma natural en las secreciones de las membranas mucosas de las vías respiratorias y el tracto gastrointestinal, pueden proteger al organismo uniéndose a los virus y otros organismos invasores.
UNO DE CADA DIEZ PROTEGIDOS
Los resultados del estudio, publicado en la revista científica 'European Journal of Immunology', muestran que un tercio de los trabajadores sanitarios desarrollaron anticuerpos contra la COVID-19. Estos personas se clasificaron en dos grupos distintos según los patrones de anticuerpos y la incidencia de COVID-19.
Un grupo, que sólo tenía anticuerpos IgA, nunca sucumbió a la COVID-19. Los participantes del otro grupo tenían tanto anticuerpos IgG como células T, y contrajeron la enfermedad. El sistema inmunitario adquirido también incluye anticuerpos IgG y células T, que sirven para reconocer los virus, por ejemplo, y protegernos contra ellos.
"Todos tenemos IgA. Se encuentra en las membranas mucosas, y la COVID-19 es una infección que se propaga a través de esas membranas. Pensamos que era importante investigar qué sucedía cuando personas completamente sanas se encontraban con el coronavirus, antes de que hubiera vacunas disponibles. De los participantes en nuestro estudio, ninguno que contrajo la COVID-19 requirió hospitalización. Muchas otras investigaciones se han centrado en los pacientes más graves, que han sido hospitalizados y han necesitado cuidados intensivos", apunta Christine Wenneras, catedrática de bacteriología clínica de la Academia Sahlgrenska de la Universidad de Gotemburgo y médico jefe del Hospital Universitario Sahlgrenska.
El estudio se centró en la identificación de los factores de salud que parecían ofrecer protección contra la COVID-19. Se hallaron numerosos factores mediante extensas encuestas con cuestionarios y análisis de sangre, entre otros.
En cuanto un participante tenía congestión nasal, tos, ojos rojos, cambios en el sentido del gusto o cualquier otra cosa que pudiera ser una infección, tenía que responder a preguntas y someterse a una prueba PCR.
Lo que tenían en común las personas que no dieron positivo ni enfermaron eran los anticuerpos IgA, que se unen al coronavirus. Ser mujer y tener una alergia respiratoria eran otros factores que ofrecían protección contra la infección. Sin embargo, el estudio no respalda la idea de que las personas sin anticuerpos contra la COVID-19 tengan células T protectoras.
"Gran parte de las investigaciones relacionadas con la COVID han versado sobre los anticuerpos IgG y las células T. Lo interesante es que cuando ahora examinamos los artículos y las tablas de otras personas, encontramos pruebas de la conclusión a la que nosotros mismos hemos llegado sobre la IgA. Pero no es algo que esos estudios hayan destacado", remacha Wenneras.